Análisis de Yakuza Kiwami 2
Mají(ma)simo.
Enfrentándome al cuarto análisis de un Yakuza en apenas veinte meses, cada vez me cuesta más de hablar de entregas individuales y menos de la saga como un conjunto. Además, como mencionaré en este análisis, la propia franquicia está cambiando en ese sentido para transformarse en una experiencia más conectada y homogénea. Sin embargo, no llega a cansar; de alguna manera Yakuza parece haber alcanzado la perfección en su fórmula y solo necesita ir variando pequeños detalles.
Yakuza Kiwami 2 es un remake de la segunda entrega de la saga. Un año después de los eventos del primer juego, Kazuma Kiryu vive como un civil, alejado de la Yakuza, junto a su hija adoptiva Haruka. La tranquilidad relativa se ve empañada cuando el patriarca del Clan Tojo es asesinado por la Alianza Omi. El Clan Tojo pide a Kiryu que les ayude a conseguir una tregua, pero pocos saben que los eventos que se están produciendo son los ecos de un hecho traumático de hace dos décadas.
Esta una de las entregas más queridas por los fans, y con razón. Tiene a uno de los villanos más carismáticos de Yakuza, la historia se desarrolla a un ritmo muy alto entre dos de las localizaciones más carismáticas de la saga (Kamurocho en Tokyo y Sotenbori en Osaka, las mismas que se emplearon posteriormente para Yakuza 0) e incluso tiene a un personaje femenino con líneas de diálogo que no dan vergüenza ajena en todas sus apariciones. Es una historia repleta de giros, como es habitual, pero están supeditados a una trama que se centra más en el choque de trenes que resulta la colisión entre diferentes mafias y las ramificaciones del conflicto.
Para acompañar a esta historia, los ingredientes clásicos de los Yakuza. Localizaciones basadas en lugares reales de Japón donde prima el ocio nocturno, matones callejeros esperando a recibir una paliza al estilo beat'em-up clásico, decenas de minijuegos (incluyendo juegos clásicos de Sega como Virtua Fighter 2.1 y Virtual-On) y misiones secundarias con un humor extremadamente japonés.
Con Kiwami 2 conviene hablar más de remake que de remaster, porque los sistemas básicos del juego se han visto modificados por completo. Se ha empleado Yakuza 6 como molde para los controles o el sistema de experiencia, que como ya dije en el análisis en su momento, es el mejor sistema de experiencia de la saga porque refleja mejor la variedad de actividades posibles que ningún otro. El motor gráfico, el Dragon Engine, vuelve a lucir de lujo, especialmente en el distrito de Sotenbori, aunque sigue sin mantener los 30FPS estables el 100% del tiempo.
Todo este trabajo en los sistemas logra el objetivo de actualizar la fórmula y convertirlo en un juego actual. Al primer Kiwami le fallaba esto: pese a que empleaba el mismo motor que Yakuza 0, en lo jugable y en la escala de algunos escenarios se le veían mucho las costuras. Este segundo Kiwami podría pasar perfectamente por una secuela de Yakuza 6 y prácticamente todo lo que comenté de este en su análisis se aplica también a Yakuza 2.
De hecho el resultado de la unión es superior a Yakuza 6 precisamente por la calidad que ya atesoraba el propio Yakuza 2. Donde la historia del 6 no lograba aterrizar tan bien como otras entregas (por tono de la historia y ausencia de personajes conocidos) aquí tenemos una historia sólida como una roca que se entiende perfectamente como entrega individual y también como parte del conjunto.
Hablando de personajes conocidos, sin duda lo más positivo es que aquí sí tenemos una buena ración de Goro Majima. Además de su aparición en la historia de Kiryu, tiene un pequeño capítulo de una hora y poco en el que le manejamos directamente. Es cortito, pero da gusto controlar a un personaje que destaca por su capacidad de sorprender en cada movimiento, empleando las técnicas que aprendió en Yakuza 0. No tiene, eso sí, ninguna progresión y su historia se va desbloqueando conforme completamos la campaña principal.
La historia del modo de Majima une lo que sucede entre Kiwami y Kiwami 2, aunque de hecho los mejores momentos suceden cuando conecta con otro título de la saga. Es además un homenaje más elaborado al personaje que el sistema Majima Everywhere de Kiwami, donde prácticamente había quedado relegado a un bufón. Uno bastante gracioso, todo sea dicho, pero no alcanzaba a mostrar por qué este personaje es uno de los más populares de la serie. A pesar de un modo tan corto, en la campaña de Majima de Kiwami 2 se aprecia la complejidad que tiene este personaje como en pocas otras entregas.
La saga Yakuza lleva varias entregas reescribiendo su historia a través de este tipo de añadidos, con mayor o menor fortuna. Sin duda donde más se aprecia es en las historias secundarias, que se amplían con pequeñas historias nuevas que conectan con Yakuza 0 además de la primera entrega. De alguna manera la saga avanza hacia delante a la vez que va modificando su pasado sobre la marcha para que todo encaje mejor. Es una pena que Yakuza 3, 4 y 5 no vayan a recibir el tratamiento Kiwami para recuperar y desarrollar algunas de las nuevas historias.
Yakuza Kiwami 2 actualiza una de las mejores entregas de la saga y logra, esta vez sí, ponerla al día y convertirla en un juego actual. Aprovecha todos los recursos herederos de Yakuza 6 y los pone al servicio de una historia más intensa y emocionante. Además tiene una dosis de Majima mucho más controlada que Kiwami y Yakuza 6, y eso siempre es una buena noticia para los aficionados de la saga.