Burn Zombie Burn
Smells like burned spirit.
Se suele decir que el dinero no da la felicidad. Casi siempre en boca de quien no lo tiene, por supuesto. Aplicado al sector audiovisual, podríamos decir que realizar un producto con gran presupuesto no asegura la calidad. Es más, suele ser al contrario. Cuando en los años 30 se sufrían las consecuencias del "Crack del 29", las cinematográficas se las tuvieron que apañar para lanzar películas rentables. En este caso, sacando films de bajo presupuesto o de Serie B. Las películas de este género se debían sacar adelante con una cantidad de dinero que apenas daba para pagar a actores desconocidos y unos efectos especiales que a día de hoy dan más risa que miedo.
Sin embargo, tenían algo especial. Dentro de la cutrez extrema a la que se llegó (la Serie Z con Ed Wood como pionero), es fácil aficionarse al visionado de este tipo de películas, de un magnetismo inexplicable que nos llama la atención desde la mismísima portada. Una atracción que nos conduce a ver películas con insectos gigantes, extraterrestres con malvadas intenciones –en naves que vuelan gracias a unos hilos– y, por supuesto, unas décadas después con zombis. Dios salve a George A. Romero. Burn Zombie Burn coge el testigo de esas películas y lo traslada a un pequeño juego descargable, sin un gran presupuesto detrás, pero que se las ingenia para conquistarnos desde el primer momento.
Burn to ash and bone
Burn Zombie Burn no tiene argumento ni se esfuerza en tenerlo. Eres Bruce (¿Campbell?), un tipo duro con tupé y camisa hortera, estás en medio del escenario y a tu alrededor no dejan de aparecer zombis. Hora de sobrevivir. Le habría venido que ni pintado un argumento lo más absurdo posible, a juego con el tono del título, pero una vez te pones a devolver a sus tumbas a aquellos que jamás se debieron levantarse de allí te olvidas de esa carencia.
Los zombis son los de la vieja escuela, nada de infectados. Se mueven despacio, arrastrando lo que queda de sus cadáveres putrefactos en un intento por saciar su hambre de carne fresca. Se nota que el estudio DoubleSix está formado por amantes de la Serie B, ya que dentro del ambiente casi humorístico del juego nos encontramos con una cantidad de sangre suficiente para abastecer a un hospital durante varios años. Sin contar toda clase de referencias más o menos explícitas, como la cortadora de césped de Braindead.
There they are / The mob it cries for blood
Las pantallas se desarrollan bajo una perspectiva casi cenital (lo suficientemente inclinada como para destacar el tupé del protagonista), y en un primer momento sólo contaremos con una pistola y una antorcha para defendernos. Conforme avancen las oleadas de zombis aparecerá alguna ayuda extra, como una Uzi, una motosierra, una minigun, un lanzallamas, una máquina absorbe-cerebros u otra para poner a los zombis a bailar… Lo mínimo que esperarías encontrarte en un descampado en un entorno apocalíptico, vamos.
Unos pocos modos de juego son suficientes para tenernos entretenidos decenas de horas. Para empezar, el Arcade, que se reduce a conseguir la máxima puntuación posible. En el Contrarreloj deberemos eliminar enemigos para ganar el máximo tiempo posible. Proteger a Daisy es un homenaje a algunos de los peores ejemplos de cine de terror adolescente, en el que nuestra novia –o al menos la animadora a la que estamos tirando los tejos tras el baile de fin de curso– se ve asaltada en su Cadillac por las hordas de muertos. También tenemos un modo Desafío donde tendremos que sobrevivir en condiciones adversas y un genial multijugador para descargar tensiones con nuestro mejor amigo/a, novio/a/ o nosotros mismos con dos mandos. Cosas peores se han visto con el Ikaruga.