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Toy Soldiers: Cold War

El espíritu de los G.I. Joe.

Cold War, la secuela de Toy Soldiers, es todo un viaje a la niñez para todos los que crecimos en los 80; aquellos que jugábamos con los míticos G.I. Joes, tarareábamos el tema principal compuesto por Harold Faltermeyer para Top Gun y alucinábamos viendo como unos adolescentes se rebelaban contra los malvados rusos en el Amanecer Rojo de John Milius. Todo eso y mucho más está presente en el nuevo juego de Signal Studios, encargado de cerrar otra excelente temporada del Summer of Arcade.

La base, evidentemente, es la misma que la de su antecesor: un campo de batalla en el que hay repartidos determinados puntos en los que puedes construir diferentes tipos de torreta (nidos de ametralladoras, morteros, lanzamisiles antitanque, baterías antiaéreas, etc.) para evitar que las progresivas oleadas de enemigos lleguen hasta tu base (la caja de juguetes).

Hasta aquí, vendría a ser poco más que el habitual tower defense. La diferencia está en que en cualquier momento podemos tomar control directo de una torreta, convirtiéndose en un arcade de puntería la mar de apañado. También se pueden controlar vehículos (helicópteros, tanques, etc.) durante un tiempo limitado, marcado por la vida de sus baterías. Para alargar ese tiempo podemos posarlo en la base de carga o bien recoger las pilas desperdigadas por el escenario.

Esa dualidad entre estrategia y acción es lo que hace de Toy Soldiers una propuesta fantástica para un título descargable, aunque es innegable que en esta segunda parte el componente arcade es mucho mayor. Lo curioso es que no parece algo premeditado, si no causado por ciertas lagunas en su diseño jugable: la IA de las torretas es bastante torpe y te obliga a tomar control directo de ella con frecuencia para evitar males mayores, lo cual se vuelve excesivamente ajetreado en los últimos niveles.

Una de las grandes novedades de Cold War son las turbocargas y las cortinas de fuego, similares en su planteamiento a los killstreaks de Call of Duty. La idea es que si superas el multiplicador x20 de muertes enemigas con una torreta obtienes munición infinita sin recarga mientras dure el combo, y si llegas a x40 se te otorga una cortina de fuego, que viene a ser como un ataque especial que puedes utilizar en el momento que consideres más oportuno para decantar la balanza en tu favor. Una de las cortinas de fuego más efectivas es la bomba nuclear, que barre todo enemigo presente en el mapa, pero las mejores son las interactivas, como una en la que tomas control del puesto de artillería de un avión mientras bombardeas el campo de batalla usando visión nocturna.

La estrella, en todo caso, es el Comando. Cuando se activa cae del cielo la caja de plástico de una figura de acción tipo G.I. Joe, se abre y de su interior sale un hipertrófico clon de Rambo con una ametralladora en una mano y un bazooka en el otro hombro. Durante el espacio de tiempo en el que lo controlas se convierte en la perfecta máquina de destrucción, mientras con una voz que imita con más bien poco disimulo a Stallone va escupiendo chascarrillos que parecen sacados de películas como Cobra o esa joya de lo cutre que era Invasion U.S.A., con Chuck Norris.

Otra novedad son dos modos adicionales que se desbloquean en cada mapa cuando los superas por primera vez. Elite obliga a la intervención directa, puesto que en él las torretas no funcionan con IA y, por lo tanto, no disparan de forma automática. General, en cambio, no te permite participar directamente en la batalla y hace que la partida sea puramente estratégica.

Los once mapas se pueden superar en una tarde, pero el juego no termina ahí. Puedes volver a jugarlos con un amigo en cooperativo online o a pantalla partida, participar en el modo Survival o competir lanzando oleadas de ataque en Versus (aunque estos modos sólo tienen tres mapas cada uno). Y también hay seis minijuegos, pero aunque resultan entretenidos no pasan de ser meras galerías de tiro.

Toy Soldiers: Cold War parece más una expansión del primer juego que uno nuevo (y hay omisiones, como la del modo Game+, que no juegan precisamente en su favor), pero la nueva ambientación es estupenda y novedades como las cortinas de fuego le sientan de maravilla a la faceta jugable. El nuevo juego de Signal Studios es recomendable tanto para los novatos dentro del género de los tower defense, por lo asequible que resulta, como para los expertos, por lo interesante que es el matiz de entrar en contacto directo con el campo de batalla. Es menos novedoso que su antecesor, sí, pero es un broche de oro excelente para el final del Summer of Arcade de este año.

8 / 10

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