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Dementium: The Ward

Terror por los motivos equivocados.

No puede decirse que el género de los survival horror tenga una extensa y arraigada tradición en la portátil de dos pantallas de Nintendo. En una consola con un catálogo tan amplio como es el de la DS sorprende encontrarse con que los juegos orientados exclusivamente a un público adulto y centrados en tratar de darnos sustitos y meternos en entornos desasosegantes, espeluznantes y aberrantes constituyan apenas una escasa marginalia. Dementium: The Ward, viene a insertarse en este género y lo hace armado con toda la batería de clichés posible. Esto no tendría porqué ser un punto en su contra: muchos otros juegos reciclan elementos genéricos con gran éxito y, si lo hacen en un género casi inédito en un soporte concreto, el público suele recibirlos con los brazos abiertos y calurosas bienvenidas. La propuesta de Renegade Kid y South Peak Games, empero, muy probablemente no recibirá demasiados abrazos.

¿Cómo de importante es un buen argumento para un survival horror? Asaltados por esta pregunta nos veríamos tentados de responder que, en líneas generales, es un elemento a tener en cuenta, ciertamente. Quizás no necesitemos una trama rica plagada de personajes plenos que evolucionen y cuyo dibujo sea complejo y lleno de matices, pero se agradece algo más que un confuso: “buenas tardes: acabas de despertar en un hospital mental repletito de criaturas parcialmente descarnadas. Sal como puedas y descubre por el camino que igual estabas allí por algo.” No entraremos a criticar la historia de Dementium: The Ward en sus elementos concretos, pero sí es verdad que la sensación de dèja vu que provoca en algunos momentos puede llegar a hacerse algo molesta, no sólo porque sea una copia descarada de partes enteras de otros conocidos títulos de terror, sino porque es como una papelera de reciclaje de sí mismo.

Y quizás esta sensación se ve aguzada por varios detalles difíciles de ignorar, siendo el primero de ellos la absoluta falta de inspiración en cuanto al diseño. Todo en Dementium: The Ward parece seguir la regla “inserte aquí su elemento de aspecto genérico”; los espacios son completamente repetitivos, los enemigos son anodinos, la estructura de las plantas es completamente aleatoria… hasta las manchas de sangre de las paredes parecen sacadas de una librería de texturas básica que viniese con el equivalente de un Quimicefa para videojuegos de miedo. Una vez se ha visto un elemento del juego, sólo queda verlo repetido mil veces más.

Clásicos puzzles sin demasiado sentido del género harán su aparición aquí.

Por supuesto decir mil veces es quedarse corto, pues hay dos inmensas fallas que dejan al juego herido de muerte en lo jugable: la primera es que cada vez que entremos en una habitación o en una sección del edificio, ésta vuelve a cargarse junto con los monstruos contenidos en ella, que aprecen exactamente en el mismo lugar que la primera vez. Tal grado de resucitación reiterada de los mismos enemigos (sólo hay seis tipos de enemigos, jefes aparte), una y otra y otra vez resulta desesperante. Esto por sí solo no tendría porqué hastiar, pero en combinación con la inexistencia de un inventario que permita gestionar los botiquines y los paquetes de salud (que han de ser consumidos a la carrera, según se nos presentan), hace que volver sobre nuestros pasos con la esperanza de recolectar aquél paquete de balas que antes no necesitábamos o aquel bote de pastillas que dejamos pasar porque apenas si estábamos heridos sea un auténtico dolor.