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Shadow Complex

El hijo legítimo de Simon Belmont y Samus Aran.

Tengo que reconocer que inicialmente Shadow Complex no me llamaba demasiado la atención. Que una desarrolladora occidental (para más inri, especializada en FPS) tomara el legado de joyas niponas como Super Metroid o Castlevania: Symphony of the Night y tuviese la desfachatez de asegurar que quería llevar el género de la acción y la aventura un poco más allá, pero manteniendo la esencia de los clásicos, me parecía poco menos que aberrante. Pero, y en una de las sorpresas más grandes que me he encontrado en la generación actual, Epic y Chair Entertainment efectivamente han conseguido captar ese plus de perfección japonesa para conformar uno de los mejores juegos que he probado en lo que va de año. Un título que no solo es excelente a nivel técnico, sino que jugablemente puede mirar por encima a juegos de presupuesto (y precio) muy superior.

Siguiendo el planteamiento que hemos visto en la saga Metroid y sus múltiples sucesores, al comiendo de Shadow Complex Jason Fleming, su protagonista, es un tipo normal y corriente sin demasiadas habilidades (de hecho, con tan sólo una linterna en su bolsillo), pero que a medida que vaya avanzando en su aventura irá adquiriendo objetos y la posibilidad de ejecutar nuevos movimientos. Esto no sólo le permitirá eliminar a sus enemigos con mayor facilidad o superar ciertos obstáculos, sino también volver sobre sus pasos para descubrir nuevos secretos y áreas ocultas en parajes ya explorados del escenario.

Este punto de exploración constituye uno de los grandes aciertos de la obra de Chair Entertainment, porque no sólo alarga su duración de forma natural y le dota de una ingente rejugabilidad, sino que está tan bien planteado que uno de los mayores alicientes para el jugador será descubrir el 100% del escenario y de los objetos que se encuentran dispersos por ellos. Además, y como parte de la herencia de Metroid y Castlevania, algunos logros no van enfocados sólo hacia el descubrimiento de todos los secretos, sino a hacerlo también en el menor tiempo posible (a-la-speedrun).

Como comentaba, el objeto con el que Jason empieza su aventura es una simple linterna, y esto no es una decisión baladí por parte de los programadores. La linterna es uno de los pilares de la jugabilidad, no sólo teniendo su uso obvio (poder examinar escenarios oscuros), sino porque sirve para descubrir rutas y habitaciones ocultas. Al utilizarla, si la luz rebota contra la superficie de algún objeto con el que podemos interaccionar, brilla con un color característico. Así, si el brillo es naranja se puede destruir con balas, si es naranja con granadas, lila con el arma de espuma, etc. El sistema es simple, sí... pero también impecablemente efectivo.

La evolución de Jason, de un tipo normal y corriente a una especie de cyberninja, no se basa únicamente en la obtención de objetos y armas, sino también a aumentar el nivel de experiencia, que puede llegar hasta 50, para poder ser más resistente, tener más puntería y, en definitiva, dejar de ser un pardillo para convertirse en una máquina de matar.

Así que tenemos un gran mapeado lleno de posibilidades (con el que es imposible no evocar a nuestra memoria el de la obra maestra de Koji Igarashi - Castlevania SOTN -), multitud de objetos y enemigos y una entretenidísima aventura, pero todo sería inútil sin un buen control. Y en este aspecto el juego vuelve a brillar, con un depurado esquema que mezcla lo mejor de los plataformas en 2D con un sistema de apuntado con el stick analógico derecho que recuerda al de ese clásico juego de acción para PC que es Abuse, con una mirilla láser y la posibilidad de disparar al punto exacto en el que queremos hacerlo.

Gracias al uso del Unreal Engine Shadow Complex muestra en pantalla detalladas localizaciones y personajes en 3D, aunque jamás pierde la esencia de las dos dimensiones (el movimiento está limitado a izquierda, derecha, arriba y abajo). Al principio la mezcla resulta extraña, porque aparecen enemigos al fondo del escenario, donde no tenemos acceso, pero la propia consola se encarga de dirigir nuestros disparos a la profundidad adecuada y en pocos minutos nos acostumbramos a esta peculiaridad.

El único aspecto que me ha dejado algo frío es el argumento, que a priori tenía todo a su favor para resultar excelente. Shadow Complex está basado en la novela Empire, de Orson Scott Card (un tipo que ha hecho desde obras maestras como El Juego de Ender hasta el guión de la combates de espada del primer Monkey Island), quien colaboró estrechamente en el desarrollo del juego, y está guionizado por Peter David, conocido en el mundo del cómic por su trabajo con personajes como Hulk, Spider-man (La Muerte de Jean DeWolff), Aquaman o Lobezno. Sin embargo, la historia de un tipo aparentemente normal que se ve involucrado en un gran plan terrorista (la Restauración) acaba resultando más propia de una película de acción futurista descerebrada que de dos grandes autores de ciencia ficción.

Shadow Complex es una gran puesta al día de los juegos de acción en 2D con toques de exploración y aventura (probablemente el mejor del género desde Castlevania: Aria of Sorrow) que encandilará a los fans de Metroid y similares, pero que también añade suficientes elementos como para agradar a los neófitos. Si además le sumamos un excelente apartado técnico y un precio más que razonable (herencia de su naturaleza de juego descargable), la única conclusión que podemos extraer es que Shadow Complex es el título que debéis jugar sí o sí este agosto en Xbox 360, y una muestra más de que el Xbox Live Arcade no tiene nada que envidiar a las estanterías de una tienda de videojuegos física.

9 / 10

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