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Análisis de Tembo the Badass Elephant

Con paciencia y saliva.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Game Freak sale de su zona de confort, y lo hace con un juego tan tradicional, arriesgado y divertido como contradictorio.

Si uno tira de currículum verá que ha habido alguna que otra excepción por el medio, pero para el estudio japonés Game Freak no ha debido de ser fácil desarrollar una y otra vez la misma fórmula, la de los Pokémon, durante los casi 20 años que han pasado desde el lanzamiento de los ya míticos Rojo y Azul. Cualquiera de nosotros se habría vuelto completamente majara a la hora de plantear un nuevo proyecto alejado por fin de su alianza con Nintendo y del corsé que se le presupone a dichos encargos, así que quizás debamos de emitir un suspiro colectivo al comprobar que se trata de un plataformas relativamente tradicional protagonizado por un elefante que mezcla a Rambo con Sonic, el erizo. Bueno...casi.

Tembo: The Badass Elephant, lo diré ya, es uno de los juegos más tramposos con los que me he encontrado en los últimos tiempos, en su mayor parte por los motivos correctos pero también por alguno equivocado; y lo es porque consigue, con prácticamente todas y cada una de sus decisiones de diseño, convertirse en una obra eminentemente contradictoria, hasta el punto de hacer que nos cuestionemos si esta gente sabía exactamente qué quería lograr o simplemente el talento y la inspiración han sido suficientes para no hacer caer al jugador en la frustración más absoluta.

Aunque de entrada es fácil situarlo junto a otros juegos recientes como Hell Yeah! o Shank -o incluso, por la similitud de su apartado gráfico (aunque salvando las evidentes distancias en cuanto a ambientación), con el Valiant Hearts de Ubi- lo cierto es que Tembo cuenta con una ascendencia de alta alcurnia. La más evidente, la del veloz erizo azul de Sega, es la más agradecida pero también la más desaprovechada: sorprende que una cantidad enorme de movimientos como el salto, el ataque aéreo, la embestida y un largo etcétera; pensados todos ellos para encadenar movimientos con soltura y velocidad, se vean lastrados por distintos puzzles y mecánicas que ralentizan el ritmo. Otros referentes, como Donkey Kong Country o, si me descuido, incluso Metal Slug, nos demuestran que esta gente no son principiantes, sino gente que conoce su herencia, la entiende y la respeta; aunque no siempre aciertan a la hora de trasladarla al núcleo del juego.

Tembo the Badass Elephant es un plataformas exigente, de los que obligan a pensar nuestros movimientos y a fiarnos más del control que de la intuición.

Y es que quizás su mayor virtud, que es la de beber de todos estos plataformas clásicos y conseguir capturar ese espíritu tan agradecido tanto para el jugador retro como para el que solo busca un arcade divertido con el que pasar el rato, se convierte también en su gran talón de Aquiles al incorporar una serie de marcadores, estadísticas y objetivos que contradicen lo que el juego parecer querer transmitir. La mejor muestra de esto lo encontramos al final de cada pantalla, cuando vemos que aunque avanzar se limita a derribar a los distintos enemigos, robots y vehículos que encontramos a nuestro paso debemos también de recoger cacahuetes con un uso similar al de las monedas de nuestro amigo el fontanero, salvar a rehenes ocultos en distintos puntos de cada pantalla, ir multiplicando un medidor de combos con cada porrazo e ir examinando detenidamente las distintas partes del escenario.

Molesta especialmente esta dicotomía si pensamos que tanto el control como los escenarios son justo dos de los aspectos mejor trabajados en el caso que nos ocupa. Si dejamos de lado las pegas anteriormente expuestas, Tembo se deja manejar con una agilidad mayor de lo que se le presupone a los demás miembros de su especie, y es difícil no pasárselo bien embistiendo a soldados o reventando tanques a trompazos. Los escenarios, a su vez, se notan pensados al milímetro para hacernos pensar en qué camino es el más adecuado, y sugerirnos al mismo tiempo que volvamos a una fase anterior para encontrar lo que hayamos dejado atrás.

Por lo demás, nos encontramos con un plataformas exigente, de los que obligan a pensar nuestros movimientos y a fiarnos más del control que de la intuición para superar las cuatro horas que nos puede llevar cumplir los objetivos principales y superar a los distintos jefes finales, todos ellos diseñados con gusto y capaces también de ponernos un reto a la altura. Nada que ver con la historia, que resulta prescindible hasta para los propios desarrolladores, los cuales en ningún momento demuestran buscar algo que no sea aportar un poco de contexto y repartir cuatro o cinco chascarrillos antes de cada pantalla.

Tembo no llevará el sello de Nintendo detrás, pero tampoco le hace falta para mostrar algunas de las señas de identidad que han convertido a la gran compañía nipona en una garantía a la hora de hablar de plataformas divertidos y estimulantes.

Puede que hasta ahora no hayáis visto nada que lo diferencie de otras alternativas o que lo sitúe un escalón por encima de las demás, pero esta escapadita del veterano estudio japonés era sin duda necesaria. En una industria en la que tan solo Rayman consigue proyectar un soplo de aire fresco en un género básico dentro de los videojuegos se necesitan más proyectos como este, capaces de mezclar acción con humor y de despertar nuestra simpatía con pequeños gestos como onomatopeyas, efectos de sonido o un protagonista tan carismático como un elefante furioso con una cinta roja atada a la cabeza. Tomarse en serio solo en lo necesario puede sonar raro como consejo, pero pocos podrán calificarlo a estas alturas como otra cosa que no sea un acierto.

El mayor problema de Tembo, The Badass Elephant es querer ser demasiado en un espacio relativamente limitado. Si estuviéramos hablando de un estudio cualquiera esto sería suficiente por sí solo para hablar de fracaso o de desilusión; pero es de Game Freak de quienes hablamos, y por ello han sabido ofrecer un producto que en los puntos más básicos de lo que entendemos como un buen juego raya un nivel por encima de la media. No llevará el sello de Nintendo detrás, pero tampoco le hace falta para mostrar algunas de las señas de identidad que han convertido a la gran compañía nipona en una garantía a la hora de hablar de plataformas divertidos y estimulantes. Sin ser una de esas obras que marcan tendencia, este elefante está lejos de tener que caminar lentamente para ir a reposar junto a sus compañeros. Visto como despedaza metal a cabezazo limpio, más bien todo lo contrario.

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