Warhammer 40,000: Dawn of War II
Marines Espaciales en toda su gloria.
Atención: ¡ronda relámpago! ¿Dónde estaban las llaves? En el fondo del mar. ¿Qué hay al otro lado del arcoiris? Un caldero lleno de oro. ¿Qué se alza, siempre triunfante, fiel y victoriosa, por encima del humo, la arena empapada de grasa quemada, los restos de chatarra retorcida y agujereada por la metralla, con su grito elevándose por encima del plúmbeo martilleo de las descargas de los bólters? La terrible figura de un Marine Espacial en toda su gloria. Y si hay una imagen inequívoca de cómo debe lucir un ejemplar de semejante especie es la que Games Workshop y su franquicia de tablero Warhammer 40.000 ha conseguido imponernos a muchos a base de conquistar nuestro ardor belicoso con su universo cuajado de batallas épicas, dentro del marco de una guerra total cuya extensión no conoce límites.
Hace cuatro años Relic Entertainment y THQ nos ofrecieron la posibilidad de liderar una escuadra de letales, rudos y brutales mastuerzos curtidos en el noble arte del reparto de cera a escala interplanetaria en su título Warhammer 40.000 Dawn of War. Se trataba de un juego de estrategia en tiempo real orientado primariamente hacia la acción y el combate directos. Tres expansiones después, y tras un éxito muy notable en ventas, vuelven a la carga con la segunda parte: Warhammer 40.000 Dawn of War II. Hemos tenido la oportunidad de tomar contacto con esta nueva entrega en la sede madrileña de THQ; apenas un bocado de prueba.
A diferencia de otros RTS, Dawn of War II tiene como objetivo puro y duro el combate. Nada más importa: conquistar, vencer, tomar el siguiente puesto, acabar con la siguiente oleada. El ritmo es imparable, con misiones de entre ocho y veinte minutos de duración pensadas para enganchar al jugador a base de mejoras y recompensas constantes. Casi tras cada escaramuza habrá items, personajes que suben de nivel, nuevos poderes y funcionalides, nuevas municiones o armas… Todo está siempre a sólo unos metros, a sólo una colina, a sólo unas cuantas muertes de distancia.
La sensación de inmersión es sorprendente: al minuto de comenzar la primera misión las oficinas de THQ desaparecieron y sólo había Orcos y disparos por todas partes. El tiempo se había detenido y nada importaba, sólo flanquear esa torre, conseguir la oportunidad de lanzar una granada que me ganase la distancia suficiente para avanzar hasta la siguiente barricada. Para cuando la misión terminó, ni siquiera me había dado cuenta de los cuadros de diálogo con ayudas que habían ido apareciendo a la izquierda de la pantalla. Ah, ¿es que esto era un tutorial? Sólo tuve que usar mi mano izquierda para golpear en la mesa o para alzar el puño en señal de victoria: ni siquiera toqué el teclado una sola vez. El control con el ratón era tan fluido y preciso que, sinceramente, olvidé que estaba ahí.
Dawn of War II exige reflejos, adaptabilidad y rapidez en el análisis del terreno y la situación de combate: búsqueda de coberturas, evaluación de potencia de fuego, despliegue y repliegue de las tropas, toma de posiciones en los edificios, incursiones desesperadas a base de combates cuerpo a cuerpo, momentos agónicos en los que esperas a que tu escuadra pesada termine de montar sus armas para darte fuego de supresión. El entorno es casi completamente destructible y los lugares que visitamos con nuestra fiel compañía de marines espaciales son reconocibles por el grado de arrasamiento que fuimos dejando atrás, excelentemente presentado en pantalla y acompañado de un diseño de sonido potente e inmersivo.
Jugué una misión más, otra, otra más. Tomé plazas, demolí torres de comunicaciones, resistí asedios y derroté a varios cabecillas Orcos antes de tener que arrebatar piedra a piedra los restos de una base bajo dominio Eldariano. Para cuando la demo terminó, el sol casi se había puesto ya y, sin embargo, yo tenía la sensación de apenas haber estado jugando durante treinta minutos. Me sacudí el olor a cenizas y sangre de encima y me fui con la feliz promesa de que, dentro de poco, podremos probar una beta multijugador. Esperemos que sea cuanto antes, porque tengo un montón de culos que patear: Dawn of War II promete ser un juego de los que crean afición y nada, por el momento, hace temer que vayan a faltar a la promesa.