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Battlestations: Pacific

Postales desde Iwo Jima.

Existen varias sagas tanto de barcos como de submarinos y aviones, esencialmente simuladores, que suelen tener una sólida pero minoritaria base de aficionados. Los pocos acercamientos al público más casual normalmente se reducen a arcades sencillotes. Vaya, a mata-matas. La fórmula de Battlestations: Pacific es, sin embargo, única. Continuista respecto a su precuela, no sorprenderá a los conocedores de la saga, pero más allá no hay nada parecido. Se trata de una ingeniosa mezcla entre simulador, arcade y estrategia ambientada, como no podía ser de otra manera, en la campaña del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial que enfrentó a Estados Unidos y Japón.

Aunque el verdadero potencial está en el juego online, tenemos el modo historia en el que poder vivir un montón de batallas desde cualquiera de los dos bandos. Si elegimos Japón, comenzando cómo no con el mítico ataque a Pearl Harbor, en la batalla de Midway "cambiaremos" la historia para acabar tomando todo el frente del pacífico hasta Hawaii en nombre del imperio nipón. Escogiendo el bando americano la guerra seguirá su curso histórico, en el que el ejército estadounidense consiguió tomar puntos estratégicos como Iwo Jima, Guadalcanal o la misma Midway hasta preparar su ataque a Japón. No podremos tomar parte de este último, así que olvidáos de sobrevolar Hiroshima en un B-29 con no demasiado buenas intenciones.

En este contexto, el juego nos presenta extensos mapas marítimos, con sus pequeñas islas y ese ambiente paradisíaco tan distintivo. En el modo para un jugador, cada fase tendrá sus objetivos principales y secundarios, que pueden ser desde hundir tal portaaviones, interceptar kamikazes que se acercan a nuestra flota o tomar varias bases terrestres del mapa. Estas fases contarán con escenas al principio, durante y al final, en las que se da un poco de dramatismo al asunto amén de presentar los objetivos y circunstancias. En su totalidad el modo campaña consigue no hacerse demasiado repetitivo, si bien es inevitable que al final muchos capítulos se reduzcan a acabar con todos los enemigos de la zona. Algo que tampoco ayuda en este aspecto es la necesaria similitud entre casi todos los escenarios, pero tendremos algunos efectos meteorológicos y horas del día diferentes para darle variedad. También hay algún mapa único que se agradece, como el puerto de Sidney.

Un acorazado mostrando por qué eran las naves más temidas en combate.

Progresando en el modo un jugador y comparando las diferentes fases uno se da cuenta de lo variado que es este juego. Lo que comentaba antes, en Battlestations: Pacific se cruzan tres géneros que permiten experiencias de juego totalmente distintas. En los primeros niveles vemos como sólo se nos da el control de un escuadrón de cazas y se nos envía a amasacrar naves enemigas. No hay límite de munición, las bombas y torpedos se regeneran pasado un rato y somos capaces de acabar con las formaciones enemigas sin demasiada dificultad. Avanzando un poco más y tomando el control del primer destructor, descubrimos la faceta de simulador de este título. Bueno, "simulador" hay que cogerlo con pinzas, pues no se exige tocar mil botones ni volverse loco revisando complicados paneles. Sin embargo, no encontraremos acción rápida, sino que nos estrujaremos el coco pensando cómo tus cuatro lanchas y dos destructores podrán con el acorazado enemigo.

¿Simulador y arcade? Sí, vienen a ser antónimos, pero es que ésta no se puede considerar una experiencia totalmente arcade. Como he dicho, quizás son los aviones los que tienen un funcionamiento más suavizado, sin embargo tanto las grandes embarcaciones como los submarinos tienen un comportamiento hasta cierto punto realista, y al menos requieren más coco y menos puntería que los aviones. Además, cualquier barco más grande que una lancha cuenta con un panel de reparaciones por si algún disparo enemigo abre una brecha en el casco, incendia el combustible, avería los motores o hace estallar la santabárbara (el almacén de municiones); si se da alguna de estas circunstancias, deberemos repararla rápidamente por el bien de la integridad física de nuestra embarcación.

Y es después de unas cuantas misiones cuando descubrimos la última faceta de este juego, posiblemente la mejor y la que da coherencia a las otras dos. Estrategia pura y dura. Abrir un mapa táctico, dar órdenes a tus unidades, controlar tus cadenas de producción (puertos, aeropuertos y portaaviones) y asaltar la base o flota enemiga. Desde el mapa podremos seleccionar cualquiera de nuestras unidades para, voilà, pasar a controlarla, y ejecutar el ataque nosotros mismos. O si no, podemos dejar que una espléndida IA las maneje -creedme, al principio torpedeará y bombardeará mejor que vosotros, hasta que le cojáis el tranquillo- mientras nosotros damos órdenes estratégicas y gozamos de la batalla sin pegar un sólo tiro.

Los portaaviones son muy útiles pero tienen pocas defensas, por lo que convendrá llevar escolta.

Vamos a echarle un vistazo a los gráficos. A primera vista, la sensación es fantástica. Realmente, a nivel de polígonos no es nada revolucionario y mi PC de gama media lo soporta sin tirones, pero la cuidadísima representación del mar, unida a los soberbios diseños de vehículos y a los efectos de luz, dan lugar a una experiencia fantástica, sólo superada cuando a todo esto se le une un caos de artillería, fuego antiaéreo y aviones en llamas volando en mil pedazos y cayendo sobre el mar mientras otros siguen con su particular batalla aérea. Todos los efectos de agua, fuego y explosiones, aún sin destacar en exceso, están bien conseguidos y en conjunto queda un juego gráficamente impecable.

Los modelados son geniales. En aviones ya habíamos visto de todo y este juego no será menos, pero al ojear las diferentes embarcaciones uno se queda maravillado. Y no por el grado de detalle, que lo hay, sino por la fidelidad respecto a los diseños históricos. Fragatas, destructores, acorazados, portaaviones... Cada uno con su número de cañones, calibre, cadencia de fuego, y demás características, todo perfectamente detallado pero sin llegar a dar tantos datos como para hacerse cansino. Ah, y con la tripulación paseando por la cubierta, algo cuanto menos curioso ya que siguen caminando tranquilamente aunque el barco esté casi partido y en llamas. Los submarinos, letales pero complicados de manejar, también están muy trabajados así como la vista submarina.