Análisis de Yakuza Kiwami
"Ven conmigo / y agarra esta barra de hierro".
Pequeña confesión: hay pocos análisis de videojuego más complicados de escribir (al menos para mi) que el de las franquicias anuales. No hablemos ya de enfrentarse a un remake del primer título de una saga con siete entregas, la anterior de las cuales jugaste hace ocho meses y cuya próxima entrega estará más o menos a esa distancia. Cuando las novedades brillan por su ausencia y lo que era bueno ya lo has mencionado varias veces, cuesta sacar inspiración para armar un texto. Incluso por esas, a veces encuentras una saga de la que simplemente no puedes cansarte de hablar.
Yakuza Kiwami es un remake de la primera entrega de la saga Yakuza, lanzada originalmente en 2005 para PlayStation 2. Kazuma Kiryu es un miembro de la yakuza que decide cargarse las culpas del asesinato que su mejor amigo, Akira Nishikiyama, ha cometido para proteger a la amiga de la infancia que compartió orfanato con ambos: Yumi. Al salir de la cárcel diez años después se encuentra un panorama muy distinto: Yumi ha desaparecido, Nishikiyama está ascendiendo en el organigrama con métodos sucios y a su vuelta no se encuentra precisamente con brazos abiertos para darle la bienvenida desde la yakuza.
La historia que cuenta el juego no varía mucho con respecto a la que se contaba hace doce años, aunque se han añadido escenas nuevas que hacen referencia a los eventos que sucedieron en la precuela Yakuza 0 para conectar mejor ambas entregas. De lo contrario, hubiese sido raro que algunos personajes hablasen como si ciertos encuentros no hubiesen tenido lugar.
La principal novedad es el modo Majima Everywhere. Convertido en personaje principal de la saga por méritos propios, en el remake se le ha dado más importancia que en el original. Además de tener un par de escenas extra, ahora se puede cruzar en cualquier momento con nosotros por la calle, en ocasiones de las maneras más inesperadas e hilarantes. Quizá le termine pasando factura a la saga que Majima se esté convirtiendo en un bufón, pero la verdad es que algunas de sus apariciones son para aplaudir al equipo creativo.
Kiwami reaprovecha el trabajo realizado en Yakuza 0 de una manera bastante evidente. En temas de gráficos, interfaz, cámaras y demás casi todo sigue idéntico a Yakuza 0.
Cada vez que le ganemos desbloquearemos habilidades del modo de combate Dragón, uno de los cuatro a los que tiene acceso Kazuma junto a Rush, Brawler y Beast. El primero se asemeja más al estilo del Yakuza original, mientras que los otros tres vienen heredados de Yakuza 0. En general el combate es casi calcado al de dicha entrega, que introducía novedades muy bienvenidas y que nos permitía más flexibilidad con los cambios de estilo. Quien venga de nuevas puede descubrir que algunos enemigos de Yakuza tienen tendencia a derribarnos con demasiada facilidad, y en Kiwami son demasiado numerosos los enemigos que nos dejan en el suelo en cuanto nos acercamos a ellos. Se solventa más o menos aprendiendo a dominar los cambios de estilo, pero para alguien que empiece puede ser un poco engorroso.
Conectando con el combate, lo cierto es que Kiwami reaprovecha el trabajo realizado en Yakuza 0 de una manera bastante evidente. En temas de gráficos, interfaz, cámaras y demás casi todo sigue idéntico a Yakuza 0, se reaprovechan los estilos de combate de Kazuma, el modo Majima Everywhere sirve para volver a mostrar los tres estilos de combate que tenía en Yakuza 0 (aunque ahora como enemigo)... No habría venido mal alguna novedad de más calado.
Tras haber cogido el ritmo de jugar a al menos un Yakuza al año sí he detectado una pequeña sutileza que muestra que este juego se diseñó pensando en Playstation 2: las carencias de la consola están presentes en el diseño de los espacios. Son mucho más habituales los combates en salas cerradas y hay muchas menos secuencias largas donde recorremos un edificio entero machacando a todo el que se nos pone por delante. En el único viaje que realizamos fuera de Kamurocho apenas visitamos un par de salas y casi todo sucede en la misma estancia.
Lo que más sorprende de Kiwami comparado con otras entregas es la duración. Me enganché a la saga en Y4, así que la idea de que un Yakuza dure menos de 50 horas me sorprende, ya no digamos que el primer juego de la saga se pueda superar en 15-20 sin problemas si dedicamos nuestros esfuerzos a la historia principal.
Jugar solo la historia principal de un Yakuza es quedarse en la superficie, y Kiwami no es una excepción. Siempre hay motivos para volver a las calles de Kamurocho.
Aunque, como me gusta remarcar, jugar solo la historia principal es quedarse en la superficie. Un Yakuza se disfruta saboreando las misiones secundarias, visitando la recreativa de Virtua Fighter 4 en el centro SEGA, tratando de encontrar todas las bebidas alcohólicas de la ciudad, resolviendo los problemas de los ciudadanos que se nos cruzan por en medio... Yakuza Kiwami no es una excepción. Siempre hay motivos para volver a las calles de Kamurocho, a las que dedico un artículo.
Remarqué en su momento la misoginia rampante de Yakuza 0, pero desde luego el primer Yakuza adelanta por la derecha como un tren en llamas sin frenos a todas las entregas que he jugado. Aparte de que las mujeres están como siempre relegadas a papeles secundarios con un par de roles encasillados y que tiene uno de los minijuegos más bochornosos que he podido probar desde que tengo memoria (un piedra-papel-tijera con chicas en bikini ridículos con el que incluso el protagonista se muestra incómodo), lo más duro viene con un par de bofetadas de figuras paternas a niñas a su cargo que dejan más impresión que todas las palizas del juego juntas.
Entiendo que el equipo de localización ha preferido mantenerse completamente fiel al original, pero no tengo claro que la reacción de un japonés promedio a dicha escena sea la misma que tuve yo (que fue ganas de apagar la consola un rato). La saga Yakuza siempre me ha atraído por su acercamiento a la mente japonesa, o como mínimo a la visión que tienen de sí mismos. El problema es que a veces te acercas demasiado y ves lo que desde nuestra perspectiva cultural es su cara más desagradable. Imagino que en China se fijarían más en el racismo flagrante con el que se trata a su gente a lo largo de la saga.
Yakuza: Kiwami introduce todo el contenido del primer Yakuza y un poquito más en el entorno creado para Yakuza 0. A veces se queda un poco corto de escala en comparación con las nuevas entrega, pero la base de los Yakuza modernos está ahí detrás para levantarlo todo. Es un buen punto de entrada en la saga (al igual que lo era la precuela), pero donde el anterior introducía novedades de calado, este se conforma con actualizar el juego que comenzó la leyenda del Dragón de Dojima.