Retroanálisis: Ultima VII
La perfección del RPG.
Pero quizá lo más destacable es que, desde el momento en que ponemos nuestro virtual pie en suelo de Britannia vemos que el juego tiene algo que deja obsoletos al resto de CRPG de la época e incluso a la mayoría de los actuales: el juego está vivo.
En Ultima VII el mundo no gira a nuestro alrededor, sino que todo tiene una rutina, un horario. Las tiendas abren y cierran a su hora, hay días de la semana y podemos ver a la gente dormir en sus casas, ir a trabajar, sentarse a comer cuando es la hora... Todo, absolutamente todo, funciona con una independencia apabullante, llevando la inmersión del jugador a cotas nunca vistas entonces.
El juego tiene algo que deja obsoletos al resto de CRPG de la época e incluso a la mayoría de los actuales: el juego está vivo.
Pero si sumamos una interacción casi total con ese mundo, la cosa ya se va a niveles increíbles. Todo lo que veamos, todo objeto, es manipulable y muchas veces transformable. Es decir: podemos entrar a una panadería y poner harina en la mesa, usar agua sobre ella para obtener una masa y, por último, meter esa masa en el horno para obtener pan. ¿En qué juego vemos eso?
Por supuesto, nuestro personaje y acompañantes deben comer y dormir de forma regular, lo que hace que las clásicas expediciones de exploración tengan que ser preparadas con un cuidado extremo. Y no sólo comida: mapas, sextante para saber nuestra posición (olvidaos del puñetero automapa), brújula, reloj, sacos de dormir... y todo teniendo en cuenta el límite de peso.
Digo compañeros y digo bien, porque Ultima VII lleva el concepto "party" a otro nivel mucho más allá del grupo de aventureros que se unen en busca de fortuna. Aquí cada miembro del grupo tiene una clara motivación para estar con nosotros: amistad, cariño, protección. Y lo que es más, nos hablarán, al igual que pasaría posteriormente en Baldur's Gate, durante el juego.
Pero cuidado, que los compañeros tienen su propia personalidad y no tolerarán ciertas actitudes, como pueda ser el bandidaje. Nos darán avisos, pero si decidimos llevar las cosas demasiado lejos, nos abandonarán y tendremos que continuar sin ellos. Son, así, personalidades completas, pues no podremos controlarlos en ningún momento más allá de definir su equipamiento y su táctica general de combate: defender, proteger, atacar, etc.
Y no olvidemos la magia, porque Ultima VII puede presumir de tener un muy completo sistema para la hechicería. Los conjuros se dividen en círculos, que son un trasunto de niveles, siendo los del primero clásicos como curar o crear luz y los del octavo cosas como resurrección. Obviamente, los más altos estarán sólo disponibles cuando hayamos avanzado bastante. Adicionalmente, los hechizos, para ser lanzados, requieren de ingredientes, ocho distintos, y pueden ser comprados o bien recolectados en nuestros viajes. Esto hará que la magia sea poderosa, pero escasa y sólo la usaremos en casos de necesidad.
El juego conoció una expansión, Forge of Virtue, y una segunda parte, Sepent Isle, que a su vez tuvo una expansión llamada Silver Seed. La secuela flojea en la trama y, ¿adivináis por qué? Electronic Arts presionó para sacar el juego antes de tiempo y eso provocó que, si bien la trama continua en un punto más que interesante, es demasiado lineal y el juego rebosa bugs que hacen el juego inacabable si tenemos mala suerte. Aun así, Serpent Isle merece mucho la pena y es de obligada visita para el aficionado a Ultima.
Y finalizando, recomiendo que tanto Ultima VII como su secuela y expansiones sean jugados mediante el programa llamado Exult, que nos permite jugar en altas resoluciones, corrige muchos de los bugs originales y añade funciones nuevas de gran interés, como jugar a Ultima VII con el inventario de The Serpent Isle. Pero para vivir la experiencia en su estado más puro, siempre recomendaré el uso de DosBox o, mucho mejor, la versión de Gog.com, que es un compilado del juego con DosBox ya preparado para funcionar en un click. De las versiones para Super Nintendo o MegaDrive no merece hablar, pues son recortadas hasta el extremo y carecen de interés.
Ultima VII es largo, muy, muy largo, todo lo que quiera el jugador; pero siempre que éste esté dispuesto a darle noches de cariño, Ultima VII le responderá con diversión y una aventura inolvidable. Es, en mi opinión, una de las experiencias roleras definitivas delante de un ordenador y merece, no, ¡debe! ser jugado por cualquiera que se diga aficionado al género. Si os adentráis en Britannia jamás lo olvidaréis, os doy mi palabra.