Dark Void
Límite vertical.
Hace un par de semanas Haruhiro Tsujimoto, presidente de Capcom, mostraba públicamente su descontento con los resultados obtenidos por la compañía japonesa al descargar ciertos desarrollos en estudios americanos o europeos, obteniendo réditos mucho menores de lo esperado. Sin duda se refería a Bionic Commando, una de sus franquicias clásicas, cuya puesta al día por parte de la ya difunta GRIN no fue recibida con demasiado entusiasmo ni por la crítica especializada ni mucho menos por el público. Ahora vuelven a intentarlo con Dark Void, pero una vez más el outsourcing en una desarrolladora occidental no ha producido un producto final a la altura de lo que se espera de una compañía del caché de Capcom.
La base es interesante, eso sí, pese a que parezca sacada de un sueño húmedo de Iker Jiménez. El argumento nos sitúa en los albores de la segunda guerra mundial con un protagonista, Will Grey, que estrella su avión en el triángulo de las Bermudas. No tardaremos en descubrir que la zona se encuentra dominada por unos alienígenas llamados Vigilantes cuyo propósito es, como no, la eliminación de la raza humana. Con una estética (y no sólo por el jetpack) que recuerda mucho a la película Rocketeer y una clara influencia de la popular película / serie de televisión Stargate, Dark Void ofrece una premisa argumental inicialmente atractiva, pero cuyo desarrollo va perdiendo fuelle hasta derivar en un tramo final particularmente flojo.
Al comenzar la partida lo primero que descubres es que la influencia de Uncharted en Dark Void va mucho más allá de la contratación de Nolan North (el doblador de Nathan Drake) para poner la voz al protagonista, Will Grey. La sensación de dejà vu es enorme, con tiroteos y saltos en una jungla que bien podría estar presente en el juego de Naughty Dog y una jugabilidad muy similar, si bien también se ha fusilado con poco disimulo el sistema de cobertura de Gears of War. Pero desgraciadamente no deja de ser eso, una copia... y no demasiado buena. Ya sea porque los controles no responden tan bien o porque la IA de los enemigos es tremendamente simple, el resultado es que la experiencia no sólo no sorprende, sino que no es tan reconfortante como en los dos juegos mencionados.
Dark Void posee, eso sí, un par de aspectos que tratan de diferenciarlo del resto de shooters genéricos en tercera persona, ambos utilizando como leitmotif el jetpack que Will recibe del mismísimo Nikola Tesla al poco de empezar la aventura. El primero es un sistema de combate y cobertura en vertical, similar en su funcionamiento al de Gears of War, que permite escalar montañas, paredes y estructuras saltando de cornisa en cornisa, mientras abatimos enemigos con ayuda de nuestras armas o los lanzamos al vacío. Hacer que el juego no se base únicamente en correr y disparar a ras de suelo resulta tan interesante como gratificante, pese a requerir un pequeño tiempo de adaptación para acostumbrarnos a una perspectiva algo extraña que marea un poco durante los primeros minutos. El problema es que se tarda poco en descubrir que este sistema no ofrece demasiada variedad y acaba por volverse repetitivo, algo que sin duda es culpa de unos desarrolladores que no han sabido sacarle todo el jugo a una idea que podría haber resultado vital en el resultado final del juego.