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Análisis de Thank Goodness You're Here! - Un simulador de recadero en el que sólo creamos más problemas

Ouch.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Tan atrevido como raruno, Thank Goodness You're Here! es un festival del humor absurdo que bien podéis odiar, o bien podéis amar, sin punto medio.

No me gustaría empezar el texto sobre la típica perorata sobre que los videojuegos y el humor no tienen la relación más fructífera de todos los tiempos. No porque no sea cierto, que lo es, sino porque a Thank Goodness You're Here! la tendencia general de la industria se la trae al pairo. En los tiempos que corren, ese tipo de descaro nunca está de más.

Con su mezcla de humor británico, puzzles un poquito enrevesados y linealidad que en el fondo no lo parece mucho, lo nuevo de Coal Supper, creadores del infravaloradísimo The Good Time Garden, y publicado por Panic (Firewatch, Untitled Goose Game) es absurdo hasta las trancas, y te pone en tesituras difíciles de explicar cuando alguien entra a la habitación mientras estás jugando.

La premisa es que llegamos a una localidad del norte de Gran Bretaña como parte de nuestro trabajo como vendedores ambulantes. Allí vamos conociendo, poco a poco, a sus habitantes. Generalmente, nuestra primera noticia de ellos será que tienen algún tipo de problema, y será nuestra misión, claro, ayudarles a solucionarlo. Algunos de estos conflictos serán bastante sencillos, incluso mundanos: un personaje ha perdido las llaves y otro tiene atascadas sus tuberías. Hasta aquí, la premisa es bastante convencional. Lo que no lo será tanto serán las soluciones: el juego tiene una manera en cierta medida mágica de conseguir darle la vuelta a todas las situaciones y salir por lugares que no nos esperamos.

En cuanto a su tipo de comedia, lo cierto es que no gustará a todo el mundo. Seguramente eso ya os lo imagináis cuando he mencionado el entorno marcadamente británico en el que el juego busca ubicarse. Sus gags, a veces rozando lo surrealista, a veces deliciosamente simplones, y en ocasiones hilando extremadamente fino con juegos de palabras o mezclas de conceptos, requieren un poco de esfuerzo de nuestra parte para entrar del todo en su dinámica, en la mezcla de conceptos en la que se mueve su universo. A mí, personalmente, me costó un poquito pillarle el punto, especialmente por el hecho de que comencé a jugarlo con los textos en castellano. No es que la localización esté mal - de hecho, es muy solvente, y tiene chistes casi tan graciosos o más como los de la versión original - pero también tiene sus límites, y ciertos matices, como los acentos de los personajes, o algunos juegos de palabras, son bastante más complicados de entender si estamos pensando en castellano.

Uno de los aspectos más llamativos de Thank Goodness You're Here! es la sencillez de su control. Tenemos un botón de saltar, uno de pegar patadas… Y ya está. El título juega mucho con esta idea, la de que sólo tenemos una manera de interactuar con todo. Por ejemplo, pegar una patada nos servirá para hablar con los NPC. Cuando agoten sus líneas de diálogo, en vez de repetírnoslos, simplemente dirán “ouch”. En ocasiones, estamos intentando, digamos, abrir una puerta o una caja, y todo lo que hay a su alrededor se desmorona. En los casos en los que no sepamos muy bien cómo avanzar, patearlo todo suele ser una manera válida de proceder. La sencillez de esta dinámica le da, la verdad, un tono slapstick bastante divertido al juego, y también nos permite crear nuestros propios chistes. En un desarrollo fundamentalmente scriptado, donde los acontecimientos se suceden uno detrás de otro de manera predeterminada, la patada nos deja hacer nuestra pequeña comedia.

En este sentido, Thank Goodness You're Here! se preocupa de dejar ciertos elementos intrascendentes, pero interactuables de fondo de cada escena. Podemos atormentar a los trabajadores locales que están tomándose un descanso para almorzar dándoles una patada justo en el momento de antes de que se lo lleven a la boca, haciendo que casi se les caiga; los pájaros, las bolsas de basura o las flores también tienen sus propias dinámicas. Al mismo tiempo, la limitación de movimiento es a veces un poco frustrante. Los escenarios son muy densos en personajes y objetos y no hay distinción entre qué objetos son interactuables y cuáles no, así que a veces cuesta un poco ubicarse o entender qué está pidiendo el juego de nosotros.

Por otro lado, mi elemento favorito del juego son sus dinámicas de movimiento y desplazamiento entre fases. A pesar de que todas las secciones del mapa de Thank Goodness You're Here! están interconectadas, no podremos movernos libremente entre ellas. En lugar de eso, generalmente serán los conflictos y los chistes relacionados con ellos los que nos lleven de un lugar a otro. Después, el juego buscará soluciones bastante ingeniosas para tapar el camino por el que acabamos de venir para que nuestra única opción sea seguir hacia delante. En un principio, parece que vamos a continuar yendo hacia delante, descubriendo mapas nuevos cada vez, pero después de cinco o seis intentos, el juego nos vuelve a llevar a la pantalla inicial. Aunque en un principio esto puede decepcionarnos - se trata de un juego de apenas dos horas y media, y que se “agote” tan pronto parece una pena - pronto nos damos cuenta de que, en realidad, sólo estamos en medio de otro chiste. El título busca excusas surrealistas y extrañas para hacernos pasar una y otra vez por las mismas fases, en un bucle que nos demuestra que no sólo no estamos ayudando particularmente a los vecinos, sino que estamos haciendo las cosas peores cada vez. Casi nos dan ganas de pedir perdón a la familia cuya vajilla hemos roto o al señor cuyo salón seguimos ensuciando de hollín una y otra vez, pero no podemos: sólo podemos continuar con el bucle de destrucción.

A pesar de que he disfrutado muchísimo Thank Goodness You're Here!, lo cierto es que no me extrañaría en absoluto que a más de la mitad de personas que leáis este texto no os haga ni puñetera gracia. No pasa nada: creo que es, de hecho, parte del concepto. En cualquier caso, si tenéis una predilección particular por la gente con acento raro, el humor absurdo o los chistes sobre ingleses, y os sobran dos horas y un poquito más, este puede ser, fácilmente, vuestro lugar favorito del verano.

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