Skip to main content

Cryostasis

No nos ha dejado tan fríos.

Si en la variedad está, como reza el refrán, el gusto, la gente de 505 Games desde luego tiene, y mucho. Tan capaces son de tener el catálogo de juegos producidos repleto de casualotes y efectistas títulos para DS y Wii (We cheer, Hotel for Dog) como de ser responsables de juegos un tanto más elaborados como ArmA, Armored Core 4, o Wild Arms 5.

Cryostasis, el caso que nos ocupa, ha sido desarrollado por los rusos Action Forms y tiene la fortuna de ir a parar al saco de los segundos. Este First Person Shooter está fantásticamente ambientado en el gélido círculo polar ártico y nos pone en la piel de Alexander Nesterov, un meteorólogo que ha sido enviado a investigar las extrañas circunstancias en las que se perdió el contacto con el rompehielos nuclear “North Wind” antes de desaparecer, presumiblemente encallado en el hielo.

Bajo esta interesante premisa nos encontramos un juego que presenta desde una ambiciosa perspectiva el proceso narrativo, valiéndose de métodos sugerentes y originales para conseguir introducir al jugador en la historia. Y es que resulta que no podíamos ser un meteorólogo normal y corriente, por supuesto que no. A lo más divertido que ha llegado hasta ahora la meteorología con gente normal es a los partes de La Sexta, algún traspiés del ya casi antonomásico Maldonado en La Primera y para de contar. Pero nosotros no. No en Cryostasis. Aquí tenemos el poder de revivir el pasado y, ojo, en la mayoría de ocasiones poder cambiarlo. Así, reviviremos la historia del trágico final del buque desde distintas perspectivas, y podremos en más de una ocasión interactuar con la ahora difunta tripulación para intentar de este modo cambiar su funesto pasado.

Una de dos: o se le acabó el vodka o es que se lo bebió del tirón.

Se nos presenta de esta forma una de las mayores bazas del juego, y una potente herramienta para ir descubriendo los acontecimientos que llevaron al buque a encallar como lo hizo, que sin embargo deja la sensación de haber sido empleada de una forma bastante prudente. Y con bastante, lamentamos querer decir en realidad demasiado. Es una lástima que la mayoría de ocasiones en las que se nos permite interactuar con el pasado mediante “Mental echo” (el nombre de la habilidad mediante la que revivimos experiencias pasadas) para seguir avanzando y resolver así los diferentes puzzles en la aventura, se nos tiren poco menos que a los pies. Funciona así: mientras exploramos los lúgubres y muy bien logrados compartimentos helados del barco, nos tropezaremos ocasionalmente con la representación del cadáver de algún infeliz marinero gracias al que podremos viajar a los momentos que precedieron su muerte. Una vez en este flashback, y resuelta la situación que se nos propone, además de salvar su vida y enfrentarnos a lo que quede de él en el presente, lo más probable es que hayamos también desbloqueado nuestro camino y podamos seguir avanzando.

“¿Cuál es el problema?”, diréis. “A mí me parece que pinta bien”. Para nada lo negamos, pero: la profundidad y el reto. Como ya hemos dicho, se exige al jugador muy poco para asimilar el efecto de estos flashbacks, la mayoría son inmediatos y no requieren valorar la situación –cadáver que veo, pasado que remuevo–, y en caso de necesitar lograr un objetivo y fracasar, se puede repetir hasta conseguirlo, momento en el que volveremos al presente a enfrentarnos al zombie helado que nos espera en lugar que antes ocupaba el cadáver. Un momento… zombies helados. En efecto, la ligera e inconexa historia con la que se presenta el juego nos habla de una antigua tribu, un bosque y una maldición que produjo el periplo de aquella por las gélidas tierras en las que ahora descansa el North Wind, y sin saber prácticamente nada más, se nos lanza a la aventura en el interior de éste, dejándonos presuponer como nuestro objetivo resolver el misterio que une ambas historias.