The Beatles: Rock Band
La felicidad es una guitarra caliente.
Pero hay vida después de la mera diversión del tocar por las risas: avanzar en el modo historia (articulado por años y recorriendo la épica ascensión desde la Caverna hasta llegar a ser más grandes que Jesucristo) desbloquea material videográfico y sonoro de sabroso interés para todo aficionado a los Beatles que se precie. El que parte de este material sea inédito es la guinda del pastel para el coleccionista irredento, así como el impecable aspecto y diseño de todos los elementos del juego hará las delicias de todo aquél que lo vea aparecer, siquiera fugazmente, por su pantalla. Y no sólo se ha alargado la vida del título con el cuidadísimo y acertado modo historia, sino que hasta los mismos logros se han integrado de manera que quien desee exprimir a tope este Rock Band Beatles va a tener que dedicarle amor, atención, práctica y tiempo. El factor rejugabilidad también se ve acentuado para el jugador inexperto por la equilibrada curva de aprendizaje entre los distintos niveles de dificultad y para absolutamente todo el mundo con el elaborado entrenador de batería que permite practicar ejercicios y ritmos de todo tipo (lo mismo sirve para aprender a disociar los movimientos entre brazos y piernas que para estudiar con profundidad los intrincados ritmos característicos del nunca suficientemente alabado Ringo Starr).
Así que, poco a poco, han ido despejándose las dudas: los fans de los Beatles se encontrarán con un respetuoso y admirado homenaje a la banda, con un repertorio envidiable –que se ampliará mediante el futuro contenido descargable–, con una calidad de sonido y producción por encima de cualquier estándar y con curiosidades como para saciar su beatlemanía sin problemas. Los jugadores experimentados tendrán su reto, los novatos una excelente manera de introducirse en el divertido mundo de los juegos musicales; y quien desee jugar veinte minutos disfrutará tanto como quien quiera dedicarle horas y horas hasta perfeccionar sus capacidades. Resta sólo el peliagudo asunto de los instrumentos y el precio.
The Beatles: Rock Band es compatible con todos los periféricos musicales del mercado y así se nos asegura desde EA, pero hay que decir que los instrumentos que acompañan al juego son realmente buenos: fiables, cómodos, adecuadamente contrapesados e inalámbricos. Los tres instrumentos de cuerda son, además, golosas reproducciones de las guitarras (Rickenbaker y Gretsch) y el bajo (Höffer) emblemáticos del grupo, y la batería supone todo un avance en comparación con la que acompañó la salida del primer Rock Band. Las dos guitarras se venden por separado y, ciertamente, quien quiera adquirirlas debe ir sobre aviso de su precio puesto que, aunque de buena calidad, no son precisamente baratas. El bajo (que puede usarse también como guitarra) y la batería sólo pueden adquirirse –al menos de momento– en un pack que incluye ambos instrumentos, el juego y un micrófono con su correspondiente pie a un precio razonable.
The Beatles: Rock Band no es barato pero desde luego que vale cada euro que cuesta. Quizás esto no se cumpla tanto en el DLC previsto, que sí resulta comparativa e indubitablemente caro. Esperemos, con todo, que la posibilidad de expandir sus contenidos no se vea limitada por la obligación de comprar álbumes completos y que exista la posibilidad de adquirir canciones sueltas: sería una lástima no incorporar inteligentemente las descargas a la vida del juego porque cuesta imaginarse un juego que pudiese beneficiarse más de ellas.
Y, para acabar, con respecto al tema del espacio... The Beatles: Rock Band es tan bueno y adorable que bien merece dormir en mi cama aunque eso quiera decir que me toca pasar las noches en la terraza.