Análisis de Berserk Boy - El espíritu de los 16-bits sigue vivo
Berserk Boy no es un Island Boy.
Con su espíritu fresco y su ejecución firme, Berserk Boy se muestra como un más que digno heredero de los títulos al estilo Mega Man.
No es ningún secreto que en esta casa, Eurogamer (vuestra página amiga y cada día la de más gente), nos gusta mucho Mega Man. El héroe azulón de Capcom, cuyo origen se remonta a los ya - por desgracia - lejanos 80 ha cautivado a varias generaciones con su exigente mezcla de fases temáticas, plataformeo, acción y tensas batallas contra bosses que solían llamarse lahabilidadquefuera-man. Como no podía ser de otro modo, esa misma fascinación incluía a los desarrolladores independientes, que, de un tiempo a esta parte, han ido publicando títulos que reverencian la icónica e influencial jugabilidad de uno de los héroes más importantes de la historia del videojuego. 30XX, Gravity Circuit o Azure Striker Gunvolt son sólo unos ejemplos que apuntan al hecho de que la sombra de Mega Man (especialmente en su vertiente X) es muy alargada.
Berserk Boy se une a este plantel para demostrar su valía como heredero de Mega Man.
Desarrollado y publicado por, quién si no, BerserkBoy Games, este fantástico título de acción plataformera nos pone en la piel de Kei, un joven teleportador de la Resistencia contra las fuerzas de la oscuridad que, por una carambola del destino, termina fusionándose con uno de los Orbes Berserk. Estos misteriosos artefactos otorgan grandes poderes a sus portadores y son, por desgracia, la perversa obsesión del Dr. Genos, científico -casi con toda probabilidad loco- que intentará darnos caza para arrebatarnos nuestro orbe y completar malvadamente sus malvados planes de malvada dominación mundial. No nos queda más remedio, entonces, que pronunciar las palabras de activación de nuestro orbe y salir al rescate de nuestros aliados y encuentro de nuestros enemigos… GO BERSERK!!
Con este acongojante grito de guerra abre fuego un título que, por si no había quedado claro a estas alturas, bebe tanto de nuestro Jump´N´Shoot Man favorito como de las series que amenizaban nuestros azucarados -y deliciosos- desayunos, sobre todo aquellas inspiradas en Super Sentai (o sea, los Power Rangers). Y, ya que estamos, conviene seguir tirando de este hilo, puesto que Berserk Boy, además de desplegar un píxel-art detallado y vibrante -tanto en el uso del color como en el diseño y animación de sus sprites-, presenta unas cutscenes en las que se aprecian claras influencias del cartoon más noventero.
Sin embargo, el apartado audiovisual es una única columna que, por sí sola, no es capaz de sostener un título. Por eso, pensaréis que conviene saber si las mecánicas jugables de Berserk Boy compiten al mismo nivel.
Por fortuna, la respuesta es afirmativa debido a varios motivos. Gracias a un diseño que demuestra, al mismo tiempo, ser compacto e inteligente, los niveles de Berserk Boy se finiquitan en un abrir y cerrar de ojos. Si bien su estructura está repleta de recovecos, caminos alternativos y secretos que invitan a posteriores visitas más pausadas, lo cierto es que la práctica totalidad de los trayectos principales de estos niveles buscan ser recorridos a toda velocidad. Saltos, raíles e incluso enemigos cuyo emplazamiento invita a conectar múltiples impulsos para golpearlos a todos sin tocar el suelo son unos pocos ejemplos de los recursos que Berserk Boy emplea para que, a la hora de recorrer sus poblados niveles, el ritmo no decaiga en ningún momento. No obstante, y como no todo va a ser ir recorriendo fases como si de un fan de Sonic el Erizo se tratase, el combate también tendrá su espacio. Diseminados por los niveles, en oleadas o en forma de mini-jefes, los enemigos de nuestro joven héroe se emplearán a fondo para devolvernos, a palos, al correspondiente checkpoint. Y es que, en no pocas ocasiones, sus perversas ubicaciones sumadas a unos malencarados pinchos -en suelo, techo o paredes, elegid vuestra colocación favorita- nos pondrán las cosas un poquito cuesta arriba.
Menos mal que, para equilibrar un poco la balanza, iremos adquiriendo Orbes Berserk conforme derrotemos a los jefes que custodiarán el final de cada área. Además de ampliar nuestro fondo de armario con unos uniformes de lo más súper-chanas, los Orbes Berserk nos otorgarán ventajas de lo más útil. Desde taladrar el suelo emulando a Topo-Man hasta repeler proyectiles gracias al indómito poder de las flores pasando por, directamente, volar o lanzar kunais de hielo, nuestro repertorio de habilidades irá creciendo de forma exponencial conforme vayamos atesorando una mayor cantidad de estos poderosos artefactos. Sin embargo, y como al que algo quiere algo le cuesta, el empleo de todas estas habilidades especiales drenará, al más puro estilo Mega Man, nuestra barra de energía. Así, tendremos que ingeniárnoslas para repartir nuestra atención entre las amenazas más inmediatas, las esferas que recargarán nuestros recursos -y que, encima, serán la moneda de cambio para adquirir mejoras adicionales- y que no se nos pasen por alto las zonas sospechosas de albergar algún que otro secreto. Todo ello, claro está, mientras nos movemos a toda velocidad. Está fuerte el asunto.
Aunque más fuerte se tendría que poner cuando nos topamos con los jefes finales o al dirigirnos a nuestra base de operaciones a invertir nuestros créditos en mejoras -o, simple y llanamente, a chafardear por sus estancias- y, de repente, la soldadesca enemiga se pone a testear sus defensas en medio de nuestro merecido descanso. Si bien estos encuentros no chirrían dentro de la estructura general de Berserk Boy, conviene señalar que la dificultad de no pocos tramos de las fases convencionales -sobre todo las más tardías- supera, con creces, a unas batallas a las que se les presupone una mayor dosis de épica y desafío.
Esta quizá sea la mayor arista de un título que, por otra parte, cumple sus objetivos con creces. Ágil, divertido y preciosista, Berserk Boy es un fantástico homenaje a la era dorada del plataformeo de los 16-bits. Pese a que le falta un trecho para llegar a la excelencia, el esfuerzo vertido en este proyecto da sus frutos con creces. Su generosa cantidad de habilidades para el combate y desplazamiento generan un gameplay variado, rápido y enérgico que no hace sino brillar aún más sobre unos niveles diseñados con pulso firme. Y aunque ampliar su duración no hubiese jugado en su contra, la posibilidad de rejugar los niveles para descubrir todos sus secretos palía, en cierta medida, la falta de más escenarios y batallas. Y todo ello teniendo en cuenta que es el proyecto de un único desarrollador. Ojalá para la segunda parte se ponga todavía más en modo GO BERSERK.