Ubisoft triunfa entre gigantes
Crónica de las conferencias del E3 2012.
Conclusiones
Las conferencias han sido de lo más previsibles, con la excepción de la de Ubisoft. El trabajo visto en las conferencias denota una mezcla de dejadez e incapacidad por arriesgarse. Las first-party (Sony,Microsoft y Nintendo) han renunciado a seguir compitiendo entre ellas, y esperan que una mínima renovación de lo que ya tienen les salve las cuentas de resultados otro año más. Electronic Arts tampoco es que haya arriesgado, pero al menos ha sabido venderse. Esta ha sido la impresión que ha dado.
Sobre todo esto, tengo una teoría. Ni Nintendo, ni Sony, ni Microsoft están tan bien como aparentan, económicamente hablando, e invertir en un escaparate mundial como es una conferencia en el E3 no debe ser barato precisamente. Si a esto le unes el cada vez más cercano fin de ciclo de las consolas actuales y la poca voluntad por arriesgar en algo que resulta extraordinariamente caro, obtienes la mezcla perfecta.
Ni siquiera Nintendo, que tiene a la futura Wii U como su mejor apuesta de futuro, lo tiene claro. Por eso el secretísmo que rodea a su lanzamiento es máximo. Pueden pasar 2 cosas: que Nintendo se la pegue, lo cual hará que Sony y Microsoft tomen nota para no cometer los mismos errores; o que Nintendo tenga éxito y venda unidades de Wii U a espuertas, lo que provocará una reacción en cadena en Sony yMicrosoft similar a la fiebre vivida con los sistemas de control de movimiento. Ahora bien, hay que reconocer a Nintendo la valentía y el riesgo que están tomando con Wii U (por muy poco que me guste el concepto).
Pero no todo tiene por qué ser malo. De hecho, no es una situación nueva. El pasado E3 no se diferenció mucho del actual en lo referente a las conferencias. ¿Resultado? Uno de los años más prolíficos de compañías third-party y estudios independientes que se recuerda. Intuyo que este año sucederá lo mismo, pues alguien tiene que llenar el hueco dejado y el caramelo que representa el bolsillo de los aficionados a los videojuegos es demasiado goloso como para dejarlo escapar.