Avance de Sleeping Dogs
No todos los perros van al cielo.
Muchas vueltas ha dado este Sleeping Dogs hasta llegar a ser lo que es ahora: fue una secuela de la serie True Crime hasta que la cosa se torció, se presentó de nuevo con este cambio de nombre y el apadrinamiento de Square Enix y, poco a poco, fue ganando un terreno que no tenía para nada asegurado. Ahora mismo es uno de los lanzamientos más esperados; a mí ya me tenía bastante convencido, pero jugar durante un ratito a la versión no final que se podrá jugar también en el E3 me ha servido para comprobar definitivamente que podemos estar ante una de las sorpresas del año.
En el juego somos Wei Shen, un policía infiltrado que vuelve a Hong Kong después de una temporada en Estados Unidos. La ambientación hongkonesa no sólo es atractiva por su potencia estética, donde el choque entre la tradición china y los residuos de las colonias británicas hace que convivan conceptos tan etéreos como el feng shui con otros tan demoledoramente materiales como las espectaculares luces de neón de Kowloon; las artes marciales tienen un papel predominante en el juego, y fueron base de todo lo que pude jugar en la demo.
A pesar de que también hay armas de fuego, me alegró no ver ni una en todo lo que probé: desde la primera misión que hice, en la que tuve que ir a una academia de artes marciales a entrenar y aprender nuevos movimientos, la cosa se centró en el cuerpo a cuerpo. En este sentido parece un híbrido bastante bien montado entre GTA y un beat 'em up: nos movemos por un enorme mapa en el que tenemos muchas cosas que hacer y libertad para hacerlas en el orden que queramos, y a la hora de combatir se nota intención de conseguir que los puñetazos y patadas se sientan lo mejor posible.
Aunque un poco simplificado para encajar en el juego, el sistema de combate es ágil y divertido: hay un buen número de combos, los contraataques añaden un punto de dinamismo y no falta espectacularidad. Los golpes son potentes y pueden llegar a recordar a los de los Batman de Rocksteady; los contraataques varían en función de la posición desde la que nos vengan los enemigos, y no es raro ver todo tipo de movimientos que nos traen a la cabeza automáticamente las mil y un películas clásicas de Hong Kong: desde enemigos que nos sujetan por la espalda mientras nosotros pateamos como podemos a los que vienen a atacarnos hasta forcejeos en el suelo que acaban en dolorosos puñetazos en la cara y patadas en las zonas más sensibles.
Además de este énfasis tan refrescante en el cuerpo a cuerpo, Sleeping Dogs tiene todo lo que podemos esperar de un sandbox hoy en día: tenemos secciones de conducción en las que tenemos que huir de la policía, ir de un punto a otro pegándonos con todo el que se nos ponga por medio e incluso pequeñas pruebas, muy habituales en este tipo de juegos, en las que podemos intentar hacer los saltos más locos y compararlos luego con los de nuestros amigos; tenemos también una historia dramática, de la que no sé mucho aún pero en la que sí pude ver una mezcla agradable entre solemnidad y toques de humor en los momentos oportunos.
Todavía tenemos que esperar al 17 de agosto, fecha de lanzamiento del juego, para ver si a la hora de jugar la versión completa, que podemos suponer bastante larga, la cosa sigue funcionando tan bien. De momento, haber podido jugar un ratito a Sleeping Dogs me ha convencido de que estamos ante uno de los que podemos marcar en la lista de prometedores: los aficionados a los mundos abiertos encontrarán uno interesante y lleno de posibilidades; los seguidores del cine de acción chino tienen una mezcla de tiros y artes marciales que trae a la mente instantáneamente algunas películas muy icónicas de los 80; a los fans de los videojuegos, finalmente, puede que Sleeping Dogs les sorprenda muy positivamente. A nosotros, de momento, nos tiene encantados.