Alone in the Dark: Inferno
Arde la calle.
Hace seis meses que se lanzó Alone in the Dark (conocido también con el apellido de "Near Death Investigation"), el quinto título de una saga que inventó el llamado Survival Horror allá por 1992 y que fue degenerando hasta tocar fondo con AitD: The New Nightmare, de 2001, y su posterior secuela cinematográfica del controvertido Uwe Boll.
Este juego, además de conectar todos los juegos de la franquicia, tenía una serie de ideas muy originales que podrían haberle dado algo más de vida a la saga. Pero la crítica lo machacó por su horripilante control y sus numerosos bugs. La versión de PS3, de sobrenombre “Inferno”, pretende arreglar todo esto. Y demostrarnos que, si profundizamos algo más, encontraremos un juego notable.
Desde el principio, el aspecto que pretende mostrarnos el juego es que estamos ante el DVD de una serie. Para empezar, podemos acceder a los capítulos del juego en cualquier momento. Dentro de cada capítulo hay cinco episodios y, dentro de los episodios, escenas, que corresponden a puzzles o batallas. Si optamos por saltar a una escena concreta asistiremos a un breve vídeo que nos resumirá lo que ha pasado hasta ahora en el juego. Evidentemente, comenzará con la frase “Anteriormente, en Alone in the Dark…”.
La trama comienza de un modo muy confuso, despertando al lado de unos tipos con pistola y cara de mala leche, un rehén y una especie de monje. El caso es que tenemos amnesia y sólo el otro apresado parece saber quien somos: Edward Carnby. A la falta de memoria se une el problema de “algo” que se ha desatado y está causando estragos por Nueva York. Para erradicarlo tendremos que descubrir el oscuro secreto que esconde uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: Central Park.
Que nadie se acerque al título pensando que es un juego de terror como lo fue el primero. Porque no da miedo. Crea tensión, algún que otro sobresalto nos dará… pero desde luego no nos hará pasar terror psicológico que es el que, al fin y al cabo, más impresiona. Durante el juego se alternarán momentos épicos, de esos que se te quedan grabados en la retina (usando algún que otro recurso peliculero), con otros anodinos. Estos últimos son claramente de relleno, sólo para alargar el juego. No nos referimos a los momentos de investigación o puzzle, bastante bien resueltos, sino a partes que, sencillamente, no aportan nada y rompen el ritmo. Especialmente odioso es el caso del tramo inmediatamente anterior al espectacular final, que recomendamos encarecidamente que te saltes por tu propio bien.
Pasemos a uno de los apartados que más desmejoraron las versiones de AitD para PC, 360, PS2 y Wii: el control. Vamos a resumir el curioso método utilizado. Puedes pasar de primera a tercera persona en cualquier momento, aunque algunas acciones están restringidas a una vista. En primera es para objetos con los que hay que “apuntar”, como una pistola, un extintor o un lanzallamas casero. En tercera manejaremos objetos de combate cuerpo a cuerpo, como tuberías o, principalmente, objetos inflamables. La tercera es la que más problemas daba en 360, ya que con el stick derecho golpeábamos... y casi nunca nos permitía cambiar la cámara. Esto se ha resuelto dejando el stick para la cámara, y sólo cuando pulsemos L1 (que centrará la vista en el enemigo) pasaremos a usarlo para atacar. Aún así sigue siendo muy complicado. El control es poco efectivo, y la mayoría de nuestros ataques serán al azar.
Como habrás podido deducir por las armas que se han visto en vídeos e imágenes, el fuego es el gran protagonista. Partiendo de la base de que los enemigos mueren instantáneamente cuando los quemas, y que por el escenario hay muchos objetos inflamables, este juego es una delicia para los pirómanos. Cualquier burrada que se te ocurra con botellas llenas de líquidos inflamables, trapos, mecheros, balas y demás puede ser realizada. Desde un simple cóctel molotov a una auténtica bomba casera uniendo pólvora más un recipiente, para lanzarlo y luego dispararle en el aire, o rociar las balas con líquido para tener munición ígnea.
Además, el fuego añade un componente cabra que hace más divertido el juego. El fuego destroza muchas barreras. Literal y metafóricamente. Se acabó lo de “necesitas esta llave para abrir la puerta”: puedes quemar casi cualquier obstáculo a la vista. Los enemigos pueden ser eliminados de formas muy diferentes, y la escasez de espacio en el inventario te obliga a agudizar el ingenio para arreglártelas con lo que tienes. Todo de forma dinámica y entretenida.