Burnout Paradise: The Ultimate Box
Hitting the streets again.
Tras mucho divagar, buscando entre mi biblioteca musical, mis habituales a la hora de redactar me han fallado a la hora de proporcionarme inspiración para la introducción. Finalmente, la opción más obvia y la que primero descarté fue la que me ha ayudado. Con Guns & Roses retumbando en mis oídos, al fin he sido capaz de comprender que Paradise no necesita introducción. No es un juego con argumento o trasfondo excepcionales. Simplemente es un juego de carreras que se dedica a hacer lo suyo mejor que (la mayoría de) los demás, y que en esta reedición nos ofrece todavía más. Sin más dilación, vamos a por ello.
Paradise City, where the grass is green and the girls are pretty
El protagonista absoluto de Burnout Paradise es, sin duda alguna, la propia ciudad. Un enorme escenario por el que igual paseamos por la playa que por una zona de montaña llena de barrancos, lleno de secretos para quien quiera adentrarse en su totalidad, a lo que ayuda bastante la estructura abierta (sandbox). Al principio nos perderemos sin el mapa y al final sabremos reconocer los cruces como si de nuestro pueblo se tratara. Personalidad no le falta.
En cada punto cardinal, un elemento característico que indica el final de las carreras; en cada semáforo, una prueba esperándote. Por delante, kilómetros y kilómetros de carretera por donde dejar la marca de nuestros neumáticos al frenar y los restos de chapa de nuestros rivales al acompañarlos a admirar un muro. Puede que la hierba tire a marrón, o que no haya chicas guapas, pero es lo más aproximado a la Paradise City por la que se desgañitaba Axl Rose en los cierres de un concierto que jamás tendremos.
Take me down! (Oh yeah)
Aunque Burnout Paradise ya lleva más de un año en las consolas, The Ultimate Box es la primera aparición de este título para PC. Por este motivo, para todas aquellas personas que todavía no conocen su mecánica, aprovechamos para recordarla brevemente. Las pruebas se reducen a siete, de las cuales sólo cinco sirven para puntuar de cara al objetivo del juego: mejorar nuestro carnet desde la clase Principiante a la Burnout de Élite; cuando subamos de carnet, todas las pruebas del mapa conseguidas se resetean para que vuelvan a contar. Estas cinco son Carrera, Furia al Volante, Caza y Captura, Ruta al Rojo Vivo y Prueba de Acrobacias. La primera consiste en llegar de A a B primero, la segunda que tus rivales no lleguen a ningún B (a menos que B sea el depósito de coches), la tercera, llegar de A a B sin que seas tú el destrozado, la cuarta pasar de A a B en un coche determinado para conseguir uno mejor y la quinta simplemente realizar maniobras espectaculares, sin B definido.
Por otra parte, hay otras dos que casan más con el estilo sandbox del título. En Ley de la Calle tendremos que recorrer una ídem de principio a fin en menos de un tiempo determinado; en Ley de Espectáculo… a falta de mejor definición, diremos que va de ir pegando botes con nuestro coche destrozando todo vehículo que se cruce en nuestro camino. Podremos activarlas en cualquier momento, contando la puntuación para la calle en que estemos situados. El letrero de ésta, en la parte de arriba de la pantalla, podrá ser intercambiado para seleccionar la prueba y de paso comprobar los récords.
El limitado número de pruebas y su poca variación con respecto a lo visto en la saga puede hacer que el juego sea ligeramente repetitivo. Sin embargo, la curva de dificultad lo esconde bastante bien, ya que cada aumento de carnet conlleva una mayor dificultad incluso en pruebas que considerábamos dominadas, manteniendo el interés por avanzar.
A la hora de conducir, Paradise imprime el clásico ritmo exageradamente arcade marca de la casa. Un pestañeo descompasado y repartiremos trozos de carrocería por toda la avenida. Giros, derrapes y saltos imposibles están a la orden del día, continuando la línea que elevó a los altares a la saga, especialmente tras su tercera entrega. Todo esto, unido a un control sin fisuras (más orientado al pad que al incómodo teclado) consigue inyectarnos una buena dosis de adrenalina directa en vena con cada prueba. O sin ellas, pues el simple hecho de pasear por la ciudad nos proporcionará algunos de los momentos más placenteros.
It's all a gamble when it's just a game
The Ultimate Box incluye en primicia la Burnout Store, desde la que podremos comprar contenido descargable conforme vayan saliendo a la venta. De serie tendremos activados los dos anteriores (Cagney y Bikes Pack, ambos gratuitos) y huecos para los futuros DLC como el Legendary Cars Pack. Además, por primera vez, podemos probar el nuevo Party Pack. ¿Realmente merece la pena?
El Party Pack supone la mayor novedad con respecto a lo que habíamos jugado hasta ahora. Un aspecto ciertamente polémico del título era su ausencia de multijugador offline. Para solucionarlo, Criterion ha querido darnos una fiesta sorpresa.
Con una decoración que raya la frontera de lo hortera, sonidos de matasuegras incluidos, el aspecto del Party Pack nos deja impresionados desde un primer momento. Es evidente que forma parte de una pequeña broma de Criterion, pues el contraste con el aspecto del resto del juego es brutal. Seleccionamos el número de jugadores, el número de rondas y el tipo de pruebas que se realizará en cada una y estamos preparados para piques antológicos.