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Análisis de Sniper Elite V2

Un francotirador anda suelto.

En un juego en el que llevas a un francotirador lo mínimo es que sea espectacular y que pongan a prueba tu puntería. Intenta dispararle en la entrepierna a uno de esos nazis -¿no es lo que todos queremos hacer nada más empezar, o el problema es mío?- que verás en cámara lenta, y con un efecto de radiografía, cómo le vuelan ese par de saquitos. Si te pones creativo puedes intentar acertar en la granada que lleva en el cinto y así puede que dejes fritos al resto de la patrulla, hacer un pincho de dos soldados o crujirle el cráneo desde 1.500m sin ningún tipo de piedad.

¿Que no escuchas nada, dices? ¡Eso te pasa por poner la música tan alta!

Rebellion consigue que hacer de francotirador sea divertido. En este remake/repensada del primer Sniper Elite utilizan unos trucos efectistas y se alejan del realismo, con una cámara lenta que sigue a la bala cada dos por tres y que no se puede desactivar, pero que funcionan. Incluso nos creemos que los tanques exploten si les disparas a un botón en la parte trasera. En ocasiones puede llegar a ser pesado y repetitivo, sin duda, porque es complicado estar ocho horas sorprendiéndose de las explosiones internas de los enemigos, pero no nos engañemos: sabíamos a lo que íbamos, y enfrentarte a este juego pidiéndole que haga algo que ya sabes que no hará solo te arruinará esos momentos buenos que le podrías haber sacado.

Ese no olió el peligro.

Su gran problema, lo que verdaderamente desgasta al jugador, son las situaciones en las que te cuelgas el rifle en la espalda y tienes que tirar de silenciador o de metralleta. El soldado americano que llevamos ha decidido que él solito salvará el mundo de los nazis, misión muy loable, y para ello debe infiltrarse en las líneas enemigas y acercarse más de lo que debería. La inteligencia artificial tiene un oído finísimo y a la mínima que trotes ya estarán persiguiéndote; tampoco ayuda que cuando te encuentres con alguien suelan darse situaciones de esas de comenzar a disparar mientras corres y corren como pollos sin cabeza, o que acaben contigo en una situación más bien tonta y tengas que repetir toda una sección. Es un juego en tercera persona al que no le sienta nada bien eso del combate cercano, casi del estilo de los de principios de los 2000: no da la talla, directamente, y por tanto esos tramos se convierten en un pesado trámite antes de encontrar esa gloriosa atalaya en la que repanchigarte y desenfundar tu Mosin-Nagant. Se ha desaprovechado el poder de la infiltración y de los nervios que debe sentir alguien que tiene que camuflarse y dejar pasar a los enemigos porque está en inferioridad. Tampoco te animan, en absoluto, a utilizar esas minas o trampas: demasiado trabajo para no saber bien qué pasará. Y visualmente pierde toda espectacularidad.

Los prismáticos te permiten marcar enemigos.

Lo mejor es, como decíamos, que te centres en disfrutar de los pequeños desastres internos que puedes provocarles a los enemigos a lo largo de la campaña, que se alarga unas ocho horas. Si queremos afinar la puntería es conveniente dejar de respirar y tener en cuenta la distancia y el viento. Los más exigentes posiblemente queráis desactivar las ayudas, y eso complicará bastante la situación. Los escenarios suelen ser bastante grandes y los blancos en movimiento u otros francotiradores escondidos en la distancia y que debes buscar como si fuesen una especie de Wally muy macabro son algunos de los retos a los que te enfrentarás.

No están nada mal, tampoco, la posibilidad de pasarse por el multijugador, que propone retos cooperativos como misiones en las que uno hace de campero y ha de proteger a otro que avanza hacia un objetivo, una especie de modo horda o simplemente jugar la campaña con alguien.

El diseño de niveles y los gráficos no están mal, pero hay cosas que cantan un poco.

Hay mucho potencial en los juegos en los que llevas a un francotirador: la tensión de ser descubierto, los nervios al recargar tras una cobertura que se va despedazando, las oscuras estrategias que puedes seguir para sacar al enemigo de su escondite o el calcular la parábola de una bala que debe viajar varios cientos de metros. Sniper Elite V2 ni tiene la capacidad técnica ni quiere centrarse en eso y lo que busca es, básicamente, que te recrees en agujerear a los nazis de la forma más espectacular posible. Simple y básico pero resultón y, muchas veces, divertido.

6 / 10

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