Afro Samurai
Fuck meeeen!! You tha' motherfucking ninja!!
La idea de mezclar dos mundos como el de las pelis de samuráis y el del cine blaxpoitation es la típica ocurrencia que únicamente podría imaginar un cinéfilo loco pero genial. Según cuentan las leyendas de Internet –que como sabéis pueden ser ciertas o no– fue al actor Samuel L. Jackson a quien se le encendió la bombillita, al pensar que le gustaría interpretar a un personaje que condensara toda la filosofía de estos imponentes guerreros japoneses sin que renunciara al mismo tiempo a un espectacular peinado afro.
El resultado de este choque de estéticas tan dispares se materializó primero en un manga, luego en una serie de animación y finalmente en el videojuego que nos disponemos a analizar. Y más allá de si el resultado de toda esta ninjaxplotation jugable ha sido el esperado, sí que podemos afirmar que quien fuera que realmente tuvo esta idea ha logrado, como mínimo, que estemos ante el primer juego de samuráis en el que no dejaremos de escuchar motherfuckers, bullshits y fucks a diestro y siniestro.
Tal como nos avanzó nuestro compañero Oli Welsh hace unos meses en el artículo que realizó después de probar este juego creado por Namco Bandai, las primeras impresiones que nos dejó Afro Samurai fueron bastante positivas. Estábamos ante un juego de acción con unos gráficos atractivos que se presentaba como un producto sin más pretensiones que hacernos pasar un buen rato gracias a esa fórmula clásica de hack and slash, es decir, un yo contra el barrio de los de toda la vida. Después de jugarlo en profundidad y de empaparnos –literalmente– de litros de sangre nuestro veredicto no es tan halagüeño como hubiéramos esperado.
El juego está ambientado en los mismos escenarios que tantas veces hemos visto en las películas japonesas sobre el típico samurái herrante y solitario. Lo primero que llama la atención son sus cuidados decorados. Empezamos por ejemplo en un pequeño poblado perdido entre las montañas que está plagado de pequeños detalles. Tanto las texturas como la paleta de colores utilizada consiguen transportarnos a unos entornos muy trabajados. A su vez, los efectos climatológicos consiguen crear una atmósfera que hace que ganen en sensación de variedad. Lástima que nuestra interacción con ellos se reduzca a la mínima observación, porque aunque son bonitos también son bastante estáticos y en general demasiado cerrados en la mayoría de ocasiones. Encontramos desde los parajes naturales que discurren por entre los clásicos bosques de cañas de bambú, acantilados golpeados por un violento oleaje, monumentales templos o hasta parajes desérticos, siempre recreados con buen pincel pero sin rastro del ansiado componente afro.
Es en el resto de elementos que componen Afro Samurai donde encontramos ese carácter no ya mitológico, sino ''funkytológico''. Los personajes están recreados mediante un peculiar uso de la técnica gráfica cel-shading, que al juego le viene como un guante para establecer puentes con la misma serie de animación. El uso de las sombras y de los degradados es muy particular y el look general del juego es único en lo que se refiere al apartado visual. El diseño de personajes es sensacional y sus animaciones más que correctas, de todas formas no habría estado mal algo más de variedad en el bando de los enemigos, porque la verdad es que son demasiado repetitivos y parecidos entre sí. Los gráficos se presentan en alta definición y sin ningún HUD o marcadores a la vista, con lo que se consigue que en sus mejores momentos nos de la sensación de que estamos ante uno de los capítulos del anime. Sin embargo, en su voluntad general de presentar una violencia estilizada cabe decir que el videojuego no llega a alcanzar el nivel de la serie. Ni en sangre y visceras y mucho menos en lo que se refiere al toque picante-erótico.
Decimos lo de violencia estilizada porque es lo que se suele decir cuando algo es super-ultra-mega-violento pero se escuda tras pretensiones estéticas. Es también el caso de este Afro Samurai, que como la serie, nos muestra sin tapujos una carnicería con todas las de la ley. De hecho, es en el desmembramiento del ejército de rivales clónicos al que nos enfrentaremos donde encontramos el corazón jugable de este título. Los enemigos pueden ser descuartizados desde cualquier ángulo y los resultados de este ejercicio de afilada creatividad se presentan de forma explícita pero sin llegar a ser escabrosos.