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Shadows of the Damned

¡Magnífico!

El ritmo de la acción, en todo caso, es bastante acertado y hay algunas mecánicas bastante interesantes, aunque ciertamente estén ligeramente desaprovechadas. La oscuridad, por ejemplo, juega un papel fundamental: refuerza a los enemigos y drena la vida de Garcia, con lo cual tenemos que huir de ella o alumbrar los callejones disparando munición de luz a las cabezas de cabra que hacen la función de farolillos. También hay pequeños puzzles, pero su implementación ni resulta fresca ni es demasiado destacable por culpa de su extrema facilidad. Algo parecido pasa con el diseño de las armas, anodino hasta decir basta a pesar de que tengan dos modos de disparo (uno "de luz" para repeler la oscuridad de los enemigos, un toque muy Alan Wake).

Los cinco actos de Shadows of the Damned pueden terminarse en unas ocho horas, pero aunque durante la segunda mitad el ritmo decae ligeramente es uno de esos juegos que se las apaña para mantenerte enganchado de principio a fin sin demasiado esfuerzo. Lo que resulta sorprendente es que lo haga más por su salvaje sentido del humor y su estridente ambientación que no por una jugabilidad que cumple pero no llega a sorprender en ningún momento, en parte lastrada por un nivel de dificultad demasiado permisivo.

Paula: rubia y con cuerpo de modelo de Victoria's Secret. Normal que Fleming se la lleve al infierno.

Y no, no había olvidado a la tercera estrella en discordia, Akira Yamaoka. Conocido sobretodo por su trabajo como técnico de sonido y compositor musical en la saga Silent Hill, Yamaoka vuelve a firmar un apartado sonoro impecable con Shadows of the Damned. La banda sonora es fantástica y está plagada de sorpresas y pequeños matices, pero también se nota su mano en los efectos de sonido y los diálogos, narrados estupendamente en inglés y con subtítulos en castellano. Eso sin contar el soberbio tema principal, interpretado por, con el permiso de los Sex Pistols, uno de los grandes mitos del punk británico: The Damned.

Gráficamente, en cambio, oscila entre lo bueno y lo simplemente pasable. El diseño, que bebe del expresionismo alemán, es bastante inspirado (destaca sobretodo por la inusual paleta de colores), pero el uso del Unreal Engine trae consigo sus habituales defectos: un molesto pop-in en el streaming de texturas y algún problema puntual con el frame-rate. Técnicamente no es estelar, pero al menos tampoco defrauda.

Puede que a Shadows of the Damned le falte un poquito más de ambición para dar ese pequeño paso que permite cruzar la delgada línea que separa un juego notable de uno excelente, pero eso no evita que sea uno de los títulos más divertidos publicados en lo que llevamos de 2011 y una obra que pone en duda esa corriente de pensamiento que afirma que el videojuego japonés está en horas bajas. Seguramente su extravagante estilo y peculiar sentido del humor echarán atrás a más de un jugador, pero si te acercas a él con mente abierta y ganas de pasarlo bien su particular descenso al infierno te dejará más que satisfecho.

8 / 10

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