Dead Nation
Mata y corre.
Dead Nation no ha venido a renovar el género, algo que, la verdad, se antoja complicado. Sólo en PlayStation 3, la consola para la que Housemarque ha desarrollado el título en exclusiva, existen otros dos juegos descargables con una propuesta similar a la que ha realizado el equipo detrás de Super Stardust HD: desde una perspectiva cenital, cárgate a todo muerto viviente y salva el pellejo como puedas. Aún con todo, Dead Nation sale muy bien parado de las comparaciones con Burn Zombie Burn! y Zombie Apocalypse, sus antecesores en PlayStation Network. Argumentalmente es el más destacado de los tres, aunque hay quien se pregunta si hacía falta, y su mecánica es también la más profunda y la que más posibilidades ofrece.
Tras estas consideraciones previas, centremos el asunto. El título arranca con una introducción bastante llamativa elaborada con retazos de vídeos reales y falsos. Soldados, revueltas callejeras, caos... Quien haya visto los créditos del remake de 'Dawn of the Dead' sabrá de lo que hablo. No es el único guiño al género. Sin ir más lejos, el trofeo platino lleva por nombre 'Romero estaría orgulloso'. Pulsamos start y arranca la historia. A través de una serie de viñetas de marcado estilo cómic nos cuentan que hubo un estallido y, poco después, comenzó la plaga. El protagonista –hombre o mujer, a nuestra elección– resulta ser una de las pocas personas que no se infecta cuando es mordido.
A partir de aquí, da comienzo una orgía de vísceras y destrucción que arranca en una azotea y nos llevará por diez niveles de marcado carácter lineal. Nuestro primer objetivo es atravesar un barrio para llegar hasta una gasolinera y conseguir un vehículo que nos libre de este infierno. Comenzaremos con una armadura y un rifle con munición infinita muy básicos. Gracias al dinero que encontraremos en los maleteros de los vehículos y en los distintos cofres repartidos a lo largo del mapeado, podremos mejorar lo que ya tenemos y adquirir nuevas armas –escopeta, uzi, lanzallamas, granadas...– en las tiendas repartidas por los puntos de control.
Como buen arcade cenital, el control se centra en los dos sticks analógicos. El izquierdo nos permite movernos por el escenario y el derecho apuntar. Disparamos con R1 y con L1 lanzamos granadas. Los gatillos nos dan unos segundos de carrera y nos permiten asestar golpes en el cuerpo a cuerpo. Nada novedoso pero ciertamente efectivo.
Aunque no es algo de vital importancia, la elección correcta del arma, dependiendo de la situación en la que nos encontremos, nos aporta ciertas ventajas. No es el único elemento estratégico del título. Los coches no sólo nos dan dinero, unos pocos disparos sobre la chapa los transforman en improvisadas bombas que estallan a los pocos segundos. Su onda expansiva, representada por una circunferencia intermitente, se llevará al infierno a todo bicho viviente. Existen, incluso, coches equipados con alarmas que atraerán a hordas de zombies hacia su propia destrucción. Ahora bien, ¿te arriesgarás a recoger el dinero o evitarás el peligro y harás estallar los vehículos perdiendo la pasta?