Sonic Chronicles: La Hermandad Siniestra
Ahora con sabor a RPG.
El juego luce realmente bien en la portátil de Nintendo. Los escenarios pintados a mano son muy resultones, pero la perspectiva con la que se han dibujado dan pie a la confusión. No siempre sabes a dónde puedes ir y a dónde no desde tu nivel. En ocasiones para alcanzar un saliente o azotea tendrás que explorar distintos caminos hasta dar con la plataforma desde dónde se te permite saltar o el looping en el que coger impulso. Para los que gustan de peinar los escenarios a fondo esto puede tornarse frustrante.
Anotémosle un punto a favor por el hecho de representar a los enemigos sobre el terreno. Nada de combates aleatorios, aquí si quieres evitar una pelea basta con un “regate” a tiempo. No olvidéis que Sonic representa la velocidad hecha perfección. Sería poco creíble negar la posibilidad de rehuir a nuestro antojo. Y no es casualidad, es posible salir pitando de los combates literalmente. Pero no adelantemos acontecimientos.
Normalmente en este género, lo peor que puede pasarle al jugador es caer en las negras garras de la monotonía. Con muy mala uva reza el refranero: “el que nace lechón muere cochino”. Totalmente cierto en el caso de los RPG por turnos. La Hermandad Oscura no es la excepción a la regla, aunque incorpora mejoras que le dan vidilla. Durante los frecuentes combates iremos seleccionando las opciones de ataque, objetos, habilidades especiales, etc., desde un menú, para indicar a continuación el enemigo que recibirá las hostias con alegría. Acto seguido se invierten las tornas, él da y tú recibes. Todo muy clásico y a base de stylus. Quizás el aspecto más innovador de los combates sea el modo de ejecutar las habilidades (y bloquear las del enemigo), basado en diversos gestos con el lápiz, al más puro estilo Ouendan o Elite Beat Agents. Como consecuencia éstos requieren un grado de atención mayor, tanto ofensiva como defensivamente. Ahora no basta con pulsar ataque e irte a fumar un cigarro, porque posiblemente cuando vuelvas te encuentres al grupo mordiendo el polvo. Como decimos, hay que estar mucho más encima del juego. Parte de culpa tiene también el minijuego de huida. Eventualmente durante el combate el enemigo echará a correr acobardado, y nuestro grupo, deseoso de repartir estopa, le perseguirá. Durante una carrera de scroll lateral habrá que sortear obstáculos y pasar por encima de aceleradores a lo WipEout. Si somos lo suficientemente hábiles como para alcanzar a los perseguidos, podremos dar buena cuenta de ellos. ¡Ja!, ¿Dónde creen que iban?
La dificultad en general es baja, y disminuye aún más si incorporamos al grupo a ciertos personajes overpowered. Muy malo hay que ser para morir más de dos o tres veces hasta mediados del quinto acto. Además se puede experimentar con los Chao, unas criaturitas que iremos recogiendo en forma de huevos por los escenarios y que al vincularlas a los personajes les otorgan características extra. Estos Chao subirán de nivel potenciando sus efectos, y suponen el elemento on-line del título, al poder intercambiarlos con tus amigos vía wifi. Ya sabes, hazte con todos y tal.
Recapitulando lo dicho, no cabe duda de que Sonic Chronicles constituye la cabeza de puente de Bioware en el mercado de Nintendo DS por lo que debe ser juzgado como tal, como un primer acercamiento. En conjunto es un producto con cierto carisma, atrayente, y muy divertido al principio. Apto para un amplio espectro de jugadores dada su asequible dificultad. Sin embargo conforme pasa el tiempo empiezan a aflorar los detalles que restan atractivo a la experiencia. Y a los defectos inherentes al género se le suman otros propios. A pesar de todo, el debut de Sonic en este género se puede considerar un éxito, muy recomendable para cualquier fan de Sega, y recomendable para los amantes del rol oriental en general. Así que no temáis romper vuestro cerdo-hucha esta vez porque la sensación de despilfarro se esfumará a la misma velocidad que el icónico erizo azul. Además recuerdo que tiene final abierto. Una posible segunda parte flota en el aire, ¿no querréis perderos el comienzo de la historia, verdad?