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El Reino Prohibido

China representa una gran oportunidad si se superan los obstáculos.

El rápido crecimiento de China como mercado consumidor de videojuegos tiene todas las papeletas de convertirse en uno de los factores más importantes que marcarán el futuro de esta industria. Durante años, conferencias y publicaciones han estado hablando de la perspectiva de una clase media china con ganas de jugar, con expertos (entiéndase por experto cualquier persona que haya estado en China y haya jugado a un videojuego, y es difícil que ambas cosas lleguen a coincidir) arrastrados por las ganas de conocer las claves de este mercado emergente.

Por supuesto, es muy exagerado hablar de China en términos de “miles de millones de nuevos consumidores”. Cuando pensamos en la rápida modernización china y en sus nuevas clases acomodadas (con dinero suficiente como para permitirse gastar una parte en actividades de ocio) realmente sólo nos estamos refiriendo a los estados costeros y las grandes ciudades. Las grandes desigualdades regionales que se dan en este país significan que una gran parte de sus 1.300 millones de habitantes, especialmente aquellos que viven en las zonas de interior, continúan viviendo en condiciones que no distan demasiado de las del campesinado feudal. Aún faltan muchos años para que la llamada modernización China llegue a estas regiones.

Sin embargo, si tomamos en consideración únicamente a las nuevas clases “acomodadas”, como país consumidor de videojuegos China sigue teniendo unas perspectivas muy emocionantes. La población urbana, y contando solamente la de las ciudades con una población por encima de los dos millones, está por encima de los 110 millones de personas, equiparando la población conjunta de Reino Unido y España, y muy similar a la de todo Japón.

Existen, desde luego, grandes obstáculos que deben sortearse en un mercado en abertura como éste. Los mercados en desarrollo son extremadamente sensibles en cuanto a la relación precio-demanda, que no solamente significa que los fabricantes deben sopesar con cuidado el tipo de hardware que introducen, sino que se refiere al precio del software y hasta a los modelos que rigen los precios y de los que la industria ha dependido durante muchos años. En casos como este, los precios deben ser reconsiderados.

La piratería es otro tema serio. En gran parte, mucha de ella es debida a la cuestión del precio, ya que un mercado donde los consumidores son menos ricos es también un mercado en el que los consumidores buscarán la alternativa más barata (o gratis) antes que pagar todo el precio por un producto. Además, a los gobiernos de estos países no parece que el tema de la piratería les quite el sueño. Las economías en vías de desarrollo raramente crean IPs por su cuenta, es más barato clonar productos del primer mundo, cosa que hace que el mercado del software sea especialmente difícil de controlar por parte de las autoridades.

No obstante, es posible poner trabas o llegar acabar con estos obstáculos. Hace unas semanas mencioné la interesante dirección que está tomando Nintendo con su DSi, una consola que continua reduciendo sus costes de manufacturación mientras introduce tecnologías que permitirán (en gran parte) una distribución digital de contenidos más segura, en oposición a los tan fáciles de copiar cartuchos. Parece ser un preludio para el lanzamiento de una versión recortada de precio de DS en China, con un modelo de distribución digital en lugar de ranura para cartuchos para combatir la piratería.

Al mismo tiempo que el mercado chino se vaya volviendo cada vez más atractivo y se vaya entendiendo mejor el modelo de distribución digital, otras consolas empezarán a seguir este camino. Y si ni Sony ni Microsoft tienen una hoja de ruta que incluya una versión rebajada de sus consolas para los países en vías de desarrollo y que prescinda de un soporte físico a favor de la distribución digital segura, entonces ambas compañías están perdiendo una gran oportunidad.

De todas maneras, si un producto de estas características todavía no está en los planes de los fabricantes de consolas, se puede deber a otro obstáculo que las compañías con aspiraciones de hacer negocios en China deben superar, y es algo que no pueden pasar por alto: el gobierno chino en sí mismo.

El gobierno chino impone varias condiciones que los productos deben cumplir para ser comercializados en el país. Algunas de estas condiciones son complejas y arcaicas –y están más allá del objeto de estudio de este artículo–, otras son bastante profundas, como el requerimiento general de que para hacer negocios en China cualquier operación debe contar con al menos un actor de significante propiedad china. Como resultado de esto, las empresas occidentales (incluyendo a las distribuidoras de videojuegos) que se instalan en la nación se ven obligadas a encontrar una empresa local con la que establecer una asociación.