Dark Souls
Masoquismo interactivo.
Si os quedáis encallados con este juego siempre podéis consultar nuestra guía Dark Souls. Es una solución al detalle de todo lo que va pasando en el juego.
Simple coincidencia o capricho del destino. El caso es que, visto ahora, me resulta bastante curioso el hecho de que pocas horas antes de empezar a escribir esta reseña sobre Dark Souls, me encontrara haciendo senderismo por el Pirineo Oriental, con el objetivo de coronar el llamado Pico del Infierno (2.869m). Lo que me habían vendido como una "excursioncilla" por la montaña se convirtió para mí -urbanita vocacional y negado absoluto en todo lo relativo a la supervivencia en el medio salvaje- en una experiencia que hacía auténtico honor al nombre de esa cumbre que a cada paso que daba me parecía más alejada. ¿Quien iba decirme que el infierno podría tomar la forma de un precioso día soleado y rodeado de un paisaje de gran belleza?
De hecho, siempre me había imaginado el infierno de otra manera, sin duda mucho más parecido a la clásica imagen que la influencia religiosa nos ha metido en la cabeza, ya sabéis: hornos de fuego, lagos de azufre, el diablo con su tridente, etc. Siguiendo al pie de la letra ese imaginario, títulos como Dante's Inferno se han encargado de reproducir ese concepto del averno; sin embargo, mi visión sobre este lugar donde se reúnen las almas de los pecadores ha cambiado por completo tras jugar a Dark Souls.
El mundo sin esperanza ni luz en el que se ambienta la secuela del celebrado Demon's Souls es más húmedo y mohoso. Como en la primera parte sigue siendo desquiciado en su arquitectura, continua plagado de situaciones absurdas hasta la locura, e indudablemente, sigue siendo uno de los parajes más solitarios que probablemente se hayan creado en un videojuego. No obstante, esta deprimente pero al mismo tiempo increíble ambientación, es uno de los elementos que nos empuja a explorar el mundo y, sobre todo, a que no nos rindamos ante la dificultad extrema de esa empresa.
Y es que si por algo son conocidas ambas entregas de esta saga es por su elevada dificultad, una característica que les ha hecho destacar entre el resto de juegos de esta generación y que ha labrado una enorme reputación entorno a su estudio de desarrollo From Software. Jugar y pasarse cualquiera de los dos Souls se ha convertido en una especie de meca para el jugador hardcore, un sufrimiento y una catarsis necesarias ante tanto juego asequible para todo el mundo. Podríamos decir que enfrentarse a Dark Souls es una experiencia que te curte como jugador, que dinamita por completo esa máxima de nuestros días de que hay que aprovechar el tiempo. Así, pretender ver la luz que hay más allá del túnel de este título es asumir que vamos a perder muchas horas frente al televisor, que vamos a morir (mucho), y que muchas veces todo lo que hayamos hecho no servirá de nada. Proliferan por Internet los comentarios en foros de gente desesperada, perdida, atascada. Tanto "dolor" me recuerda al maravilloso anuncio "A Little Less Hurt" de Nike -aunque imaginarme a jugadores levantarse de la butaca para tirar el mando por la ventana no sea tan épico como los deportistas del spot.