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Análisis de Yo-Kai Watch

¿El nuevo Pokémon?

Nada menos que tres años ha tardado en llegar a territorio europeo el último éxito de Level-5, al que algunos denominan "el nuevo Pokémon".

Después de tres años, unas cuantas secuelas y spin offs publicados en el mercado japonés, además de una cantidad ingente de material periférico, aparece por fin dentro de nuestras fronteras uno de los mayores éxitos de Level 5 de los últimos años, estudio responsable de producciones tan notables como los Dark Cloud y Chronicle, la serie Professor Layton e Inazuma Eleven, o Ni No Kuni.

Los yōkai son una especie de espíritus o monstruos sobrenaturales del folklore japonés. El propio término se compone de dos kanjis; uno referido a "embrujo" o "calamidad", y el otro que significa "espectro" o "aparición". Estos yōkai, de acuerdo a la tradición nipona, pueden ser criaturas simplemente traviesas, genuinamente malvadas, o incluso amigables, en cuyo caso traen buena suerte a aquellos que los encuentran. Su aspecto se asemeja, en algunos casos, al de algunos animales, o bien pueden ser criaturas antropomórficas, adoptar la forma de objetos inanimados, o no poseer ninguna forma física en absoluto, pero todos ellos tienen en común un poder espiritual sobrenatural capaz de alterar de algún modo la vida de las personas que tengan cerca.

El juego toma este concepto, extraído del folklore japonés, y lo vuelca de forma bastante literal en una aventura basada en la premisa del hazte con todos de Pokémon, pero cuyas semejanzas con la archiconocida serie de Satoshi Tajiri empiezan y terminan justo ahí, en el afán completista, y en algunos guiños puntuales. Por lo demás, Yo-Kai Watch extrapola de maravilla el concepto original a sus circuitos: los habitantes de Floridablanca, la ciudad en la que se desarrolla la aventura, se están comportando de forma extraña, están teniendo problemas inusuales, y nuestro papel será el de desenmascarar a los yōkai, traviesos o malvados, responsables de estas anomalías en cada caso.

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Nada más empezar el juego podemos elegir entre una chica o un chico como protagonista. La aventura comienza al final de las vacaciones de verano, con nuestra protagonista y sus amigos recorriendo los parques y bosques aledaños a Floridablanca para capturar insectos con los que realizar su proyecto de ciencias naturales. En una de estas búsquedas por el bosque nos encontramos con una misteriosa máquina de cápsulas (cápsulas que recuerdan bastante a las Poke-Ball), de cuyo interior emerge Whisper, un yōkai bastante burlón, quien nos habla de la existencia de los de su especie y nos entrega el Yo-Kai Watch, un dispositivo cuya lente nos permite ver físicamente a los yōkai que están alterando con sus fechorías la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad. Con semejante artilugio en nuestro poder, podremos detectar y ganarnos la amistad de diferentes yōkai y que se sumen a nuestro equipo, o combatir contra aquellos otros menos amigables que están causando problemas.

La base del juego es la exploración, la búsqueda de criaturas y objetos, y los combates entre los yōkai. La vertiente exploratoria es una delicia, ya que la ciudad es bastante grande, es preciosa, está plagada de zonas secretas y recreada con un nivel de detalle exquisito. En cuanto a los combates, intervenimos en ellos pero de manera indirecta, ya que las criaturas pelean de forma automática, por su cuenta. ¿Significa esto que nos quedaremos de brazos cruzados mientras los bichos se curten el lomo? Nada más lejos, ya que nuestra intervención va a ser crucial en el desarrollo de los combates y será la que marque la diferencia entre una victoria estupenda o una derrota humillante.

Mientras los yōkai se pelean en la pantalla superior de nuestra 3DS nosotros debemos asumir el control de la pantalla táctil, nuestro panel de mando y desde donde nos convertimos en directores de la acción. Desde ahí decidimos qué criaturas intervienen en el combate girando una ruleta sobre la que está representado nuestro equipo titular, pudiendo cambiarlos en cualquier momento. Por otro lado, cada bicho tiene un ataque especial que podemos lanzar siempre que su medidor de espíritu esté lleno. En este caso, no solo decidimos cuándo lanzar el especial de cada uno (hay que estar pendiente del desarrollo del combate, del tipo de enemigos, y del tipo de ataque especial de cada yōkai para lanzarlo en el momento más oportuno) sino que para que dicho ataque sea efectivo tendremos que realizar un pequeño minijuego con el stylus. Explotar burbujitas, girar en círculos, frotar, o realizar sencillos dibujos son algunos ejemplos. Puede que durante el combate alguno de nuestros bravos guerreros caiga espiritado, momento en el que deberemos retirarlo del campo de batalla para deshacer su estado mediante los movimientos de stylus que se nos indiquen en cada caso. También desde el panel podemos cambiar el objetivo de los ataques, lanzar objetos de recuperación o potenciadores a nuestros aliados, pero también a los contrincantes; darle comida a un yōkai enemigo puede hacerle cambiar de parecer al finalizar el combate, y que quiera unirse a nuestra party.

El sistema de combate es muy interesante. Sobre el papel parece querer relegarnos a una posición secundaria, pasiva, pero en la práctica tardamos poco en darnos cuenta de lo complicado que resulta gestionar de manera efectiva toda la estrategia subyacente mientras los bichitos se pelean en tiempo real. Es un sistema que nos convierte en una suerte de directores de orquesta, donde parece que no intervenimos pese a que nuestra intervención es imprescindible para que todo suene en armonía. Debemos prestar atención a los tiempos, a las características y las acciones de todos los integrantes de nuestro grupo y del grupo enemigo, y andar rápidos y despiertos. En muchas ocasiones tendremos que decidir entre hacer una cosa o la otra, y no siempre decidiremos bien.

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Yo-Kai Watch sigue un patrón de acción y desarrollo similar, en su base, a cualquier RPG japonés al uso, pero con notables desviaciones estéticas, superficiales, que no formales, de la fórmula más tradicional que todos conocemos. En este sentido y desde los primeros compases nos recuerda bastante a las primeras horas de Ni No Kuni, que también se desarrollaba, al menos en su inicio y posteriormente de forma alternativa a ese otro mundo fantástico, en un entorno urbano realista salpimentado por el toque de magia que aportaban las criaturas. El juego que Level-5 desarrolló en colaboración con el estudio Ghibli probablemente sea el referente más cercano, para hacernos una idea.

No es difícil vislumbrar las razones que han llevado a Yo-Kai Watch a convertirse en un fenómeno de masas en Japón. El elemento sobrenatural inspirado en su folklore se inserta de maravilla en el costumbrismo propio de la cultura nipona, y Floridablanca es una recreación bastante reconocible de la idea que tenemos en mente de cualquier ciudad japonesa de tamaño medio, con todos sus elementos arquitectónicos, representaciones iconográficas y usos culturales típicos. A esto se le suman buenas dosis de humor, y un desarrollo que pese a lo guiado se siente bastante abierto y libre. El contrapunto negativo de todo esto es que a pesar de lo variadas que resultan en principio las misiones que nos encomiendan, éstas acaban por adoptar un ritmo excesivamente machacón, estanco, repetitivo, y las líneas de diálogo (traducidas y dobladas al castellano) no ayudan. Después de descubrir que los yōkai son los responsables de los primeros tres o cuatro eventos misteriosos, no hay razón para mantener el suspense en los veinte o treinta posteriores.

El juego es un más de lo mismo (esto no es necesariamente negativo) pero se siente diferente (esto es bueno). La propuesta resulta fresca pese a la mezcolanza de elementos familiares de los que se nutre y que son fácilmente identificables, y se agradece ese sentido del humor absurdo que nos está diciendo sin decirlo que el juego no se toma demasiado en serio a sí mismo. Por desgracia, aun con todas sus buenas cualidades individuales, el conjunto se queda a un escalón o dos de resultar todo lo bueno que podría haber sido. Yo-Kai Watch rinde a un nivel aceptable, es un juego bonito, divertido y adictivo, apto para todos los públicos, pero que se queda un poco a medio cocer; los ingredientes de los que se compone son de primera calidad, pero el caldo resultante acaba empachando.

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