Dark Souls
Masoquismo interactivo.
Afortunadamente, a pesar de ser un título opaco que no hace concesiones al jugador, también tiene esa magia especial que engancha. De esta manera, mientras te diriges hacia ese lugar donde has muerto más de veinte veces vas pensando en otra estrategia, en probar nuevas cosas. Eso sí no te mata otro jugador que haya decidido hacerte una visita de cortesía para acabar de sacarte de tus casillas... Algo que puede ocurrir gracias al sensacional enfoque online del juego. Como pasaba en Demon's Souls en esta ocasión el juego vuelve a combinar la aventura en solitario con un mundo persistente online; tu partida y tu mundo son tuyas y solo tuyas, pero como si se tratara de dimensiones paralelas, puedes ver desde los espíritus de otros jugadores hasta consejos o pistas escritas dejadas por otros jugadores sobre el suelo.
La posibilidad de dejar estos mensajes, ya sea con consejos, mentiras o simples bromas, así como la oportunidad de ver el espectro de otros compañeros en su último momento de vida ayudan a que no te sientas absolutamente solo en el mundo de Dark Souls. Jugar online no es necesario pero es casi imprescidible para disfrutar al cien por cien del juego. También puede pasarte que otro jugador de nivel muy superior al tuyo invada tu mundo para gastarte una broma desagradable en forma de puñalada trapera por la espalda, pero también es posible que te ayude, o simplemente te haga algo de compañía ante tanta hostilidad. La decisión de limitar la comunicación a base de pequeños gestos simbólicos y restrictivos es acertada para mantener el tono sombrío de toda la experiencia, de la misma manera que la imposibilidad de escoger un amigo en particular, ya que es aleatorio.
Volviendo al tema de la ambientación cabe decir que si la mecánica jugable y el online no son de por sí suficientemente originales, todo el apartado artístico del juego también está en la misma línea. Por su estética es realmente sorprendente que Dark Souls provenga de un estudio japonés, si no lo supiera pondría la mano en el fuego a que es una producción del norte o centro de Europa. Y es que estableciendo una analogía con el cine podríamos decir que el mundo sobrio y medieval creado por From Software es puro cine nórdico. Los escenarios destacan por poseer una personalidad marcada y por la variedad, a pesar de apoyarse en una líneas cromáticas muy parecidas. Lo mismos elogios se merecen los enemigos, especialmente los grandes enemigos finales, de los que es fácil apreciar el gran trabajo a nivel artístico que hay detrás de sus diseños. En el lado opuesto de la balanza están los personajes protagonistas creados en el triste editor de personajes o un diseño de menús realmente dejado. A nivel técnico sí que no está en la misma liga que otros juegos recientes, y menos aún con las bastante habituales ralentizaciones, pero igualmente el trabajado diseño artístico consigue que pasemos esto por alto. Paralelamente, la banda sonora compuesta por el muy productivo Motoi Sakuraba es un gran acompañamiento en sus breves apariciones.
Solamente por esa voluntad de huir de la mayoría de convencionalismos que rodean al diseño de videojuegos actual, y por desmarcarse con un propuesta propia y valiente, solamente por eso ya merece la pena hacerse con este Dark Souls. Eso sí, no es una propuesta apta para todos, y es que estamos ante juego cuyo corpus de reglas supondrán un auténtico desafío que pondrá a prueba la paciencia de todos aquellos que decidan aventurarse a explorar el mundo de Lordran. Como segunda parte ha perdido el elemento sorpresa y sigue adoleciendo de errores de diseño que no deberían entenderse como logros por el hecho de apelar a una dificultad casi elitista. Pero afortunadamente, la mecánica general se aguanta por sí sola, y es que a veces hasta el sufrimiento puede ser divertido. Como decíamos al principio, el infierno puede adoptar muchas formas, cada cual tendrá el suyo, pero si hay uno que representa el de los videojuegos es sin duda Dark Souls, y si he de expiar mis pecados por jugar demasiado al Just Dance estoy dispuesto a aceptar el reto.