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Steel Battalion: Heavy Armor

Tanques retro-futuristas.

Steel Battalion era más famoso por su mando que por su detallado aunque áspero acercamiento al combate de mechas. El joystick, con cuarenta botones y tres partes, era incluso más grande que la propia Xbox. Su complejidad y detalle hizo que el juego tuviese un precio fuera del alcance de la mayoría, asegurando su estatus como curiosidad y leyenda.

Aquellos que tuvieron la suerte de probar aquel extraño hardware pueden explicar el complejo procedimiento por el cual tenías que apretar varios botones antes incluso de poder moverte, o el botón de eyección que borraba cruelmente tu partida guardada cuando lo apretabas (un botón que, originalmente, debía estar protegido con una tapa de plástico que tenías que romper - Capcom, en última instancia durante la fase de diseño, decidió descartar la idea).

El mando era el corazón de la experiencia, así que es extraño que esta secuela lo elimine por completo y lo sustituya por algo que es igual de novedoso... pero no tan memorable.

Es un extraño transplante que al principio no resulta demasiado convincente. Kinect funciona en tándem con el mando normal de Xbox, y la gran cantidad de funciones que permite son un seguro de que es un digno sucesor de uno de los juegos más brillantemente complejos que se han visto en una consola.

Baja dos manos y sacas el periscopio, que te permite echar un vistazo más amplio al campo de batalla. Levántate y mira alrededor y tu personaje abrirá la escotilla del tanque para mirar desde la parte superior - con el riesgo de recibir una de las muchas balas que vuelan por los estruendosos campos de batalla de Battalion.

Mueve la mano y puedes interactuar con la cabina del tanque; puedes sacar un monitor que da acceso a cuatro cámaras situadas en la parte exterior, o alcanzar la parte derecha donde hay una palanca que permite cambiar de marcha.

Es una interfaz brillantemente mecánica, compuesta de acero, LEDs baratos y algún que otro chorro ocasional de vapor. Un mundo futurista anclado en máquinas que parecen sacadas de la segunda guerra mundial.

La narrativa de Steel Battalion: Heavy Armor proporciona la ambientación perfecta para esta atractiva estética. En el año 2020 un parásito que se alimenta de silicio acaba con los ordenadores de todo el mundo, mandando al planeta a una época de oscuridad tecnológica. Sesenta años después, cuando el juego empieza, la humanidad empieza a salir de ella.

Así que las estrellas de Steel Battalion, los tanques verticales (o VTs), parece más Panzers que Mechas. A los lados de estos dinosaurios bípedos de metal hay los adornos y pinturas que normalmente verías en el fuselaje de un B-52. El VT que hemos visto ha recibido el nombre de The Creeping Death, con un dibujo en su costado de la Parca.