Análisis de Super Crate Box
Adicción salvaje.
Solo con dedicarle cinco minutos ya sabes que te va a enganchar. Super Crate Box consigue hacer lo mismo que Tiny Wings o Jetpack Joyride: atraparte con unas mecánicas muy simples para convertirte en un hombre burbuja pegado a un móvil con el que se enfadarán amigos y novias y novios pero eso te da igual porque estás picadísimo, y responderles con monolísabos es más que suficiente. ¿O no? ¿Qué más quieren?
Todo el escenario cabe en la pantalla de tu iPhone o iPad. Está dividido en varias plataformas por las que puedes moverte y saltar, y los enemigos salen arriba y siguen un recorrido lineal hasta llegar a un hueco con fuego en la parte inferior. Si se queman vuelven a aparecer arriba pero rojos y corriendo el doble.
Tu gracioso personaje tiene que evitar, pues, que esos bichitos se quemen, porque cuando empieza la avalancha roja es difícil frenarla. Mientras tanto debes ir recogiendo cajas, que aparecen aleatoriamente y de una en una en cualquier parte del escenario, y que te suman un punto en el marcador y te cambian el arma, también de manera aleatoria. Cada una tiene sus pros y sus contras, como los misiles, que acaban con varios enemigos a la vez pero que tienen un tiempo de recarga considerable, o la minigun, que es potente y efectiva pero con un retroceso demencial. Solo el lanza discos es capaz de matarte así que ojo, que perder una partida así es lo que más duele en el mundo.
Al principio la gracia está en conseguir suficientes cajas como para desbloquear nuevas armas y abrir los tres escenarios. Luego te recompensan con más trajes para el personajillo y, finalmente, con nuevos modos de juego. La curva de dificultad es suave y está bien llevada, ya que al principio asumes cada muerte como algo natural, como en Super Meat Boy, casi como un prueba y error para acabar de calibrar estrategias y afinar la puntería. Poco a poco, sin embargo, te das cuenta de que mejoras. Te haces bueno y ves que ya no aceptas bajar de un determinado número de cajas por partida, y ves también que el objetivo que te has marcado está más cerca. Empiezas a conocerte cada arma y sabes dónde colocarte, cómo afrontar situaciones conflictivas con ellas y cómo evitar que la partida se te vaya de las manos. Cada caja es más fácil pero cada muerte más frustrante, y los errores más imperdonables. Y no puedes parar, no sabes cuándo ni cómo parar.
Otra razón más para jugarlo son sus gráficos retro y la banda sonora hip chiptune, como la definen, y que además podéis descargar gratuitamente desde aquí.
Cada vez me gustan más estos juegos que sacrifican diversidad en favor de centrarse en un par de mecánicas simples pero con cierta profunidad, que puedes dominar. Es prácticamente ilimitado, y quizás lo único que le hubiésemos podido pedir a los holandeses de Vlambeer respecto a las versiones de PC y Mac es alguna pantalla y armas más. En todo caso, por 0,79€, es una ganga. Y supongo que no hace falta que os diga por qué este análisis es corto.