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Dead Island

Paraíso zombi.

Sí que ayuda, en cambio, la ambientación, donde hay que aplaudir el gran trabajo de los polacos de Techland. El hecho de que gran parte del juego tenga lugar en escenarios paradisíacos, a plena luz del sol, con piscinas, tumbonas, chiringuitos y demás atrezo veraniego es uno de los puntos fuertes de la propuesta, y lo mejor de todo es que realmente transmite bien la sensación de mal rollo de estar en medio de un holocausto zombi -algún día os explicaré porque lo se, y no, no he estado por Lloret últimamente. Además de este escenario pasaremos por otros entornos igual de cuidados, abiertos, llenos de detalles, coherentes y gigantescos. El motor Chrome Engine 5 los mueve con soltura y siempre se muestran robustos, aunque quizás hasta demasiado. Se entiende que por el hecho de ser tan detallados se pierda en gran parte que sean más destruibles, pero la verdad es que mejoraría bastante si pudiésemos interactuar más con ellos.

Entrando ya en la mecánica de juego nos encontramos con que a pesar de ser un juego de acción en primera persona prevalece la idea de que estamos dentro de un survival horror, en otras palabras que además de ir repartiendo estopa nos tocará también ir registrando el escenario en busca de dinero, objetos y, por descontado, armas. Sin llegar al nivel de complejidad y posibilidades que en este sentido ofrecen juegos como Borderlands o Dead Rising, Dead Island también nos permite crear armas a partir de diferentes objetos, desde el típico bate con clavos hasta cosas más curradas como un lucero del alba electrificado. Al principio os tocará sobrevivir con palos de escoba y remos pero poco a poco iréis encontrando armas más contundentes, eso hasta llegar a las armas de fuego, que son uno de los aspectos menos trabajados del juego. Pistolas, metralletas y demás tienen un sistema de apuntado muy incómodo y que no acaba de funcionar, se nota claramente que el juego está totalmente enfocado en el combate cuerpo a cuerpo.

Esos momentos en que se te abalanza un infectado a toda velocidad y consigues hacer un home run con su cabeza son lo mejor de Dead Island. Sin duda estamos ante un juego que satisfará a aquellas personas con pocos escrúpulos que siempre han sentido fascinación por este tipo de películas. Es precisamente en este tipo de acción más melé donde se encuentra la chicha del título, a pesar de que en ocasiones el sistema de impactos parece funcionar de manera aleatoria. Destrozar a nuestros enemigos dirigiendo nuestra arma hacia partes concretas de su cuerpo y ver como estas se desparraman en pedacitos mientras vemos las varias capas de carne es de lo mejor del juego. Ayuda también que la dificultad esté bastante bien ajustada y nunca llegue a ser ni fácil ni desesperante. Ahora bien, no podemos decir lo mismo de la IA enemiga, que es absolutamente nula. Esto es algo que se nota dramáticamente con los enemigos humanos del juego ya que apenas reaccionan a nuestras acciones, simplemente se quedan parados esperando a que nos acerquemos para acabar con ellos.

Un factor que afecta directamente a los combates es el tipo de personaje que vayamos construyendo a medida que ganamos experiencia. Es aquí donde entra en acción la parte rolera de Dead Island, un elemento bien pensado e implementado que nos permite especializar a nuestro avatar a través de tres ramas de habilidades (Furia, Combate y Supervivencia). Hacer que las armas no se gasten tan rápido, que nuestros golpes sean más contundentes, que resistamos mayor daño, etcétera, son el tipo de cosas que podemos mejorar. Ganamos experiencia luchando y cumpliendo misiones y otra de las habilidades que podemos desarrollar son los ataques especiales como la Furia, que nos permiten activar un sistema de combos que dura poco tiempo pero que es devastador. Todavía no lo he comentado, pero al principio del juego se nos deja escoger entre cuatro personajes estereotipados a más no poder. Pues bien, sobre el papel cada uno de ellos destaca por ser más o menos buenos en una u otra cosa, pero a la práctica son bastante parecidos.