Deadly Creatures
Sobrio y arriesgado.
Respecto a la fauna también se nota un especial cuidado, sobretodo con respecto a los dos arácnidos que controlamos. Están bien animados y moverlos por el escenario es bastante satisfactorio. No obstante, es en la interacción entre las criaturas donde encontramos más fallos. Es algo que se aprecia especialmente en las combates y sobretodo en los combos. Y con respecto a los personajes humanos la verdad es que se podría haber aspirado a más, ya que parece que Cézanne se haya encargado de su diseño. A todo esto, cada dos por tres la sensación de inmersión que pretende ofrecer el juego será interrumpida con molestas interrupciones de carga que nos hacen pensar que sí, que Wii no es una abanderada de la tecnología punta, pero puede dar mucho más de sí cuando las cosas se hacen bien.
Seguimos avanzando por estrechos senderos, colgados de los techos, por pequeñas cuevas excavadas bajo tierra o observando el horizonte desde una gran montaña que en realidad solo se levanta medio metro del suelo observamos un mundo desolador. Todo en Deadly Creatures es buscadamente sobrio a la vez que hostil. No esperéis un desierto evocador con arenas mecidas por las notas de Maurice Jarre, aquí la poca música que escucharemos nos recuerda más a la que podemos oír en este sucio sub-género fílmico de películas de frontera y cruce de caminos (con canción country incluida).
Vamos por la mitad del juego y la aventura sigue. De momento llevamos cinco horas haciendo exactamente lo mismo del principio sin que haya habido la más mínima variación. Tirar para adelante mientras nos comemos a todos los bichos que encontramos, buscar comida y seguir para adelante. De momento todavía no nos hemos encontrado con el cadáver de Melquiades Estrada, pero seguimos buscándolo.
Acto 4: Metamorfosis
Me aburro y me estoy volviendo loco. Los últimos niveles antes del final son siempre lo mismo, avanzar y avanzar, luchar y recolectar larvas. Todo es puramente lineal. De todas maneras, estoy convencido de que el final justificará todo este soponcio. ¡Sí, sí, sí! Creedme, atisbo una gran recompensa al final del túnel. Si lo que querían era transmitirme lo que siente un arácnido lo están consiguiendo. Casi podría decir que soy Gregor Samsa. Soy como una cucaracha jugando a la Wii un viernes por la noche... Tssst-tssst... Grrrrr-grrrrrrrr...¡Yi-yi!
Acto 5: ¿Y esto es todo?
Tranquilos, evidentemente no voy a revelaros lo que ocurre al final del juego. Podríamos decir que en un ejercicio de coherencia Deadly Creatures acaba con la misma sobriedad con la que empezó. La decepción es grande aunque también se entiende si tenemos en cuenta nuestras grandes expectativas. Pero, ¿acaso no hemos de pedir lo máximo cuando nos gastamos 50 euros en un juego?
Sin duda ha sido toda una experiencia, por una semana (o por 10 horas) hemos sido un arácnido y no creemos que nunca estemos tan cerca de sentir cómo puede ser el mundo desde el punto de vista de estas criaturas. El juego consigue una gran inmersión y está cargado de muchísimas ideas tan brillantes como arriesgadas, sobre todo con respecto a su originalísimo punto de vista narrativo. Sin embargo, todo el invento se va al garete cuando todo se reduce a hacer lo mismo durante todo el recorrido y salpicado todo ello por constantes errores en diferentes aspectos del juego como el control, a nivel técnico, de cámara...
Con la sobriedad que lo caracteriza jugar a Deadly Wars es casi una opción moral en estos tiempos que corren llenos de explosiones, afiladas katanas y sugerentes carnes. Es anti-glamuroso por así decirlo, pero también hay algo misterioso detrás de todo, así que aunque la nota no es para tirar cohetes os animamos a darle una oportunidad antes de que descartéis su compra. Esto va como va, y quién sabe, de aquí a unos años quizás es un juego de culto que vale su precio en oro en eBay.