The Path
Independientenebroso.
El lúgubre espacio que nos propone el juego es el territorio perfecto para explorar. Para explorar, siguiendo la metafórica, las expectativas, las dudas, los anhelos, los temores y las sensaciones que la adolescencia despierta en todos, y más particularmente en nuestras burtonianas protagonistas. En The Path se habla de la vida, de la muerte, del amor y de la sexualidad haciendo uso de un simbolismo sugerente como en muy pocos otros medios se encuentra, y al contrario que en muchas ocasiones en las que se intenta emplear escudándose en un sobrecargado diseño y exageradas pretensiones, funciona.
Efectivamente, hay que salirse del camino. Hay que indagar, encontrar representaciones de objetos que nos cuenten cosas, que despierten sentimientos y desbloqueen caminos alternativos en la ilusión que es la casa de la abuela, y hay que hacerlo hasta que la vitalidad y la curiosidad con la que lo hacemos encuentren en esa búsqueda su propio fin: intentando disfrutar del camino mientras las acompañamos hacia un eventual encuentro con la figura del lobo, que no es tal. ¿O tal vez sí? Haciéndolo, ni incluso la ligera desorientación que pueda sufrir el jugador primerizo al ir descubriendo cómo funciona el bosque desmerecerá la experiencia.
The Path no tiene un fantástico control. Ni siquiera tiene uno bueno, pero no le hace demasiada falta. Las limitaciones que impone y su alianza con el apartado artístico permiten en conjunto perdonárselo por conseguir una combinación tan inmersiva. Tan sólo algunos detalles como el ángulo que la cámara adopta cuando corremos, impidiéndonos mirar hacia donde queremos ir realmente, y lo lento de la velocidad al caminar hacen un poco incómodo desplazarse en ocasiones muy concretas. La música, oscura y psicodélica, es dinámica. Esto es, no sonará nunca el mismo tema repetido, puesto que realmente se genera según la situación guiándose por valores que el juego indica, acompañando así en los momentos de menor intensidad y volviéndose casi protagonista en descubrimientos y resoluciones.
Si llegados hasta aquí, lees esto con una mezcla de revulsiva intriga y desconcertante expectación, enhorabuena, seguramente seas el público objetivo del juego y te alegre saber que tal vez Tale of Tales sea independiente, pero ha conseguido vender su juego en el ubicuo Steam al razonable precio de 7’90 euros, conscientes de su peculiar producto. Si has venido directamente a leer las conclusiones y la nota y frunces un poco el ceño al ver las premisas que ofrece, tal vez debas descontar tres o cuatro puntos de la nota que aquí ves. Ahora, peor para ti.