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Probamos la Super Nintendo Classic Mini

El eterno retorno.

Como casi todo el amplio abanico de emociones que puede llegar a experimentar el ser humano, la nostalgia es algo tan universal, genuino e inconfundible como el amor, la ira o la tristeza. Se puede considerar una emoción en menor medida que las demás, por aquello de que responde a circunstancias que ya hemos vivido, está estrechamente relacionada con hechos del pasado, y quizá eso hace que pierda pureza. Otro rasgo muy peculiar de la nostalgia es que actúa dentro de un marco temporal determinado, varía para cada persona, y esta directamente influenciado por su propia experiencia: la nostalgia es cambiante, pues loes estímulos que la activan no serán los mismos para un abuelo de setenta años que para un chaval de veinte. Para reproducir el mismo tipo de nostalgia en una gran número de personas, esas personas deben haber tenido experiencias similares cuando eran jóvenes, y esa característica casi única es la que mejor define la etapa que Nintendo quiere revivir ahora: el efecto que se quiere conseguir no sería posible si hace más de veinticinco años las consolas de Nintendo no hubiesen alegrado las tardes de miles de niños que ahora no lo son tanto. De esa manera, al ser una emoción muy fácil de detectar, también hemos conseguido analizarla y ser capaces de reproducirla en los demás, incluso comercializarla, como es el caso.

En el ámbito de los videojuegos y en la labor de lograr transmitir esa nostalgia por el videojuego retro en concreto, Shovel Knight es el representante principal por bandera, pero él lo tenía más fácil: toma referencias y reproduce formas de jugar idénticas a decenas de juegos de toda una época, elimina lo peor que tenían, y le añade ideas nuevas y una personalidad visual capaces de llevar a cabo con la tecnología actual. "Cuando tratas de evocar las memorias de un juego o una serie no estás solamente tratando de competir con el juego original, sino también con los recuerdos nostálgicos de la gente sobre ese juego", explica Mark Brown en un Game Maker's Toolkit sobre el juego. "Los juegos viejos se ven mejor, suenan mejor y se sienten mejor en nuestras cabezas". Así, Shovel Knight transportaba a una época pasado a muchos jugadores porque supo canalizar lo mejor de aquel entonces y utilizarlo para ser mejor que las obras de las que toma referencias. Al igual que su predecesora, la Super Nintendo Classic Mini consigue el mismo efecto nostálgico pero con intenciones completamente diferentes: el lugar de competir o tratar de mejorarlas, se trata de perpetuar la vida de aquellos juegos, y sin modificarlos ni un píxel, guardando un profundísimo respeto por la obra original. Ni un filtro, ni un retoque, ni una correción de bugs: cualquier obra es producto de su época hasta el final de sus consecuencias, y esa admiración por ellas con sus virtudes y sus defectos son el culto que se merecen, ni más ni menos.

La consola ha sido recreada con una precisión tremenda pero en un tamaño casi de bolsillo, y los mandos son sencilla y exactamente iguales. Gracias al uso de los mismos materiales y a mantener las características de la máquina original, la experiencia es también la misma.

Estos viajes al pasado como viejas glorias en formato enano son un ejercicio de melancolía tremendo, y también algo difícil de conseguir, pero Nintendo está invirtiendo mucho esfuerzo en recrear de la forma más exacta posible la experiencia de jugar con aquellas antiguas consolas hace un par de décadas. Dejando de lado la parte fácil, que es hacer una selección de los veintiún juegos que la consola traerá instalados (los cuales se ven todos de maravilla y de forma casi idéntica a como se ven en la original), seguramente los más míticos del catálogo, la parte importante está en la dimensión física de la experiencia: la consola ha sido recreada con una precisión tremenda pero en un tamaño casi de bolsillo, y los mandos son sencilla y exactamente iguales. Gracias al uso de los mismos materiales y a mantener las características de la máquina original, la experiencia es también la misma, y eso incluye (y debe incluir), que los cables de los mandos no sean muy largos para obligarte a estar pegado al televisor. Esto en su día tenía una razón de ser tecnológica, los mandos solo podían estar conectados por cable y además no se podía resetear la consola desde ellos, no existía una interfaz para ello.

Por eso mismo, con la intención de representar al milímetro las tardes de juego de todos esos críos, los mandos van por cable y además no son muy largos porque no deben de serlo. Esta característica fue el defecto principal que se le atribuyó a la anterior Nintendo Classic Mini, por cuestiones prácticas para la mayoría de gente: aquellos chavales que jugaban sentados en el suelo mirando a medio metro a una tele de tubo, ahora juegan desde un sofá a varios metros de un plasma de cincuenta pulgadas. Lo que pudiera parecer un defecto que aquí se mantiene, en realidad es una virtud y una de las más importantes: tanto NES Mini como SNES Mini quieren que tengas que estar cerca de tu televisor para jugar, si puede ser sentado en el suelo, mejor, y aunque ahora no te parezca tan cómodo, es exactamente como jugabas en aquella época. A través de esa imitación casi mimética de costumbres y posturas, es la única manera de llegar a transportar de verdad a los jugadores a esos tiempos pasados, y de ahí que el reseteo si siga haciendo desde el botón de la consola, obligando al jugador a levantarse de donde esté para cambiar de juego.

La nostalgia es esencial, desde luego, pero no es lo único importante de esta SNES Mini. Para muchos jugadores que, o bien no vivieron la época de la consola original o bien si lo hicieron pero no pudieron disfrutarla por cualquier motivo, esta es una oportunidad perfecta para hacerlo ahora y de la forma más accesible posible. Podrían haber jugado antes de formas ilegales, ya que las roms llevan navegando gratis por internet años, como si de música sin derechos se tratase, sin limitaciones ni penalizaciones, pero aquí se juega a otra cosa. De esa forma, la sensación de jugar algo anterior a nosotros se pierde entre configuraciones odiosas de PC, mapeados de teclado y pausas para mirar el Twitter, nada que ver con el viaje en el tiempo que supone estas versiones en miniatura de Nintendo. Otro de los motivos de peso para tener la consola, dejando de lado la nostalgia, es el lanzamiento oficial del juego completo de Starfox 2. Starfox 2 se quedó en su día al 90% de su desarrollo, pero cuando el equipo estaba a punto de terminarlo, Nintendo decidió que no saldría al mercado. La rom del juego incompleto también lleva tiempo en internet y los fans habrán acudido a ella, pero esta es la primera vez que el juego se lanza al mercado de forma oficial. Starfox 2, que introduce a la fórmula del primero variantes tan significativas como la transformación bípeda terrestre del Arwing, el Walker, o un mapa en el universo en el que determinar las prioridades (por ejemplo, defender Cornelia de una embestida o realizar un ataque relámpago a una base enemiga, tú eliges que hacer antes), por fin se ve a si mismo terminado: el antiguo equipo de desarrollo ha hecho un gran esfuerzo en volver a juntarse para acabarlo y preparar este lanzamiento mundial, siendo a través de esta consola la única manera de jugarlo entero.

Super Nintendo Classic Mini recoge 21 juegos clásicos con la religiosidad y admiración que se merecen, valora el trabajo de tantos años y consigue preservarlos.

Yo iba a empezar este texto diciendo que no os iba a hablar de nostalgia porque no podía hacerlo. Mi nostalgia es otra, está diez años más allá, porque cuando la Super Nintendo original había salido a la venta yo aun no había nacido. Se puede llegar a pensar que esa circunstancia invalida todo lo que he dicho, puesto que yo no estuve para vivirlo, pero no es tan sencillo: la nostalgia, también como otras emociones, es capaz de pasar de un individuo a otro, a través de algo tan sencillo como compartir. El ambiente en el Showroom de Nintendo de Madrid donde pudimos probar la consola era muy agradable, acogedor, incluso de celebración. Entre otros periodistas y representantes de Nintendo se intercambiaban anécdotas y experiencias, recordando y festejando de alguna forma que todos vivieron aquello y lo vivieron de una forma similar. "Este juego me lo hice en la Super original al 100%, pero ahora es imposible... Yo no sé como me lo pude hacer... Pero es que era muy bonito, a mi este juego...", comentaba un compañero. "El Megaman X, que no se acuerda nadie de él, era buenísimo", le decía otro a Víctor Junquera, el PR de Nintendo. "Megaman era la polla", respondía él. Y a mi, en una esquina toqueteando la consola mientras aprendía de lo que escuchaba a mi alrededor, el bueno de Víctor vino y me dijo: "Esto a ti te pillará lejos ya... eres muy millennial", ante lo que solo pude darle la razón entre risas. En ese momento, después de llevar un buen rato escuchándoles a todos, comprendí mejor de que iba la movida: transmitir esa nostalgia e imitar esa experiencia de hace tantos años en parte se consigue gracias a las personas. Nintendo pone esperanza y parte de la responsabilidad en los jugadores, que si son curtidos tendrán el mismo respeto que ellos por la máquina y compartirán sus experiencias, y si son novatos, aprenderán de las de los demás y podrán sentir también por ellos mismos un poco de ese sentimentalismo por el pasado, aunque no sea el suyo.

Super Nintendo Classic Mini recoge veintiún juegos clásicos con la religiosidad y admiración que se merecen, valora el trabajo de tantos años y consigue preservarlos. Los jugadores, tanto veteranos como noveles, son los que toman el relevo, y juntos, terminarán el trabajo: los harán eternos.

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