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Tropico 3

Ponte a régimen.

La personalidad del avatar condicionará el "cariño" que nos profesarán las distintas facciones de la isla, el ritmo de producción de las fábricas, los precios de las exportaciones o el grado de simpatía internacional de la URSS o USA pero, desafortunadamente, no generará ninguna diferencia de presentación o en términos de atmósfera. Es decir, el líder nacional borracho del bigote no irá por las calles dando tumbos ni haciendo "hip, hip", sino que el impacto de nuestras decisiones tan solo afecta a la mecánica interna. A las variables y las estadísticas, vaya, y es una lástima porque habría dado bastante juego si estuviese plasmado de alguna forma.

El principal objetivo del juego está en conseguir tejer un equilibro sostenible entre la cultura, economía y política, y encontrar la manera de manipularlo para alcanzar nuestros propios fines. El concepto general es el mismo que el de un SimCity al uso, pero lo que realmente puede considerarse como factor definitorio es la adversidad del planteamiento inicial: gobernar a una comunidad de gente sin educar, conseguir acuerdos comerciales con los que, no ya ganar, sino perder lo menos posible, mantener en buen estado las relaciones internacionales para evitar los bloqueos marítimos, etc. Esa es la verdadera gracia de Trópico, tratar todas estas situaciones adversas e inusuales en un juego de gestión estratégica de la forma que mejor nos convenga. Y realmente la sensación al terminar la partida es muy gratificante.

La forma de adaptarse a la mecánica de Trópico 3 es muy sencilla, puesto que huye de los detalles más insidiosos del género. El juego está diseñado con la idea en mente de evitar al jugador las áreas más incómodas de la gestión, automatizando los procesos de más bajo nivel (como el trazado de rutas comerciales, por ejemplo) y permitiendo controlar tan solo los aspectos de mayor nivel de abstracción, tanto política como económicamente.

El caso es que a pesar de esta premisa hacerse al juego es un tanto caótico al principio. El tutorial no es lo suficientemente efectivo y en los primeros compases cuesta "descubrir" cómo hacer lo que realmente queremos hacer, o entender qué demonios desean los ciudadanos y cuál es su opinión colectiva (sólo se pueden seleccionar de forma individual para ver su estado). Por lo demás, la interfaz está bien estructurada y no abruma con información innecesaria.

Podemos decir que el apartado técnico de Trópico 3 es el más puntero del (sub)género. Destaca principalmente por permitir el zoom a una distancia más que razonable manteniendo el tipo, por la calidad de las texturas y los diseños de los edificios, y por el acabado general de los escenarios, bastante vistoso por cierto. Mención a parte merecen las zonas de agua y la iluminación, un auténtico gol por toda la escuadra a la competencia. Se echan en falta algunos detalles, como un mayor número de ciudadanos o más variedad de animaciones, pero no es algo que influya directamente sobre la experiencia de juego. De hecho, en lo que se refiere a optimización no tiene unos requisitos particularmente altos, y se mueve de forma fluida en una amplia gama de configuraciones.

En definitiva, Trópico 3 ha sabido elegir los elementos que hacían de la primera parte un título único y original, y los ha potenciado en cierta medida, conjugándolos en una campaña extensa (15 islas distintas) y diversos modos juego. Es difícil imaginarse cómo podría mejorar aún más una propuesta de este género, tan cerrado en sí mismo, pero lo que está claro es que a la gente de Haemimont les ha funcionado esta vez.

8 / 10

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