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Dragon Age II

Spin-off más que secuela.

Kirkwall es el escenario principal donde transcurre casi toda la trama. Para movernos por ella contamos con un mapa que, pudiendo diferenciar entre día y noche, marca las principales zonas de la urbe como pueden ser el barrio pobre, el rico, los muelles e incluso edificios como posadas, la capilla o la residencia de nuestros personajes. También saldremos al exterior de la ciudad cuando una tarea lo requiera. Dragon Age 2 se basa en un sistema de quests o misiones que a su vez salen marcadas en la zona del mapa que les corresponde, de manera que se completan rápida y ágilmente. Eso crea una dinámica de juego bastante satisfactoria, que entretiene y engancha a partes iguales, y si contamos que hay una enorme cantidad de misiones secundarias, se puede concluir que en este aspecto DA2 aprueba con nota.

Los personajes que nos acompañan son de una importancia vital tanto en algunos compases del argumento como a nivel jugable; podemos llevar cuatro a la vez y alternar el control entre ellos en cualquier momento. Las conversaciones espontáneas entre ellos siguen la formidable línea que viene marcando Bioware, mostrándonos sus pensamientos o la relación que mantienen dos sujetos concretos. Además, cada personaje acompañante cuenta con una barra de amistad que se llenará o vaciará según nuestras decisiones y nuestro trato con ellos, desbloqueando a la larga habilidades según tengan una gran amistad o te vean como rivales. Por ejemplo, nuestra hermana maga nos aprecia enormemente, mientras que el hermano pequeño (guerrero, sobrevive si el protagonista es mago) nos ve como a un rival y deberemos ganárnoslo poco a poco, o acabar desquiciándolo si toca. Eso sí, si algo me parece incomprensible en este apartado es el poco margen que se nos da para modificar el equipo de nuestros acompañantes; podemos cambiar armas y accesorios, pero la armadura no, como mucho mejorarla.

Los diálogos son marca de la casa, aunque están más cerca de lo que se vio en Mass Effect que en Origins o Baldur's Gate. El típico menú radial con tres respuestas básicas, más la posibilidad de preguntar sobre temas concretos y alguna respuesta más según el contexto. El problema es que de nuevo destila simplicidad por los cuatro costados; como si no fuésemos del todo espabilados, se nos indica el tono de cada respuesta en un icono, y además nunca queda del todo claro si hemos elegido la que queríamos. Por ejemplo, las tres respuestas suelen dividirse en "bueno" (justo, altruista, sincero), "sarcástico" (Hawke siempre pone una media sonrisa al responder, haciendo comentarios irónicos o sarcásticos, pero sin dejar claro si es algo que molesta al otro personaje o sólo es una respuesta neutral) y "malo" (más que malvado es desalmado, contesta con brusquedad o va al grano). Como digo, a veces se echan en falta muchas más posibilidades de responder, y la simplicidad de las ya presentes es frustrante.

A pesar de tratarse de un action-RPG sin muchos de los atributos de su precuela, hay uno que se mantiene fuerte durante todo el título: la toma de decisiones y cómo éstas influyen en la partida. Desde nuestra llegada a Kirkwall se nos van planteando diferentes caminos que a la larga hacen que cada partida sea diferente, y por ende otorgan cierta rejugabilidad al título. No sólo hay decisiones morales que se han de resolver para bien o para mal, las hay triviales y algunas de las que no conoceremos sus consecuencias hasta pasado un tiempo. Del mismo modo, es posible que alguna situación se resuelva con la muerte de algún personaje acompañante, ¡O que surja un romance entre el personaje y nuestro protagonista! Eso sí, se ha perdido bastante respecto a Origins; lo que hacía honor a su título, precisamente, eran los diferentes orígenes que podía tener nuestro protagonista, varios incluso dentro de una misma raza. Ahora el principio es siempre el mismo, y únicamente cambia el hermano que nos acompañará dependiendo de la clase que hayamos escogido para el protagonista.

En el aspecto técnico sí es un título sólido, aunque no presenta nada que no hayamos visto ya. Gráficos correctos, sin alardes (lo más probable es que la versión de PC sea más puntera) y la tipica banda sonora épica que acompaña a este tipo de juegos. Lo mejor, como de costumbre, las voces; horas y horas de líneas de diálogo generalmente bien caracterizados y con casi todo el carisma que cabría esperar.

Lo que sí renquea son las animaciones de los personajes tanto jugables como enemigos. Para empezar, la propia animación de Hawke al correr queda extraña, como si flotara a un palmo del suelo, y no da ninguna sensación de realismo. Del mismo modo, los enemigos se mueven de forma brusca, a bandazos y tirones, y todo sea dicho, son tan inteligentes como un zapato. Todo esto provoca que los combates sean caóticos, volviendo a la abobinable comparación con Dinasty Warriors. De verdad, llega a puntos en que sólo machacamos la X y esperamos que acabe el combate, y da igual si hemos utilizado correctamente cada recurso o si ha caído alguno de nuestros compañeros. En cuanto acabe el caos de la batalla, todo el mundo volverá a estar de pie y con la vida a tope, y una simple visita a nuestra casa curará las heridas semipermanentes que deja morir en combate. Se sigue pudiendo parar el combate, pero ¿a quién le importa?