Terra Nil es el nuevo juego de los creadores de BroForce, y es maravilloso
Abono apocalíptico.
Estoy encandilado, porque Terra Nil ha puesto mi mundo patas arriba. Y os voy a decir una cosa: es algo que nunca habría esperado, viniendo de los creadores de BroForce. Me encanta ese juego, pero es un título de acción descerebrada donde los héroes destrozan una tierra pixelada. Terra Nil, en cambio, es un sereno juego en el que debes restaurarla.
Es una especie de juego de creación de ciudades. "Una especie" porque aquí lo que buscas no es precisamente que la gente venga y viva en tu creación. Quieres que sea la naturaleza la que lo haga. Quieres que vengan pájaros, abejas y animales para repoblar una zona destrozada de la Tierra. Un yermo con tierra seca y árboles muertos, en el que no vive nada ni nadie. Pero con una serie de máquinas futuristas puedes cambiar eso.
Estas máquinas te permiten transformar lentamente el escenario. Por ejemplo, lo primero que aprendes es a construir una turbina de viento para generar energía, y luego una máquina para limpiar la tierra y hacer que sea fértil. Luego debes conseguir que crezca el verde en esa tierra con otra máquina, plantando hierba, arbustos y árboles. Y cuando tienes eso consigues más recursos para comprar nuevos artilugios.
Pero hay una estrategia a la hora de hacer todo esto. No puedes construir cualquier cosa en cualquier lugar. Las turbinas, por ejemplo, solo se pueden construir en pequeñas formaciones rocosas, y tienen un pequeño radio de acción. Esas pequeñas formaciones rocosas son limitadas, y aunque puedes crear las tuyas propias, también necesitarás agua. No hay agua en todo el mapa, así que también tendrás que crearla. Todo esto tiene un coste en forma de hojas (recursos), y si no tienes cuidado te quedarás sin, obligándote a empezar otra vez desde el principio.
Esa es solo la primera capa de complejidad. Nuevas capas se desbloquean cuando logras cumplir con tu objetivo principal. El primero es cubrir una parte del escenario con verde. El segundo, para mí, era cubrir esa tierra con biomas - bosques, humedales y prados - desbloqueando nuevas máquinas para conseguirlo. Pero nunca es algo directo. No puedes simplemente plantar un bosque; primero debes quemar una zona para que el suelo quede rico en cenizas, necesarias para ese crecimiento. El juego se va abriendo poco a poco y aparecen nuevos objetivos, aumentando la complejidad.
La genialidad, sin embargo, llega al final. Veréis, al jugar me carcomía un poco el hecho de que finalmente tengamos un juego sobre restaurar el bello orden natural de nuestro planeta - una idea que no podría ser más necesaria actualmente - pero seguía siendo un juego de construcción. Seguía girando alrededor de nuestra intromisión en el orden natural, dejando máquinas en el camino. Pero entonces llegó el toque genial de Terra Nil.
La diferencia fundamental entre Terra Nil y el resto de juegos de construcción es que el objetivo final es eliminar todo lo que has construido. No dejar rastro de tu presencia. La última capa del juego te obliga a reciclar todos tus edificios, y a usar los materiales de ellos para construir una nave y volar a otra zona donde se necesite tu ayuda. Construyes, devuelves la tierra a la naturaleza y luego te vas. Del todo. No tengo palabras para describir lo mucho que agradezco esto. Es como si jugase a un juego de construcción al revés. Y la emoción de dejar una tierra totalmente virgen es enorme.
Hay pequeñas emociones en el camino, claro, como por ejemplo ver como los animales vuelven gradualmente a una tierra que antes estaba desolada. Manadas de ciervos empiezan a aparecer, bandadas de pajaros sobrevuelan el escenario y los peces nadan por los ríos. Incluso ves algunos osos en tus bosques. Es un mundo en el que incluso el regreso de la lluvia es motivo de celebración. Terra Nil es motivo de celebración, la verdad. Y no puedo esperar a poder jugar más a él.
Traducción por Josep Maria Sempere.