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Tiny Wings

Vuela, vuela; pajarito.

En el camino hacia el éxito de un videojuego, existe un desarrollo más o menos estándar. Está el hype, luego el cumplimiento de expectativas y después el éxito, que se traduce en miles o millones de ventas y el acaparamiento de los primeros puestos en los tops de ventas. Pero con los juegos para móvil, ese esquema se ha roto por completo, y Tiny Wings es un ejemplo claro de ello.

No supe nada de Tiny Wings hasta que corrieron las noticias de que había sido uno de los pocos juegos (si hago memoria, creo que el primero) que había desbancado al todopoderoso Angry Birds como número uno en ventas en la App Store de Apple. Es decir, se cumplió el esquema comentado antes de forma inversa y parcial. Tiny Wings primero alcanzó la cima del top para entonces ser más conocido aun por la comunidad de jugones de cagar (así se conoce a los jugones de iOS). Así que no quedaba otra que comprar Tiny Wings por unos míseros 79 céntimos para ver si tanta fama era justificada.

Y sí, lo es. Hasta aquí este análisis de Tiny Wings... compradlo... bueno, ante vuestras miradas de desaprobación y de "Are you fucking kidding me?" daré las razones que me llevan a ser tan tajante.

Primero, la mecánica de Tiny Wings es más sencilla que el mecanismo de un botijo. No, en serio, es más fácil jugar a Tiny Wings que beber de un botijo, comprobado.

Primero, la mecánica de Tiny Wings es más sencilla que el mecanismo de un botijo. No, en serio, es más fácil jugar a Tiny Wings que beber de un botijo, comprobado. Con un único dedo controlaremos toda la acción del juego, que consiste en ayudar a un pequeño pajarillo a volar sobre colinas para saltar de una isla a otra antes de que el sol se ponga, momento en el que la partida terminará.

Segundo, es adictivo hasta decir basta. El afán por mejorar los saltos y deslizamientos del dichoso pajarillo aprovechando la orografía del terreno lo mejor posible anima y frustra a partes iguales. Cuando mejor lo hagamos, más puntos conseguiremos y más fácilmente cumpliremos los objetivos que el juego nos marca para seguir avanzando en el juego. Avance que se representa en un cambio en el nido del pajarillo (sí, queda patente que el pollo no tiene nombre) y un aumento en el multiplicador de puntos del que dispondremos.

Tercero, la música de Tiny Wings me ha parecido simplemente sublime. Es uno de esos casos en que la música está tan apegada a la estética y a la mecánica del juego que es imposible imaginar al juego con otra banda sonora.

Cuarto, todo el juego ha sido desarrollado por un único tío, Andreas Illiger, candidato al premio "Ole tus cojones" del año. No me puedo imaginar el trabajo y el tiempo que el pobre Andreas ha estado dedicando para desarrollar Tiny Wings, pero cuando uno ve que en la lista de agradecimientos incluye una web de tutoriales para iPhone, se puede hacer una ligera idea.

Quinto... bah, a la mierda, si con lo que he dicho antes no os he convencido para comprar Tiny Wings es que no tenéis corazón alguno... o un iPhone... o un iPod Touch... o 79 céntimos... vale, ya me callo... comprad Tiny Wings...

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