Análisis de Steins;Gate 0
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El primer Steins;Gate es una de mis visual novels favoritas por muchos motivos: cómo construye una historia de viajes en el tiempo con elementos tan ordinarios como microondas, televisores y teléfonos, cómo se apoya en la cultura de internet y su particular mitología para armar su vocabulario, cómo se implanta en Akihabara y hace de su cultura una parte más de la historia, cómo coge a unos personajes que no podrían ser más estereotípicos de base y les añade capa tras capa de profundidad hasta que no queremos que acabe la historia para no abandonarles...
Steins;Gate 0 se sitúa justo antes del True Ending del primer juego. Okabe Rintaro está a un solo salto temporal de alcanzar la línea temporal 1.048596, la única que garantiza un futuro no distópico. En el juego original cogía fuerzas para realizar ese salto a pesar de la experiencia traumática que acababa de vivir, pero aquí se recoge una línea alternativa de eventos en que Okabe es incapaz de lanzarse. Unos meses después se cruza con Maho, compañera de universidad de Kurisu en EEUU, que le pone al corriente de un proyecto de Inteligencia Artificial que acerca al mundo a un terrible futuro.
Este 'What if' de la primera entrega tiene un tono más duro desde el minuto uno. Steins;Gate comenzaba con un variopinto y alegre grupo formado por científicos, cosplayers y @channelers (el equivalente en el juego a un 4chanero) que descubrían una máquina para mandar mensajes al pasado. Conforme se iban desgranando las consecuencias de alterar las líneas temporales la historia iba cogiendo un cariz cada vez más turbio. Aquí tenemos a un Okabe machacado hasta la saciedad, incapaz de vencer a unos "Campos de Atracción" que insisten en matar a una de sus personas queridas a pesar de sus innumerables viajes en el tiempo para evitarlo. Ha abandonado su álter ego Kyouma Hououin, un 'científico loco' que busca dominar el mundo, y ha vuelto a la universidad para llevar una vida lo más normal posible.
La pérdida de la cotidianidad que envolvía al primer juego se hace palpable desde bien pronto. Steins;Gate solo podía pasar en Akihabara, era una historia que se fundía con las interacciones diarias en el entorno donde esta sucedía. En S;G0 Akihabara es un telón de fondo; las localizaciones son casi las mismas que las del primero, pero no se aprovecha tanto el juego con el día a día.
La aparición de Maho con la IA 'Amadeus' es el punto de partida de una historia sobre tema tan variopintos como la manera en que la memoria nos define como personas, nuestra consciencia como elemento maleable, la posibilidad y moralidad de mantener a una persona viva virtualizando sus recuerdos, los retos a la hora de alcanzar una IA funcional... Lo más interesante es que cuenta todo esto no solo con nuevos elementos, sino también recuperando y reflexionando sobre tecnologías de la primera entrega (como los envíos de consciencia al pasado), añadiendo capas de profundidad a lo que nos contaba esta.
Ninguno de estos temas es nuevo en ciencia-ficción, pero al igual que en el primer juego Steins;Gate 0 sabe manejar a la perfección los ritmos: cuándo ponerse serio y cuándo ser cómico, cuándo lanzar una discusión sobre los límites y problemas de la Inteligencia Artificial y cuándo discutir sobre qué cosplay llevar a una convención de Anime. Es una historia que reflexiona sobre lo que nos hace humanos sin dejar de ser ligera, divertida y emocionante.
La estructura es menos lineal que en el primero, donde había un único camino hacia el final que se podía parar prematuramente si tomábamos una decisión en un momento dado. Aquí el numero de finales se similar, pero se crean distintas ramas. Aunque la mejora más evidente es que el mecanismo que rige los finales es bastante más sencillo: los cambios aparecen en función de si cogemos o no las llamadas de cierto personaje, con los mensajes (ahora con un servicio al estilo de LINE, con stickers y todo) relegados a un segundo plano.
Aunque Steins;Gate 0 mantiene el tipo en casi todo momento con respecto al primero, sale perjudicado en un par de aspectos. El primero son los personajes nuevos: tan solo Maho llega al nivel de los del primer juego, mientras que el resto de personajes nuevos pasan relativamente desapercibidos por no cobrar protagonismo en casi ninguna de las tramas o por ser demasiado distintos en cada línea temporal.
Aunque el bajón más sorprendente es en la calidad de algunos de los dibujos. El estilo de ciertos personajes ha cambiado sustancialmente de un juego a otro, (en mi opinión a peor y más genérico) y de cuando en cuando se reusan imágenes del primero que no terminan de encajar. Algunas de las ilustraciones CG, además, tienen unos problemas de perspectiva o de expresiones faciales que son aún más inexplicables si tenemos en cuenta que hay ilustraciones nuevas con un detalle excelso.
Ya que estamos con las ilustraciones podemos tocar el tema del fanservice. Entiendo que en Japón es algo común y que hablo desde mi perspectiva irremediablemente occidental, pero me apena porque parece mostrar desconfianza en la obra que tienes entre manos. Esta es la cuarta visual novel japonesa que analizo este año; de todas ellas esta es con diferencia la mejor escrita y la que más ha captado mi interés a cada minuto. No creo que necesite de un par de momentos gratuitos con carga erótica para que la gente se interese por él.
Para cerrar, es importante tener en cuenta es que la historia está escrita dando por supuesto que ya has jugado primer título. A pesar del 0 en el título no es nada recomendable empezar por este si no tienes experiencia previa. Si estás en esta situación y te interesa lo que has leído, te animo a probar el primer S;G o, como mínimo, ver el anime para enterarte del argumento antes de lanzarte a por este juego.
Steins;Gate 0 mantiene casi todas las virtudes del primero y resiste a la tentación de convertirse en un fanfiction facilón, lanzándose a explorar temas, personajes y tonos nuevos sin abandonar en ningún momento su identidad propia. Se queda corto en algún aspecto, pero lo que queda al final es que sigue sacando sonrisas y emocionando con tal sencillez que hace que parezca fácil escribir una historia tan carismática. El Psy Kongroo.