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Assassin's Creed: La Hermandad

Ezio Auditore en la Roma de los Borgia.

Como secuela directa de Assassin's Creed II que es, parece que La Hermandad no viene a revolucionar la saga y mucho menos el género de los sandbox al que se adscribe. El título continúa la historia exactamente en el punto en que dejamos a Ezio Auditore la vez anterior. Tras derrotar al Papa Rodrigo Borgia, Ezio decide no acabar con su vida y regresa a Monteriggioni, la ciudad de sus antepasados.

Es en esta pequeña aldea de la Toscana donde recuperamos el control de nuestro protagonista. Y da la impresión de que todo sigue igual. Para Ezio y para ti. Los escenarios preciosistas, las acrobacias estilizadas –y algo automatizadas, todo hay que decirlo– y la sensación de libertad permanecen intactos.

Pero también continúan dando la lata, y esto es lo más decepcionante, algunos de los problemas que la franquicia arrastra desde que llegó al mercado en 2007. Un primer paseo por el poblado italiano nos devuelve, una y otra vez, la mirada de ciudadanos clónicos. La misma sensación se repite cuando nuestro personaje llega a una espectacular aunque decadente Roma –una vez más, hay que quitarse el sombrero ante el diseño de la ciudad.

Sólo que aquí los personajes no jugadores no sólo se comportan y visten de forma similar. A su paso, Ezio desata murmullos y comentarios casi idénticos entre los ciudadanos. Es más, en alguna misión en la que nos acompañó un personaje, éste repetía la misma frase cada minuto. Es posible que estén a tiempo de corregirlo, ya que había elementos de la beta a la que jugamos que aún no estaban sonorizados ni doblados, así como alguna pared que se esfumaba como por arte de magia.

La buena noticia es que las misiones continúan con el buen sabor de boca que dejó la entrega anterior, siendo la variedad el punto común a todas ellas. En tan sólo unos pocos minutos de juego, tuvimos que ayudar a una dama a trasladar una caja de flores, obligar a un operario borracho a poner en marcha uno de los cañones que la aldea ha comprado, atrapar a un caballo y librar una batalla de dimensiones casi épicas.

En este sentido, la lucha se ha refinado aunque tampoco se trata de una gran revolución. Durante las tres horas en las que pudimos probar el título, comprobamos que se ha añadido algún combo más y que no sólo es válida la estrategia defensiva habitual, sino que también se apuesta por una postura algo más ofensiva y agresiva. Algunos guardas representan un reto algo más difícil, pues son capaces de esquivar el hasta ahora certero contraataque. Sin embargo, también nos dio la sensación de que ahora era más fácil perder de vista a nuestros perseguidores, quizá por tratarse del inicio del juego.