WWE All Stars
Mashup hipertrófico.
El trabajo de THQ durante los últimos años en el género de los juegos de lucha libre ha sido más que notable. No hay duda de que la saga Smackdown vs. Raw ha sabido aprovechar la segunda juventud en cuanto a popularidad que parece gozar este deporte (o espectáculo, según se mire) con una serie de juegos muy completos y realistas, éxitos tanto de crítica como de público. Sin embargo, ese enfoque también parece haber alienado a muchos fans que demandan una opción más sencilla y directa, o que simplemente dejaron de seguir la WWE hace muchos años. Ahí es, precisamente, donde entra en juego All Stars.
El primer punto que lo separa respecto a la saga principal es que aquí se recupera a algunos de los luchadores míticos de la lucha libre, aquellos que los que ya rondamos la treintena recordamos de cuando a principios de los 90 Telecinco empezó a emitir el mítico Pressing Catch. Hulk Hogan, Randy Savage, Ultimate Warrior, André el Gigante y otros mitos ya retirados se ven las caras con estrellas actuales como John Cena, Undertaker o Rey Misterio, conformando un curioso mashup entre dos generaciones con atractivo para los aficionados de todas las edades. La selección de treinta luchadores (dividida en cuatro clases) es correcta y todos ellos cuentan con sus movimientos más conocidos, aunque se echa en falta a gente como Ted DiBiase, Big Boss Man, Ric Flair o Jericho. Y ahí aparece la polémica: antes de su salida al mercado THQ ya había anunciado hasta doce nuevos personajes descargables como DLC. Feo.
La otra gran diferencia está en el control y el propio planteamiento jugable. WWE All Stars apuesta por un estilo más arcade, pero bajo una evidente capa de simplicidad subyace un sistema algo más complejo de lo que inicialmente aparenta. Se usan menos botones y las combinaciones son más fáciles de realizar, aunque sigue habiendo un buen abanico de posibilidades y su uso es bastante intuitivo a pesar de que la ausencia de un tutorial en condiciones que nos explique cómo funciona el juego vaya frontalmente en contra de la filosofía de accesibilidad directa que supuestamente presenta el juego. Al principio no sabremos, por ejemplo, que aquí tiene una importancia vital la correcta ejecución de los contragolpes, que requieren la pulsación de los gatillos en el momento apropiado... algo que se vuelve en su contra cuando jugamos online, por culpa de una latencia más alta de lo deseable. También hay un par de movimientos especiales por personaje, que se pueden realizar tras rellenar unas barras de energía y cuyo uso en el momento adecuado puede determinar la victoria en un combate sin necesidad de hacer un pin.
Los modos de juego de WWE All Stars son quizás el aspecto más discutible del juego. Las exhibiciones son muy configurable con varios sets de reglas, aunque hay omisiones flagrantes como el Royal Rumble, el Hell in the Cell o los combates por parejas tradicionales (aquí solo se pueden jugar en su variante Tornado). También tenemos la opción de usar un editor para generar nuestro propio luchador en el modo Create a Superstar, pero las opciones son un poco limitadas y los movimientos solo se pueden seleccionar en plantillas predefinidas.
Fantasy Warfare es quizás el modo estrella y probablemente el que llamará más la atención de los fans de este deporte. Consiste una serie de combates ficticios en los que se enfrenta a luchadores actuales con viejas glorias y que se introducen con un vídeo narrado e imágenes de archivo de los dos participantes. Hay mezclas curiosas (Andre el Gigante contra Big Show o John Cena contra Hulk Hogan, por ejemplo) y algunos títulos bastante estrafalarios, pero en el fondo no deja de ser un modo exhibición predefinido y un poco más cuidado.
Tampoco se puede decir que Path of Champions vaya mucho más allá: son tres mini-carreras de diez combates con diferentes sets de reglas en las que el objetivo como aspirantes es simplemente enfrentarse a Randy Orton, The Undertaker or DX para arrebatarles el título. Podría pasar por un modo historia, pero narrativamente no va más allá de mostrar a tres o cuatro de nuestros rivales hablando a la cámara y su duración es escasa. Además sorprende mucho, y no precisamente para bien, que el Path of Champions en tag team no se pueda jugar en cooperativo, y que obligatoriamente tengamos que ir acompañados por la IA.
Lo que si es un completo acierto es el peculiar estilo gráfico. El aspecto de los luchadores deja el realismo de lado y se vuelve caricaturesco, acercándose a lo que sería una versión reluciente e hipertrófica (aún más) de las típicas figuritas de acción con las que jugábamos de críos. Toda esta excentricidad se aplica también a los propios movimientos: aunque son fieles a los de los luchadores reales, en WWE All Stars están mucho más exagerados y se adornan con estelas de colores y secuencias a cámara lenta. La guinda del pastel son los divertidos comentarios de Jerry Lawler y Jim Ross, dos de los narradores más carismáticos que ha tenido este peculiar deporte.
La intención de THQ con WWE All Stars es clara: acercar los juegos de wrestling a los aficionados que se sienten intimidados por la realista simulación que presenta la saga Smackdown vs. Raw. Y lo consigue: la jugabilidad es más arcade y accesible (aún pidiendo a gritos un buen tutorial), posee un plantel de luchadores atractivo tanto para los fans de las estrellas actuales como de las grandes leyendas y su desenfadado aspecto visual le sienta de maravilla. Sin embargo, pesan negativamente la poca profundidad y duración de sus modos de juego, un aspecto que esperamos que mejore en una eventual secuela, unos tiempos de carga exageradamente largos y algunas omisiones que resultan incomprensibles. En cualquier caso como comienzo de una nueva serie de spin-offs en la franquicia es comienzo es prometedor y bastante interesante, y los fans de la WWE se divertirán mucho con él, especialmente si lo juegan en compañía de algún amigo.