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Análisis de The Wonderful 101 Remastered

Kamiya 101.

A veces fallido y a veces acertado, pero siempre lleno de carisma y buenas ideas, The Wonderful 101 es Platinum de principio a fin.

Hubo una época en la que muchos superhéroes vieron como sus andanzas y sus vidas se veían envueltas por un manto de oscuridad, dientes apretados, dureza y tristeza. Gran culpa de ello la tuvo Frank Miller, autor tan reverenciado como malinterpretado, que en la cúspide de su carrera se atrevió a coger a la criatura de la noche por excelencia, Batman, para volverla todavía más oscura. Ya no solo es que convirtiera su silueta en una auténtica y gargantuesca amenaza visual sino que, en una escena en concreto, tornó su actitud ya de por sí inmisericorde con el crimen en una brutalmente expeditiva. A punto de abortar el secuestro del hijo de un magnate, Batman noquea brutalmente a un secuestrador a través de la pared y le arrebata su M-60. Al confrontar al criminal restante, este emplea a su rehén como escudo humano y amenaza con ejecutarle mientras le insiste a Batman en que le crea que lo hará. Batman, del cual solo hemos visto una figura oscura, torva, inexpresiva y brutal, apunta y dispara. Coge al rehén, lo acomoda en sus brazos y le espeta al criminal en el suelo "te creo". Nada de acción a toda página, nada de grandilocuencia. Una viñeta. Batman con una ametralladora. Casi se podría trazar una línea recta entre la época de los superhéroes tenebrosos de los noventa y esta escena de "El Regreso de El Caballero Oscuro".

Y, sin embargo, no siempre todo fue así. Hubo una época en la que los héroes representaban esperanza, color, epopeyas más grandes que la vida y un sense of wonder que hacía que todo el mundo volviera periódicamente a comprobar si habían salido episodios nuevos de sus aventuras. Sobre algo así debía estar reflexionando Hideki Kamiya cuando decidió desarrollar The Wonderful 101, porque si de algo puede presumir este juego es de entender a la perfección estos conceptos. Pero antes de meternos de lleno en esos conceptos wonderfulosos - por fin he podido meter este palabro de Forges con conocimiento de causa... Sempere, no lo edites - vamos a ver cuál es el pretexto que nos va a servir para repartir galletas a nivel cósmico. El caso es que la Tierra, nuestro querido orbe azulado y verdoso, vuelve a estar en peligro. Vaya, menuda sorpresa. Esta semana el turno de querer aniquilar a toda la humanidad le corresponde a los Geathjerk, que han mandado a toda su armada pero, afortunadamente para nosotros, tenemos los poderosos escudos que rodean a nuestro planeta y The Wonderful 100, una fuerza de choque de superhéroes que trabajan para el Servicio Secreto Planetario Centinels. Pero, un momento... si el título es The Wonderful 101 ¿cómo es que sólo hay 100? Aaaamigo, eso es porque... faltas ¡tú!

O yo o quien sea que se ponga a los mandos de este juego de acción desarrollado por Platinum Games, que vuelve remasterizado para Nintendo Switch, PlayStation 4 y PC. Y es que allá por 2013, cuando vio la luz como exclusivo de Wii U, no cosechó un gran éxito en ventas pero sí generó un fiel culto de seguidores que hizo que, poco a poco, cobrase fuerza la idea de actualizar y volver a dar una nueva oportunidad a un título que pretendía traer frescura, ideas nuevas y el siempre reconocible "toque Platinum" a los juegos de acción.

Y ahí reside el quid del asunto. En sí, la ejecución de The Wonderful 101 consigue igualar la ambición de su propuesta; desde el pitido inicial nos encontramos con un título que va a por todas, y su comienzo sigue a rajatabla la propuesta de comenzar con un terremoto y continuar escalando, mostrando gran parte de los elementos clave que nos acompañarán a lo largo de su desarrollo. La perspectiva isométrica, un movimiento rápido y nervioso y una estética "chibi" que, por algún extraño motivo que no alcanzo a entender, funciona perfectamente en conjunción con la temática superheroica. Además, siempre que suceda algo especialmente trascendente o épico nos veremos arropados por una fantástica banda sonora que acrecenta los momentos importantes con unas fanfarrias y unos coros dignos de la mejor epopeya galáctica. Cabe señalar, al hilo de ser una versión "remasterizada", que su apartado gráfico no parece haber sido retocado en absoluto. Sí que se observa, no obstante, que su rendimiento gráfico es sólido y que los 60FPS son estables para todos aquellos a los que les gusten los brillis brillis y los muchiflops.

Con semejantes mimbres, es normal que deseemos capitanear esta historia cuanto antes y es al momento de tomar el mando cuando empezamos a notar por qué The Wonderful 101 tiene tras de sí a Platinum. Por una parte, los controles básicos no distan demasiado del clásico hack´n slash: golpe débil, golpe fuerte, salto y esprintar o accionar elementos del escenario según convenga, aunque más adelante podremos comprobar que todas estas convenciones tienen un pequeño twist gracias a las innovaciones que los Wonder traen a la mesa. Por otra parte, pronto nos daremos cuenta que Wonder-Red y sus compañeros de batalla tienen habilidades que se salen de lo común y que bien podrían resumirse en un "sólo no puedes, con amigos sí", porque el punto fuerte de estos superhéroes está en su trabajo en equipo, puesto que gracias a las habilidades que les otorgan sus colgantes podrán unirse mediante un protoplasma creando todas las formas que la situación requiera. En términos jugables, esto se traducirá en que cuando nosotros queramos podremos emplear el stick derecho para dibujar una forma sobre la pantalla y sucederán varias cosas: o bien se creará una de las armas que tengamos a nuestra disposición en función de los Wonders que hayamos descubierto o bien podremos interactuar con el escenario reclutando NPCs, destruyendo mobiliario urbano o creando formas para ayudarnos a avanzar.

Llegados a este punto, cabe señalar que estas mecánicas son prácticamente el alfa y el omega de la jugabilidad de The Wonderful 101. Como buen hack´n slash que es, su componente principal es el combate - aunque espolvoree aquí y allá pequeñas dosis de exploración y plataformeo para incorporar secretos y coleccionables - y es ahí donde la unión de los Wonders se manifiesta con mayor intensidad. Cuando nos vayamos enfrentando a los distintos aliens conquistadores que nos salgan al paso, tendremos que descubrir qué unión de los superhéroes es la más óptima para acabar con ellos y eso significará ir trasteando con el stick durante el combate hasta descubrir si Wonder-Red con sus puñetazos o Wonder-Yellow con su martillo son los más óptimos para la tarea.

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Lo que en la teoría se presenta como una idea rompedora y con muchísimo potencial, en la práctica se encuentra con una serie de problemas que le hacen un flaco favor al desarrollo. Por una parte nos encontramos con una cámara que entorpece la narrativa de la acción; si bien es cierto que podemos dar un toque al stick derecho para distanciarla, esta acción es totalmente anti-intuitiva en un género que debe caracterizarse por la inmediatez, la fluidez y la concentración en los combates. No es de recibo estar repartiendo palos a un bicho de diez metros y que, de repente, te impacte un ataque de otro que está fuera de plano. Y todo ello debido a que, claro, el número de gente en nuestro grupo de héroes se antoja excesivo: cien superhéroes - no los tendremos todos de partida, ojo, habrá que ir rescatándolos a lo largo de la aventura - es un concepto que puede funcionar en el Guantelete del Infinito o en el Tokusatsu, pero que en pantalla es difícil de gestionar. Al final nos encontramos con una cámara que, a consecuencia de esto, está más centrada en mostrarnos los locos diseños de los Wonders - que son fantásticos, que no quepa ningún género de duda sobre esto - que en ofrecer una perspectiva favorecedora de la acción.

Por si estos problemas fueran poco acuciantes, la interfaz de The Wonderful 101 se antoja intrusiva, con unas barras de vida desmesuradas en tamaño y unos tutoriales que se comen el lateral de la pantalla sin dar cuartel al jugador. Si a esto le sumamos un exceso de efectos visuales estridentes en los combates o la presencia en ocasiones de la pantalla secundaria - consecuencia directa de que este juego fue diseñado para Wii U - tenemos como resultado un cóctel que en ocasiones nos sirve una información en pantalla excesivamente confusa.

Pero la cosa no termina aquí. Quizá para que nos centremos en alternar entre los Wonders, los ABC del género son desbloqueados por un sistema de progresión que no queda del todo claro. Conforme vamos usando a los distintos personajes en el combate se nos va informando de que suben de nivel y se nos da acceso a cosas tan básicas como el combo salto más golpe o el ya clásico "aguijón" de Devil May Cry. A consecuencia de esto, nos encontramos con un sistema de combate que depende en exceso de una mecánica que plantea más dificultades que facilidades porque, simple y llanamente, dibujar figuras con el stick es un suplicio. Cuando las figuras son únicamente un círculo o una línea recta la cosa no se pone excesivamente cuesta arriba pero a medida de que la alineación de héroes va en aumento la frustración lo hace en consonancia.

Sobre todo en las cinemáticas. En determinados momentos de la acción, los héroes hacen su movimiento estrella y tienes que dibujar su signature move en un breve lapso de tiempo. Y cuando no se ve de dónde parte el trazo, dónde termina o si encaja con lo que nos piden, mal asunto, porque iremos encadenando fallo tras fallo hasta que la cosa funcione. Así es como The Wonderful 101 va haciendo que encadenamos fallo tras fallo y combate tras combate con elementos que hacen que no terminemos de disfrutar de su fórmula. Y esto sin ni siquiera profundizar en otros elementos como aparejar el esquive o la protección a la energía de las transformaciones, otra decisión que no tiene explicación alguna en un título que basa sus combates en juzgar el rendimiento en base a no ser impactados por los ataques de los enemigos. Afortunadamente, hay algo de luz al final del túnel. Cuando estamos casi en la mismísima frontera del tedio, accedemos a ciertas habilidades que hacen que ciertas piezas de la jugabilidad comiencen a encajar, pero hay que adquirirlas en la tienda, y a precio de oro. Me refiero al Tiempo Brujo de Bayonetta - me da igual cómo se llame aquí, es exactamente la misma habilidad - y a la posibilidad de que con un ataque activemos una habilidad de los Wonders mientras con otro podamos complementarla con otra distinta. Así, la fluidez del combate se dispara y pasamos a poder hacer filigranas, gustarnos y enfrentarnos a los enemigos con mayores garantías. Sin embargo, el sistema de habilidades con el stick sigue haciendo de las suyas, haciendo que el dibujo de una hoz que haría llorar de emoción al mismísimo Lenin sea confundida con un palo o maldades análogas, con lo que no sólo el daño está hecho sino que nos sigue acechando.

Y, sin embargo, es difícil no cogerle cierto cariño a este The Wonderful 101. Porque hace muchas, muchísimas cosas bien. Cómo capta el "sense of wonder" con sus enfrentamientos que no hacen sino crecer progresivamente en épica y escala hasta llegar a crescendos de locura en ciertos momentos. O cómo alterna su propuesta jugable principal con homenajes sentidos a otros géneros y a clásicos mientras despliega un sentido del humor basado en el slapstick y en las interacciones entre unos estereotipos más descarados que nunca. Es por estos detalles y muchos otros por los que se mantiene y sigue adelante pese a que en otros aspectos se cae por su propio peso. Ciertas decisiones que toma no tienen sentido por el mero hecho de que apuesta todo a una fórmula que, al final, no funciona como uno desearía. Por eso todo su metraje genera un constante choque de sensaciones, porque se percibe que hay aspectos que son fantásticos pero que colisionan frontalmente con otros que entorpecen profundamente la experiencia jugable.

En última instancia, The Wonderful 101 es un título con una personalidad arrolladora en todos sus aspectos. En algunos de ellos esto significa un aplastante triunfo; su estética, su música o su ritmo son implacables y se mantienen inmutables durante toda su duración. Sin embargo, su personalidad jugable no se nos traslada de la misma forma, y su núcleo, el empleo de las habilidades con el trazo, absorbe al resto de rasgos propios del género pero, lamentablemente, no funciona de forma tan precisa como debería. Esto hace que hasta que somos capaces de desbloquear elementos que nos hacen rememorar a la Platinum que nos deslumbró con Bayonetta estemos sufriendo una pequeña frustración tras otra, deseando que a estas propuestas se les hubiese dado más de una vuelta. Hay, no obstante, más de un momento lleno de nostalgia y de autorreferencialidad que a los incondicionales del estudio les llenará el pecho de orgullo y, aunque solo sea por eso, bien puede merecerles la pena pagar el precio de la entrada. Para el resto, simplemente decirles que tras unas cuantas colinas complicadas de escalar, hay un hack´n slash que ofrece ideas frescas, ganas y mucha, muchísima adoración por una época en la que los héroes representaban ideales más grandes que la vida y las batallas que luchaban iban acordes a ello. Una era en la que Los Wonder 100 encajarían perfectamente.

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