The Last Remnant
El mundo no está tan loco. Todavía.
Después de ver el primer tráiler de The Last Remnant pensamos que el mundo se había vuelto loco. ¿Un RPG de Square Enix completamente diferente a sus anteriores trabajos y que utiliza el Unreal Engine 3? No podía ser.
Ahora, tras haber dedicado cerca de cinco horas a una versión casi final, vemos que el mundo está sólo medio loco. Sí, el título que nos ocupa se sirve del famoso motor gráfico de Epic, pero no es tan distinto del típico juego de rol japonés.
El protagonista es Rush Sykes, un joven en busca de su hermana secuestrada que se ve involucrado, sin comerlo ni beberlo, en una multitudinaria batalla. Tras ser salvado por el Marqués de Athlum y sus tropas, se une a ellos para continuar su búsqueda, descubriendo por el camino el significado y el poder de antiguas reliquias.
La historia no es la más original que hemos visto, desde luego. Y lo mismo pasa con el diseño y la estructura del juego, sacados del Manual para hacer JRPG del que llevan años tirando casi todas las compañías niponas. Nos sonarán la mayoría de personajes estereotipados, las ciudades donde comprar armas y objetos, las cuevas, las ruinas y los campos plagados de enemigos, el Mapa del Mundo para ir de un sitio a otro a completar misiones... Y ojo, que esto no es algo necesariamente malo, pues son muchos los aficionados al género con alergia a los cambios drásticos.
¡Al ataqueeeeer!
A no ser que la aventura de Rush pierda quilos de tópicos a medida que avanzamos, lo único que le puede dar personalidad al juego son sus combates. Y la verdad da la sensación de que por ahí han querido ir los desarrolladores.
La primera particularidad la encontraremos es la importancia que tiene decidir a cuántos enemigos nos enfrentamos. Lo haremos pulsando un botón (gatillo derecho en la versión de Xbox 360) para desplegar un círculo sobre el escenario; bicho que quede dentro, bicho que participa en el combate. Cuantos más, mejor hasta cierto punto, pues recibiremos mayores recompensas pero tocará sudar más para ganar.
La base de las batallas es que son entre grupos más que entre individuos, cosa que determina de arriba a abajo el sistema de combate empleado. Nuestro equipo estará compuesto por una o varias unidades, formadas a su vez por hasta cinco personajes. Para los enemigos, exactamente igual.
En algunas misiones se nos asignarán los acompañantes, mientras que en otras deberemos optar por contratar mercenarios, pero ir de lobo solitario es aquí poco menos que un suicidio. Y es que la gracia está en que cada unidad se comporta como un bloque, de modo que sus integrantes comparten puntos de salud y de ataque (que se consumen al ejecutar magias y movimientos especiales) y actúan conjuntamente. El poder optar por varias estrategias a este nivel es bastante interesante; un grupo de cinco será más fuerte en todos los sentidos, pero dividiendo los efectivos podremos atacar a más objetivos a la vez.