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Call of Duty: Modern Warfare 3

Colapso mundial.

¿Dónde nos habíamos quedado?

Ah, sí. Rusia ha invadido Estados Unidos. Un ejército ha llegado a las orillas de la costa este, se han librado batallas en centros comerciales y locales de comida rápida y los tiroteos han dejado hecho unos zorros los jardines de la Casa Blanca.

Todo eso significa que Modern Warfare 3 no es solo el primer Call of Duty que Infinity Ward – en colaboración con Sledgehammer Games – ha hecho desde la traumática marcha de West y Zampella, sino que es también el primer Call of Duty que empieza en un punto que no tiene ninguna conexión con la realidad. La franquicia ya se alejó del realismo usando, a la vez, un giro de guión, la detonación de una bomba atómica y una persecución de motos de nieve. La serie que tiempo atrás pretendía explicar la historia de gente corriente en situaciones excepcionales durante conflictos globales ha tomado el rumbo hacia lo que podría definirse en el periodo de desarrollo creativo Pierce Brosnan.

Dicho esto, tampoco tiene tan mala pinta. La demostración de la campaña individual - que quizás ya no sea la parte más importante de un COD - muestra que el motor para el espectáculo de la franquicia está en plena forma. Ver como los desarrolladores corren por escuetas - aunque enórmemente sonoras - secciones de los niveles de Nueva York y Londres sugiere que el mantra del nuevo juego es el 'más de lo mismo, pero mucho más grande'. Eso significa más localizaciones, mayores explosiones y otra dura capa de guión para asegurarse de que todos los elementos se ajustan al plan. Al fin y al cabo es un Call of Duty, y si temes a la idea de una mecánica de montaña rusa (con enemigos que no mueren hasta que el script que los controla dice que son vulnerables y barriles que explotan al lado de otros que solo son puro atrezzo) vale la pena recordar que también habrá más Spec Ops y más multijugador. Para su lanzamiento habrá suficiente libertad táctica, lista para funcionar junto con el modo historia sobre raíles.

Es un juego de extremos, entonces. Un viaje a la parte baja del nivel de Manhattan revela que, cuando llegue noviembre, te moverás por una campaña individual que no ha dejado ningún cabo suelto. Todo punto de control te lleva a una bella destrucción, desplegando animaciones en las que tus compañeros se parapetan junto a las paredes mientras hacen frenéticas señales. Como jugador, es curioso ver tanta atención y cuidado a tu alrededor: es un juego que no te hace subir una escalera si no es para que cuando llegues arriba te encuentres con un avión que cae derribado, y que no deja que un helicóptero gire sin control si no es para hacer que se estrelle contra otro en su caída, mostrándote situaciones en las que todo se arregla en el último momento.

Los desarrolladores han hecho un trabajo excelente para conseguir que este mundo parezca un verdadero caos. Entre los ecos de los rascacielos de Wall Street, realmente sientes estar enmedio de un conflicto masivo, incluso aunque la mecánica del juego se base en mandarte grupos de enemigos con los que luchar en cada turno. En este punto de la campaña Nueva York ha sido ocupada por los rusos, dejándote con la misión de moverte por Manhattan, encontrar a los miembros del equipo Delta que siguen vivos y luchando en un ambiente espeso, con ceniza y ruinas ardiendo. Aunque parezca una locura, el diseño hace que sea bastante convincente.

Por supuesto, ya hemos estado ahí antes - sin ir más lejos, recientemente con Crysis 2 - pero COD se las apaña para hacer que estar en Nueva York sea un acontecimiento. En tu camino hacia el punto de reunión con otros miembros de la resistencia luchas contra los enemigos en las calles, rodeado de camiones con ametralladoras y pedazos de cemento, en oficinas destrozadas de una planta y en otros lugares.