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The Saboteur

Dándole color a la guerra.

The Saboteur es el último juego de Pandemic; la compañía que nos trajo Mercenaries, Full Spectrum Warrior o los Star Wars Battlefront se va con un título original, bien planteado y bastante atractivo.

¿Qué es, exactamente, pues, The Saboteur? La forma más efectiva de definirlo es refiriéndonos a otros juegos. Pandemic ha cogido sin reparos ideas de títulos que han funcionado muy bien en esta generación y ha cocinado un plato algo extravagante. Algo así como un filete con mouse de mermelada de fresa acompañado de judías con mayonesa. Es decir, ingredientes que por separado son buenos pero que, combinados, son un absoluto misterio.

La base (el filete) vendría a ser Grand Theft Auto. Saboteur es un sandbox de pies a cabeza y tiene todos los puntos necesarios del género: una historia que vertebra una aventura en un mundo abierto en el que podemos elegir si irnos a por misiones secundarias —y conseguir así mejores armas y nuevas habilidades— o ir al grano e intentar acabarlo lo antes posible.

La música está bastante bien y te ayuda a meterte en la época.

La historia no está nada mal y es el pilar principal del juego; descubrir qué es lo siguiente que pasará es sin duda lo que mueve este juego. Los hechos que se narran están libremente inspirados en la historia de William-Grover Williams, un piloto de carreras medio francés medio inglés que hizo de espía en la Segunda Guerra Mundial.

En The Saboteur el protagonista es un irlandés llamado Sean Devlin y que vive una cómoda vida como mecánico y piloto de carreras. Cuando los nazis se acercan a Paris, sin embargo, lo fastidian de lo lindo (no voy a hacer ningún spoiler) y, desde entonces, se mueve por una mezcla de hambre de venganza y sentido de justicia. Más lo primero que lo segundo. Todas sus frases tienen una pizca de cinismo y otra de genialidad, y eso convierte los diálogos en una de los puntos fuertes del juego.

En su aventura lo asistirá la Resistencia francesa y la Inteligencia inglesa. Ellos serán los que le irán diciendo cómo tiene que debilitar a los nazis que ocupan la ciudad. La variedad de las misiones es bastante interesante, y puede ir desde llevar a alguien a algún punto para que plante una bomba, ejecutar a algún soplón con un rifle de francotirador o rescatar a presos importantes.

El carisma del protagonista y los geniales diálogos son de lo mejorcito del juego.

Como decía, también hay un buen puñado de misiones secundarias que no aportan demasiado al hilo argumental pero que te permiten desbloquear un porrón de armas y ayudas. Estas se consiguen en las tiendas de un pillo hispano llamado Santos, que hace negocios con todo aquél que tenga algo de valor para intercambiar. En ellas también puedes donar pasta para la résistance y fortalecerla; de este modo, cuando pidas su ayuda (y lo puedes hacer en casi cualquier momento) serán mucho más efectivos.

De todos modos todas las misiones tienen algo en común: la conducción. Vayas donde vayas es recomendable ir en coche. De algo tenía que servir que nuestro héroe se ganase las pesetas conduciendo. Todo es muy estilo GTA: puedes robar lo que te parezca y puedes almacenar los mejores bugas en garajes para recuperarlos luego. La sensación al volante es bastante correcta, aunque las persecuciones son muy poco épicas debido en gran parte a la incomprensible ineptitud de los nazis. Yendo un poco más allá en el tema de las misiones, es importante destacar que se pueden enfocar de dos formas distintas: con sigilo o a lo bruto.