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Análisis de Wilmot Works It Out - Wilmot baja el ritmo pero no el ingenio

Wilmot toca hierba.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Wilmot Works It Out elimina el aspecto contrarreloj del anterior juego para centrarse en el placer de organizar y ordenar.

Es posible que esto no sorprenda a quien haya escuchado mis quejas recurrentes sobre de la falta de opciones de organización de aplicaciones de música como Spotify, pero una de mis maneras de gestionar momentos de gran tensión o ansiedad consiste en vaciar las estanterías para volver a recolocar mis libros con un nuevo sistema de ordenación. Pasar de ordenar por temas a ordenar por tamaños, de organizar de manera secundaria por editoriales a hacerlo por colores. Entiendo que puede resultar alienígena a quien no comparte esa pasión por el orden, pero hay algo programado en mi cerebro para recompensarme por encontrar varias pautas a seguir y emplearlas para clasificar un conjunto grande de objetos.

Un juego que lo entendía a la perfección era Wilmot’s Warehouse, un título de puzles desarrollado por el equipo creativo formado por Richard Hogg y Ricky Haggett (Hohokum, I Am Dead, Flock), publicado en 2019 por Finji (Tunic, Chicory). Wilmot es un simpático cuadrado con una sempiterna sonrisa que trabaja en un almacén; su trabajo consiste en recibir palés y mover las mercancías para luego poder responder a pedidos de los clientes a toda velocidad. El criterio de organización lo decidíamos nosotros, otorgándonos libertad para convertir el almacén en nuestro pequeño feudo, pero también poniéndonos la responsabilidad de mantener el orden para encontrar los artículos requeridos. Cinco años después ha llegado la secuela de Wilmot’s Warehouse, que recupera muchas de sus señas de identidad pero le da un giro más amable al alejarnos del entorno y el horario laboral.

Wilmot Works It Out es un videojuego de puzles en el sentido más literal posible. Wilmot ya no tiene que pisar el almacén, sino que el juego al completo transcurre dentro de su propia cas, convertida en un tapiz donde desplegar los paquetes que le llegan a diario del Club del Puzle. Al igual que en Warehouse, la mecánica principal consiste en organizar los objetos que nos llegan (ahora piezas de puzle) y aprovechar el espacio disponible para encontrar todo lo que necesitamos, pero en este caso el objetivo es completar adorables murales diseñados por Hogg.

Al principio es bastante directo: los códigos de colores son fácilmente identificables, las formas son distintas y las uniones entre bordes se divisan de un lado a otro de la estancia. A medida que avanza el tiempo, el Club del Puzle nos manda pruebas más complejas, colando piezas de puzles que no podremos completar hasta dentro de varios envíos, usando colores idénticos en puzles distintos, intentando engañarnos con las formas… Aunque no todos los cuadros son del mismo tamaño, el juego desarrolla una curva de dificultad muy bien medida sin necesidad de aumentar demasiado la escala de los propios lienzos.

El juego se divide en ocho “temporadas” del Club del Puzle, cada una con una decena de murales que podemos colgar en la pared del recibidor de Wilmot a nuestro gusto (en total suman unas 6 horas de duración). Al final de cada temporada desbloqueamos nuevas habitaciones donde colgar y reorganizar nuestras obras completadas. Sin la presión del lugar de trabajo, aquí podemos dedicar tiempo a reordenar nuestros cuadros terminados, cambiar el papel pintado de los papeles e incluso adoptar una mascota.

En todo este entramado mecánico se cuela una carga narrativa con Sam, la cartera que le lleva los puzles a Wilmot. Cada vez que escuchemos la llamada del timbre nos encontraremos a Sam con un puzle en la mano pero también con algo de conversación. Este pequeño toque humano es lo que más diferencia a esta entrega de Warehouse; cada pequeña conversación con Sam nos permite conocer mejor a la persona detrás de las entregas. A pesar de que Wilmot no habla, también se ve una evolución en la relación con Sam; en ciertos momentos se aprecia que el rato que pasamos jugando no representa ciertas elipsis de tiempo en las que se producen pequeños avances en una trama ligera pero agradable.

Este toque diferencial con respecto a Wilmot’s Warehouse es el que termina definiendo en mayor medida la experiencia de Wilmot Works It Out. Si el primero nos permitía encontrar el placer en una tarea repetitiva y estresante, este segundo juego quiere ser más relajado pero hablar también de la relación con nuestras propias aficiones. Entiende cómo el contexto de las acciones puede cambiar su significado (¡las mecánicas son casi las mismas que en Warehouse) y a ratos nos advierte del peligro de perdernos cosas importantes por dedicarle tiempo únicamente a nuestro hobby, pero también nos deja ver cómo las aficiones se convierten en punto de conexión con otras personas. Por una de estas casualidades cósmicas, mi pareja se aficionó no hace tanto tiempo a los puzles, así que la experiencia de analizar Wilmot Works It Outha sido hasta cierto punto cooperativa y bastante relacionada con el propio mensaje del juego.

Wilmot Works It Out es un breve y agradable juego de puzles que recoge la base de gameplay de Wilmot’s Warehouse para construir con ella una experiencia más amable sin perder esa potente sensación de recompensa al completar tareas. Aunque sigue siendo un título basado en sus mecánicas de reorganización, mantiene ciertos elementos de comentario, pasando a hablar de nuestra relación con el trabajo a nuestras aficiones.

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