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Super Mario Galaxy 2

Evolución.

Otras novedades que pudimos apreciar eran un taladro, que agitando el Wiimote permite crear un agujero con el que inspeccionar la parte interior de los planetas, o unas banderas que actúan como checkpoints (similares a las de New Super Mario Bros.) con las que no es necesario retomar el nivel desde el principio si morimos. En realidad, es algo mucho más importante de lo que parece, porque Super Mario Galaxy 2 es un juego más difícil: algunas pantallas supondrán un reto considerable incluso para los jugadores más experimentados, pero en ningún momento se pierde un solo ápice de accesibilidad. Es un matiz importante: SMG2 puede ser más complejo, pero sigue siendo tan sencillo para el neófito como lo ha sido siempre.

Ese énfasis se nota también en los enfrentamientos con los jefes finales, que adquieren una importancia mucho mayor en esta secuela. Hay más variedad y no tienen ningún tipo de complejos en ponernos en apuros, pero se recompensa ese esfuerzo extra del jugador con una experiencia más gratificante. Una planta carnívora gigante llamada Petey Piranha, que nos aguarda al final de Sky Station Galaxy, es un perfecto ejemplo de ello. Al principio es un enemigo mucho más difícil de batir de lo que parece, pero todo forma parte del proceso: hay que identificar su punto débil para después encontrar la forma de explotarlo. Lo brillante es que por mucho que se complique la situación nunca resulta frustrante.

En general, continuamente se aprecia esa manera casi artesanal que tiene Nintendo de diseñar videojuegos. Tanto las mecánicas jugables como los niveles son un prodigio de creatividad y refinamiento del que muchas otras desarrolladoras deberían tomar ejemplo: todo está perfectamente colocado en su lugar y todo funciona exactamente como debería. Incluso cuando probamos un nivel bastante complicado, en el que la gravedad cambiaba continuamente de dirección, éramos conscientes en todo momento de que había detrás un plan detrás perfectamente hilvanado que había que seguir a pies juntillas si queríamos superar la pantalla. Y aún así, no hubo ni un instante en el que tuviésemos la tentación de dejar el mando, hastiados de tener que repetir por enésima vez un salto exageradamente preciso. Buena parte de la grandeza de SMG2 está ahí, en jugar con el jugador sin que éste crea que le están tomando el pelo.

Super Mario Galaxy continúa siendo hoy, más de dos años después de su lanzamiento, uno de los títulos más impresionantes a nivel gráfico de Wii, y su secuela mejora todavía un poco más en ese aspecto. El diseño visual de sus coloristas planetas es excepcional, con tal calidad en el modelado y las texturas que permite que la consola de Nintendo, técnicamente inferior, mire tête à tête a Xbox 360 o PlayStation 3. Tiene muchísimo mérito que si comparas SMG2 con, por ejemplo, el último Ratchet & Clank no pienses que el primero es tecnológicamente muy inferior. Y el sonido, claro, acompaña a la perfección, ya sea por las voces de Charles Martinet, por los simpáticos efectos sonoros o por la soberbia banda sonora orquestal (que no es MIDI, tal y como erróneamente dijo Matt Casamassina).

Hay una lección que me quedó grabada a fuego en la universidad cuando aprendí a programar: si algo funciona, no lo toques. No es exactamente lo que ha hecho Nintendo con Super Mario Galaxy 2, porque se han introducido no pocas novedades que aportan variedad y refinan la fórmula, pero tampoco es una revolución de lo que ya vimos en la anterior aventura. Ni falta que hace, la verdad: hubiese resultado estúpido rizar el rizo cuando tienes una base tan buena sobre la cual trabajar. Últimamente está muy de moda criticar la falta de innovación, y quizás sea esa la razón de fondo por la cual Nintendo habla de un "juego nuevo", pero no nos engañemos: cuando el resultado es algo como lo que Shigeru Miyamoto tiene entre manos esa falta de novedad se suple con verdadera genialidad. Y, sinceramente, mucho mejor así.

Super Mario Galaxy 2 sale a la venta el 11 de junio.

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