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Castlevania: Harmony of Despair

Más "despair" que "harmony".

Que levanten la mano los que alguna vez han empapado una toalla de playa y se han liado a dar latigazos a sus seres queridos. ¿Ya? Bien, algunos de vosotros tenéis lo que se conoce en psicología como “un plomillazo”, mientras que el resto sois acólitos de Belmont y el Thrombocid y estáis disculpados. A los primeros os aconsejo no hacer caso a la vocecilla interior, os aseguro que con el tiempo se hace más llevadero, mientras que los segundos están en disposición de hacerse con este nuevo Castlevania. Lo que quiero decir –sé que a veces puedo ser un poco críptico– es que esta nueva entrega sólo puede gustar a los auténticos seguidores de la saga.

Lo que tenemos delante es un Castlevania bastante atípico en su planteamiento, en su mecánica de juego. Se nota que ha sido diseñado –o al menos ésa es la sensación que da– para jugarlo en multijugador online casi exclusivamente. Existe una opción para un jugador, pero la encuentro carente de sentido debido al propio desarrollo del juego. El problema principal que he encontrado es que, a medida que vas avanzando en él, es fácil darse cuenta de que es un juego con algunas cosas buenas que no han sido lo suficientemente desarrolladas o, si lo preferís, trabajadas.

El objetivo no puede ser más simple: derrotar a un enemigo final que se halla en un punto del mapa antes de que el tiempo (media hora) termine. Aquí comienzan los problemas del juego de Konami, y es que da la sensación de que esta nueva entrega ha sido reducida a la mínima expresión. Es básicamente un Time Attack basado en el universo Castlevania. Por no haber no hay ni argumento, ni una triste escena introductoria. Tampoco es que un Castlevania necesite una historia de Lars von Trier para que no nos enteremos de nada, pero es que es darle a START y empezar a pegar a unos no muertos que ni siquiera sabemos qué nos han hecho.

En cuanto a los mapas en sí, sólo tendremos seis y éstos no son lo bastante amplios como para ofrecer muchas horas de diversión. Como novedad, el mapa estará disponible desde el primer momento, sin zonas ocultas ni lugares inalcanzables por falta de habilidades especiales (en realidad he contado algunos de ellos, pero de tan poca importancia que no merece demasiada atención). Desaparece así el elemento exploración que puso de moda el maravilloso Symphony of the Night, aunque es algo muy coherente si tenemos en cuenta que el planteamiento del juego ha cambiado. El mapa podrá ser visto al completo pulsando el analógico derecho, un poco más grande si se pulsa de nuevo y a un tamaño “normal” con otro toque; en definitiva, es un zoom. En todos se puede mover el personaje, pero a pantalla completa tu cazador es un puntito en la pantalla que sólo se puede ver con una tele de 50000000 pulgadas, chispa arriba, chispa abajo.

Lo mejor del juego son sus personajes principales, y en esto Konami explota el factor nostalgia para intentar agarrarnos de las partes pudendas que decía Homero. Podremos elegir entre Soma Cruz, Jonathan Morris, Shanoa, Charlotte Aulin y, sí, amigos de los vampiros (los de la saga Crespúsculo no cuentan), el siempre bello, molón y elegante Alucard. Cada uno lleva sus armas características y utiliza algunas de sus habilidades, aunque el elenco de poderes no es tan amplio como en los juegos originales. De nuevo, da la sensación de que todo ha sido reducido al mínimo.

Para hacernos fuertes no subiremos de nivel, sino que deberemos ir poco a poco encontrando (o comprando) equipamiento y objetos que nos harán más y más potentes. La mejora del personaje se basa en los trapitos que iremos encontrando, así que pasaremos tiempo vistiendo a nuestro personaje para su cita con el mal, algo que Barney Stinson resumiría con la frase “CASTLEVANIA SUIT UP!”. Son muchos los objetos con los que nos podremos equipar, desde gafas y pañuelos hasta armaduras y tacones. Algunos de estos objetos son intercambiables entre los distintos personajes. Sé lo que estáis pensando: “¡Voy a ponerle las botas de súcubo a Alucard!” No flipéis tanto que no se puede. Lo sé porque me lo ha dicho un amigo. Además, aunque se pudiera, el personaje no refleja los cambios en el equipamiento.