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Castlevania: Order of Ecclesia

Sin látigo, pero un 60% más sexy.

Nuevo Castlevania, y ya son tres los que engrosan el catálogo de la portátil de dos pantallas. De este modo Nintendo DS se una al selecto club de plataformas que (junto a NES y Game Boy Advance) suman en sus catálogos el mismo número de Castlevanias que de Mosqueteros. ¿Quizá es esta cifra el fetiche de la saga?

Tal vez. Pero de lo que no cabe duda es que Konami sigue sacándole todo el jugo posible a una marca que lleva asociada al éxito más de veinte años, por lo que deben frotarse las manos con cada nuevo proyecto de Koji Igarashi, padre espiritual del título y figura a seguir por los adeptos de la vieja escuela. Seguidores que, dicho sea de paso, no podrán evitar esbozar una sonrisa tonta de satisfacción cuando saboreen las deliciosas mieles de esta entrega. Porque si de algo puede presumir esta vez es de haber conseguido licuar una mezcla perfecta de viejos conceptos (alejándose de esa sensación de estancamiento latente en entregas anteriores), concretamente la acción plataformera insufrible y deliciosa de Rondo of Blood o Simon’s Quest, con la llamada exploración estilo “metroidvania” de Symphony of the Night, y aderezarla con un acabado técnico que atrapa desde el primer minuto. Ambos títulos son, en la tradición Castlevania, de lo mejor en sus respectivas plataformas, y ambos en combinación aportan cosas nuevas e interesantes a la franquicia. En este sentido, si nos viésemos en la tesitura de tener que definir a Order of Ecclesia con una palabra, esa sería sin lugar a dudas renovación.

Y no es gratuito destacar este aspecto, porque ya desde la escena introductora se aprecian aires de cambio, encarnados en la protagonista, que ¡virgen santa!, es una mujer, ¡y qué mujer! Algo está ocurriendo en la saga…

La chica en cuestión responde al nombre de Shanoa y es una especie de bruja afiliada a la Orden de Ecclesia, una entidad creada por los humanos para combatir a Drácula en tiempos de crisis Belmont. Su objetivo, recuperar el Dominus, un sello mágico con la potencia suficiente para destruir al conde, robado por un acólito ambicioso que amenaza a la aldea de Wygol en su locura. Y de qué manera. En un primer momento nuestro cometido como Shanoa será rescatar a todos los habitantes de la villa que han sido secuestrados por Albus (el ladrón) y de paso recuperar los poderes, enterrados bajo una capa de amnesia derivada de un peligroso ritual. Más adelante, los acontecimientos tomarán otros derroteros y Castlevania (el castillo de Drácula, para los que anden perdidos) hará acto de presencia, con lo que ello supone.

Como veis la historia peca de tópicos, eso es cierto, pero que me aspen si no sigo disfrutando de ella como la primera vez que vi algo así. El clásico tándem Drácula/Belmont/Castlevania sigue siendo la constante del título, y destruir al archiconocido vampiro será nuestro fin último durante la aventura. Pero esta vez la estructura de desarrollo cambia y la exploración cede terreno a favor de la acción plataformera más crepuscular, en una proporción casi equitativa. Esta vuelta a los orígenes conlleva todo lo que ello supone; zonas independientes más o menos lineales y un aumento evidente de la dificultad, a la altura del último Drácula X Chronicles, el remake para PSP. ¡Jugadores casuales, abrid paso! Debe gritar Shanoa en su mudez propia de un sprite a caballo entre el anime y el dibujo independiente.

La acción queda dividida entonces en dos claros apartados, con un punto de ruptura situado entorno a la mitad del juego en el que el síndrome Metroid regresa junto con el castillo que da nombre a la saga. Nada más comenzar la partida tendremos a nuestra disposición el mapa de la región, en el que se irán representando las zonas accesibles, conforme liberamos ancianas, comerciantes o joyeras sexys de las garras de Albus. En todo momento podremos optar por regresar a Wygol a pie o vía “magical ticket” (el town portal, para entendernos), al más puro estilo marcado por la tradición diablesca, para reabastecernos, vender objetos o aceptar misiones secundarias. Éstas últimas denotan un interés especial en diversificar la acción y van desde recoger cualquier objeto o encontrar gatos perdidos hasta captar fotos de criaturas, jugar al escondite o bosquejar ciertos escenarios para una anciana nostálgica. Todas las tareas supondrán entretenimiento instantáneo y una recompensa extra, el tan ansiado level up y el agradecimiento eterno de la villa.