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Dead Island

Paraíso zombi.

Esto de los juegos de zombis es una plaga. Hordas de títulos con esta temática llenan las estanterías de las tiendas de videojuegos desde hace unos años. Pero si salen tantos es porque en el fondo nos encantan. Que levante la mano, sino, a quien no le atraiga la idea de reventar cabezas de no-muertos a escopetazos. ¡Es como romper jarrones pero sin romperlos! Me vais pillando, ¿no?

Ahora bien, que hayan muchos juegos sobre lo mismo también tiene su lado negativo, y es que al final son siempre muy parecidos y van a lo que van... Dead Island es distinto. De hecho, si fuese un zombi, el juego desarrollado por Techland no sería el típico no-muerto desaliñado, con la mandíbula desencajada, los ojos fuera de órbita y voz gutural. Para nada. Más bien sería uno de esos zombis especiales, por ejemplo una terrible abominación mezcla de todo, gordo y con propensión a vomitar una bilis verde fosforito. El caso es que, como vamos a ver, se trata de un título muy ambicioso y que mezcla muchos conceptos de juego distintos, y es de esta misma característica de la que surgen sus virtudes y sus defectos.

Para empezar, si tuviéramos que etiquetarlo dentro de un género ya tendríamos un problema respiratorio a la hora de decirlo entero. Y es que Dead Island es un -tomad aire- juego de acción en primera persona ubicado un mundo abierto (o sandbox) con elementos de rol y enfocado al multijugador. Es como si en una noche de lujuria extrema Left 4 Dead se fuera a la cama con Fallout y Borderlands, y de repente Far Cry llegase a casa del trabajo y al ver el percal también se apuntara a la fiesta. Y es precisamente de este último del que toma prestada una de las principales características, me refiero a la ambientación que, como el propio nombre del juego indica, se ubica en la enorme isla paradisíaca de Banoi.

Pues bien, resulta que un día estamos tan tranquilos en nuestras vacaciones de postal en esta ficticia isla oceánica, y en esas que con tanta pulserita de resort y barra libre al final pillamos una cogorza de campeonato. Lo típico vamos, hasta aquí todo normal. Los problemas aparecen al despertarnos, y no por llevar encima una resaca de tres pares de narices, sino porque el lujoso hotel en el que nos encontramos ha sido arrasado por los zombis. Empieza aquí una carrera por nuestra supervivencia, la de aquellos que todavía no han sido infectados, y por hallar una salida de la isla.

El argumento es tópico hasta decir basta y en ningún momento se intuye aquel dramatismo a cámara lenta del famoso tráiler viral, de hecho será mejor que no esperéis nada de la sutileza de aquel vídeo en Dead Island porque no tienen nada que ver. Los únicos momentos en que el juego intenta explicar o transmitir algo siempre son forzados y hasta cierto punto ridículos, pero se le perdona porque al fin y al cabo aquí a estamos para patear culos zombis y cuanto más cutre y de Serie-Z más encanto tiene la cosa.